Arte y Cultura
Juan Carlos Méndez Guédez: « …una mixtura, una mezcla de sabores, palabras, historias»

Por Karen Lentini Gómez
Juan Carlos Méndez Guédez (Venezuela, 1967), doctor en literatura hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, ha publicado en Venezuela, Colombia, Estados Unidos y España. Autor de más de 30 libros, entre los que se encuentran: La ola detenida, Los maletines, Arena negra, Round 15, y La diosa de agua. Merecedor del 40º Premio Internacional Ciudad de Barbastro de Novela Corta en 2009, y ganador del Premio Tiflos de Cuento en 2024 con En las ruinas.
Exponente no solo de la literatura latinoamericana, sino creador y reconstructor de mitos; este autor que se arriesga y se reinventa en cada nueva obra, nos concede esta entrevista a propósito de la reciente publicación de Roman de la isla Bararida
¿Me gustaría que nos explicara qué es Bararida?
En principio una palabra indígena que según dicen significaba Valle de las damas. Pero para mí era principalmente el parque zoológico de Barquisimeto al que iba de niño para pasear. Hoy en día no creo que me guste un lugar así, pero en ese entonces me fascinaba. Ir a ese parque era una fiesta, pero si la memoria no me falla en esa zona también quedaba un lugar terrible: un hospital psiquiátrico ya deteriorado, con grandes paredes llenas de agujeros por las que nos asomábamos los niños para ver un patio en el que tomaban el sol los pacientes, a veces incluso amarrados. Había entonces esa dualidad: la alegría del paseo y a la vez asomarme a contemplar un mundo lleno de dolor y misterio.
¿Por qué ha escogido una isla imaginaria para representar esta historia de amor?
Los canarios tienen una leyenda hermosa, la isla de San Borondón, que es una isla mítica que aparece y desaparece. Escribir es conseguir en tu vida lo que no tienes en la realidad inmediata; así que cuando quise escribir un bestiario, le comenté a mi gran amigo Freddy Castillo Castellanos que me iba a inventar una isla llamada Bararida, una isla que se movía por el mundo y que podía verse en ocasiones en el río Turbio o en Adícora, pero a veces también frente a Tenerife, o La Coruña o Cádiz. A él le gustó la idea y yo hice mi bestiario ubicándolo en ese lugar. Solo que luego me di cuenta de que esa isla personal tenía más recorrido.
He leído islas que siempre me han marcado como la isla Jackson de las novelas de Mark Twain o la isla de Defoe en Robinson Crusoe, o la de Agustín Espinosa en su novela Crimen. Sentía que en una isla las historias suceden con mayor intensidad y concentración. Así que al comenzar la historia de amor de Wari y Najamutu, comprendí que Bararida era el lugar para que sucediese; una isla flotante, marcada por la ausencia de dioses, en la que sucedían historias de caballerías, mezcladas con historias de otros tiempos, y en las que podía situar a Barquisimeto como una ciudad medieval en lo que sería un juego de anacronismos que me resultaba apasionante.
Por otro lado, el amor en una isla me da la impresión de que sucede como una sentimentalidad concentrada, protegida y a la vez asfixiada por el mar.
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Afirma que es un libro en el que se concentran las lecturas de la infancia mezcladas y reconectadas ¿Ha sido un proceso fluido y sin pausas, de una sola vez? ¿o ha sido atribulado, con resistencia?
Es un libro que tiene muchos años viajando conmigo. No sabía que ese era la historia que escribiría, pero estaba allí. Escribí varias veces el principio, pero luego me atascaba. Luego en las visitas a mi casa en Caracas contemplaba los muchos y variados libros que leí en la niñez y en la adolescencia, libros que había olvidado, que no podría citar, que no sabría situar históricamente. En algún momento comprendí que podría convertir esa limitación de mi memoria en una fuerza para escribir; si en mi cabeza sucedía a la vez el Cantar de Gilgamesh con El Amadís de Gaula, o las aventuras artúricas con los maravillosos mitos de los warao o los wayú y con un fragmento