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Inmigración

Congresistas demócratas piden a Biden amparo migratorio de TPS para ecuatorianos en EE.UU.

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Activistas y líderes comunitarios posan con sus carteles de petición de amparo migratorio de TPS para ecuatorianos.

Congresistas demócratas de Estados Unidos pidieron este miércoles al Gobierno del presidente Joe Biden que conceda un Estatus de Protección Temporal para los migrantes ecuatorianos que han escapado de «la violencia atroz» en su país.

«Las familias ecuatorianas que se encuentran aquí han viajado miles de kilómetros para escapar de la violencia continua y atroz en su patria, y han venido aquí en busca de trabajo», señaló en una conferencia de prensa el congresista Adriano Espaillat.

El TPS otorga un permiso para vivir y trabajar en Estados Unidos a los ciudadanos de países donde el Gobierno estadounidense considera que hay violencia o desastres naturales.

«Debemos asegurarnos de las designaciones de TPS para estos ecuatorianos que las merecen a fin de protegerlos de la deportación y de darles de inmediato los permisos de trabajo para que puedan sustentar a sus familias y contribuir a la economía», añadió Espaillat.

Por su parte, el congresista Jesús García señaló que «Ecuador pasó de ser un país relativamente pacífico a tener la tasa más alta de homicidios en América Latina».

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«Ha habido una explosión del crimen organizado y la violencia de pandillas», añadió. «Los grupos armados han amenazado a periodistas, instituciones médicas, dirigentes comunitarios y la población en general».

«Es nuestra responsabilidad proveer estabilidad a los ecuatorianos que vienen a nuestro país en busca de protección», afirmó García.

El TPS fue creado por el Congreso en 1990 y las designaciones son temporales. La renovación de las ya existentes o la extensión de nuevas designaciones quedan a criterio del poder Ejecutivo.

Actualmente hay 16 países designados para TPS, incluidos El Salvador, Haití, Honduras, Nicaragua y Venezuela, y en total más de 700.000 personas viven y trabajan en EE.UU. con esa protección, según el Departamento de Seguridad Nacional estadounidense. EFE

impactolatino.com

Emprendimiento

Josepan, la panadería de los amasijos colombianos en Madrid

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Por Juanita Samper Ospina

Desde su primeros pasos en España hasta conducir un BMW 320. Entre esos dos momentos, José Humberto Rodríguez, fundador de Josepan, tiene mucho qué contar.

Imagínense a José Humberto Rodríguez en Pozuelo de Alarcón, un barrio de Madrid, vestido con una camiseta sin mangas y pantalón corto, dispuesto a llevar a cabo alguno de los trabajos que le encomienda el español Félix Meneses: arreglar el jardín, limpiar una parte de la casa, botar algo. Acude a la cita que le ha puesto en una cafetería al lado de un banco. Rodríguez es un inmigrante colombiano sin papeles, pero con ganas de salir adelante. Como sea: vende comida y ropa imitación de marcas conocidas y cualquier ayuda económica extra le cae de perlas

Ahora imagínense a José Humberto Rodríguez en el mismo lugar, pero casi treinta años después. Está en Pozuelo de Alarcón, al lado del banco. Esta vez llega en su BMW 320 turbo diésel y viste un traje de Hugo Boss. Y, en lugar de buscar un trabajo, se pone a llorar. Recuerda sus primeros pasos en España y piensa en lo que ha recorrido.


Entre las dos escenas hay de todo: una detención, ventas clandestinas, un grupo de prostitutas, mucho esfuerzo y 32 panes que terminaron representando una milagrosa reproducción repartida en nueve locales en la capital española. Es la historia de superación de un hombre al que se conoce como ‘Josepan’ y se ha convertido en un referente, algo así como un embajador, de Colombia en España.

Un club diferente

Su madre fue la primera en llegar a España. En Colombia trabajaba como enfermera y en España como empleada del servicio de una familia. No dudó en ayudarle luego a José Humberto a que viajara. Y él, una vez puso pie en Europa, se dedicó a buscar trabajo. Nadie, sin embargo, lo contrataba porque no tenía papeles. Así que convenció a unos chinos de un taller de confecciones que quedaba en su barrio para que lo dejaran vender algunas de sus prendas.Y fue al Parque del Retiro con su carga porque sabía que por allí pasaban muchos colombianos. No estaba equivocado. En pocas semanas multiplicó sus ventas. Una de sus clientas era una joven que había comprado una piyama, muy admirada por sus amigas. Le comentó que ellas querían adquirir varias y le pidió que fuera a llevárselas al club.

Imaginen ahora a José Humberto andando por una carretera española, cargado con ropa y rezando para que las autoridades no lo detuviera por caminar donde no hay andenes. Busca un club. Mira a su alrededor a ver si detecta un campo de golf, un parque infantil, una piscina. Finalmente encuentra algo muy distinto: lo que en España se llama un club de alterne: un prostíbulo de carretera.

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Lo esperaban su clienta y sus amigas. No solo le compraron ropa. Ellas vivían allí y él se dio cuenta de que extrañaban la comida colombiana. Y no solo pasaron a comprarle comida. También se dio cuenta de que necesitaban movilizarse, pues por la legislación española las obligaba a cambiar de local cada cierto tiempo, así que pasó a ser su Uber particular: una de ellas le ayudó a través de un amigo para que le fiaran un carro viejo, y Rodríguez se convirtió en el conductor de estas chicas colombianas.

Su verdadero patrón tiene nombre colombiano: el rebusque. Entre venta de ropas, de productos en tiendas latinas, de comidas —los añorados pandebonos y pandeyucas colombianos— y traslados fue ahorrando y conociendo gente. Entra ellos, Félix Meneses, aquel que le puso la cita al lado del banco, cuando pensaba que iba a conseguir platica por un trabajo.

Imaginen la cara de José Humberto cuando el español le explica que van a abrir una cuenta de ahorros. E imaginen la del funcionario cuando se entera de que no tiene papeles. Se sobrepuso y sencillamente acomodó unos números y una letra para que el sistema no lo rechazara.

Con el rebusque, Rodríguez logró reunir lo suficiente para traer a sus hijos. Un día se enfermó uno de ellos y tuvo que llevarlo al centro médico. Allí, cuando rellenaban la información requerida, le preguntaron su oficio. No podía decir que era vendedor ambulante, así que contestó: “panadero” (al fin y al cabo, también vendía amasijos colombianos).

Pasados unos días, la Cruz Roja Internacional lo llamó a decirle que había un puesto para él. Entró, entonces, a una panadería española, donde trabajaba por la noche. Por fuera ya tenía su clientela y sus compromisos, y no le iba mal. Así que de día se dedicaba a ellos. No paraba. Eran épocas de mucho esfuerzo y poco sueño.

Le contó a un compañero que en Colombia el pan se preparaba de otra manera. Lo sabía bien porque había traído en un papel la receta que había copiado, y era la que seguía. Él le pidió que le mostrara cómo se hacía en un día con poco movimiento. Y así lo hizo. Salieron 32 panes. José Humberto se los llevó a su casa porque en aquella panadería no vendían un producto diferente al español.

Historia de Josepan

Con su vena pereirana, José Humberto le ofreció los panes a la dueña de un local de productos latinos. Ella, reticente, aceptó unos pocos. Al rato lo llamó: “Trae más, Josepán, se están vendiendo como locos”. No solo le puso un mote espontáneo, sino el nombre que llevó su primera panadería.

Panes de Josepan Madrid/ Josepan

Pero para eso todavía falta. Porque José Humberto comenzó en su casa, aunque le faltaban herramientas para lograr la receta colombiana perfecta. Y apareció de nuevo el señor rebusque, en el cuerpo de un primo, uno más del combo que poco a poco había ido llegando. Este era escultor y halló una pieza de una encuadernadora de libros, que con un par de arreglos quedó convertida en rodillo de panadería. Y comenzó la reproducción de los panes. Primero usaron la cocina; después el salón. Cada vez vendían más para llevar a otros locales.

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De nuevo Félix Meneses le echó una mano y le dio un carro mejor con facilidades de pago para que pudiera hacer sus repartos. Se mudó a otro apartamento, donde puso en funcionamiento una especie de panadería clandestina.

Vio una oportunidad de oro cuando un español le prestó un local pequeño con la condición de que pusiera a la venta también su pan, el pan español que le proveía. “Se me llena y se me dispara eso”, recuerda Rodríguez. “Había carros en doble fila y se regó la voz entre los paisanos”.

La magia de los pandebonos, los pandeyucas, los buñuelos y el resto de amasijos se olía en las calles madrileñas. Para entonces ya contaba con la ayuda de un panadero colombiano profesional, que mejoró aún más el producto.

Pronto aquellos 30 metros le quedaron pequeños. Y encontró un local perfecto de 500. Le parecía difícil llenarlo con productos de panadería y se inventó el Centro Integrado de Servicios Josepán: locutorio, ropa colombiana, agencia de viajes, productos latinos. Era finales de los años noventa y comienzos de este siglo, cuando se presentó una inmigración masiva proveniente de nuestro país.

Se comenzaron a ver en ese entonces más locales latinos y algunos colombianos. José Humberto estaba precisamente en uno de arepas cuando vio la imagen más temida: llegaron las autoridades a hacer una redada. Y, sí, pasó aquello que lo aterraba: lo detuvieron durante varias horas.

Era el pavor de los colombianos porque sabían que los podían devolver. En efecto, le llegó una carta de expulsión, pero él se salvó en este caso. De nuevo Meneses le ayudó al darle un contrato de trabajo con el que podía desbaratar el motivo de la expulsión, que era la supuesta falta de medios.

Impulso

La carrera de Josepan siguió impulsada. Tanto que hoy tiene nueve panaderías y 250 empleados. Son templos de los colombianos: allí se va a matar la nostalgia con un caldo de costilla, se va a compartir con los españoles el buen café, se va a satisfacer el capricho de una arepa. Es un centro social también, donde se encuentran los amigos. Y es una maravillosa vitrina para Colombia, pues, como él dice, está dedicado a que mostrar que:

«tenemos mucho más para hablar de nuestro país que el típico chiste de Pablo Escobar»

Amasijos en Josepan/ cortesía Josepan

Por eso en sus paredes se ven fotos de personas que sacan la cara: Shakira, Falcao, Juanes, César Rincón, Fernando Botero. Por eso están decoradas con frases típicas: “Vecina, ¿y la ñapa?”, “Lo que no mata engorda”, “Está miando fuera del tiesto”. Por eso lo visitó Álvaro Uribe cuando era presidente. Escogió su local y dio una rueda de prensa a su lado. “Cuando se fue, no estaba seguro de que eso hubiera pasado; tuve que pellizcarme”, recuerda. Y por eso fue elegido el año pasado como uno de los diez colombianos destacados en España por nuestra embajada.

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Rodríguez estuvo unos años en Colombia y ahora ha vuelto a Madrid con su esposa Beatriz Rincón y los tres hijos que tienen (él suma dos más de un matrimonio anterior). Ella está a cargo de la nueva pastelería, cuya decoración tiene un aire parisino, donde se ofrecen dulces delicias colombianas.

José Humberto llegó hace treinta años por primera vez a España desde su Pereira natal, donde había sido desde seminarista hasta policía. Y no pierde ese ombligo umbilical que lo ata a nuestro país. Tampoco olvida sus raíces.

Imagínenlo al final de esta entrevista que tiene lugar en su panadería de la avenida Castellana, cerca del nuevo centro financiero de Madrid, mientras cuenta aquella vez que llegó en pantaloneta al banco y, sí, imaginan bien: vuelve a llorar.

eltiempo.com

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Arte y Cultura

Memoria, genética y arte se unen en la exposición de la venezolana Nela Ochoa

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Nela Ochoa en Tenerife Espacio de Artes/eldía.es

La muestra, titulada ‘Y’, se podrá visitar de forma gratuita en la sala insular hasta el 1 de septiembre

Por Almudena Cruz

¿Cómo afecta la genética a la memoria? ¿Cómo influyen nuestros cromosomas en el devenir de la sociedad y en la violencia? Son algunas de las preguntas que plantea la artista venezolana Nela Ochoa (Caracas, 1953) en TEA Tenerife Espacio de las Artes y que se establece en diálogo con la exposición permanente de Óscar Domínguez. El proyecto se titula Y, en referencia al cromosoma masculino, y ha sido comisariado por Nilo Palenzuela.

El horario de la visita, que puede realizarse de forma gratuita, se extenderá de martes a domingos y los días festivos entre las 10:00 y las 20:00 horas. Y está compuesta por varias piezas de la colección de TEA y una instalación creada ex profeso. Isidro Hernández, conservador jefe de TEA, explicó que justo a la entrada de la sala hay una pieza de Domínguez que sirve de «guiño» y conexión con la obra de Ochoa. Se trata de un revólver con alas «que es una de esas pinturas metamórficas de Domínguez donde un objeto es otro a la vez; el revólver es un pez y un pájaro y no solo a la violencia, sino también al azar».

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Muestra de la exposición de la artista venezolana

Detalles de la propuesta

«Y no es solo el cromosoma masculino, es una bifurcación de caminos y creo que vivimos en un momento así», explica la artista. En sus obras -muchas de ellas hechas a partir de tejidos, otras que son videocreaciones y otras que son diseños a partir de cromosomas- está muy presente el «aspecto femenino, la complicidad de las mujeres que cosen los uniformes militares. También hacen mucho hincapié en la violencia, yo vengo de un país muy violento aunque por fortuna ahora soy española y habito en un lugar donde no corro peligro por crear».

Trayectoria

Nela Ochoa participó de forma activa en los festivales de vídeo arte celebrados en Venezuela en la década de los años ochenta y sus investigaciones artísticas surgieron por su interés por la danza, por lo que desde sus inicios el cuerpo ha sido el centro de su experimentación. Tal y como apuntaron desde TEA, la creadora estuvo vinculada a la danza contemporánea en París y Caracas. La artista entiende que un eje invisible determina las secuencias del movimiento y que, en él, algunos trazos son invariantes que se reproducen sin fin. El conocimiento de las secuencias genéticas la llevó a experimentar sobre las relaciones entre la genética y el cuerpo.

Entre los proyectos expositivos de Nela Ochoa destaca la colectiva The Final Frontier (The New Museum, Nueva York, 1993). Ese mismo año realizó su primera exposición individual Alter Altare en la Sala RG, de Caracas, donde reunió pintura, escultura e instalaciones que giraban en torno al cuerpo humano. Desde 1999 su trabajo se ha volcado hacia la genética, y ha expuesto ADN 8ª, que itineró por varias salas en Venezuela

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Tenerife Espacio de las Artes expuso en el ciclo El cuarto oscuro una selección de sus vídeos realizados entre 1985 y 2006.

Desde entonces su obra se extendió a la genética de flora y fauna y ha expuesto en varios museos individualmente. En 1999 mostró Lejana, en el Museo Alejandro Otero de Caracas en 1999; en 2010 Genetic portraits, con un comisariado de Julia Herzberg en el Phillip and Patricia Frost Museum de Miami; y en 2018, en TEA A lo largo de su trayectoria ha participado además en numerosas colectivas, ente las que se encuentra Amazonia, curada por Berta Sichel (Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, 2021). En 2022 tuvo la exposición individual Trama, en la Galería Saro León de Gran Canaria. Su obra está en las colecciones de TEA, Frost Museum y Perez Art Museum, entre otras.

Con información de eldia.es

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Entretenimiento

«De la papa al ají»: cocineros que están triunfando en España

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Gastronomía hispanoamericana /Viktoria Slowikowska

En este episodio de «De la papa al ají» visitamos el restaurante Ayawaskha y hablamos con el chef ecuatoriano Miguel Ángel Méndez, quien nos habla del estudio culinario y creativo Ayawaskha que lleva a cabo, en el que combina una gastronomía de vanguardia con los productos de Ecuador y una experiencia que pone en valor la cocina tradicional pero con una visión actualizada. En esta pieza, prepara unas tortillas de maduro con camarón vannamei adobado en un cacao fino de aroma.

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En el ciclo audiovisual «De la papa al ají» hacemos un viaje por la gastronomía y los productos típicos de América. Se trata de una cocina de ida y vuelta que ha viajado de España a América y ha vuelto repleta de influencias. Visitamos a restaurantes y chefs de distintos países para conocer más sobre los alimentos típicos de esta gastronomía y para descubrir las historias de cocineros talentosos que están triunfando en España con sus propuestas.

Casa de América

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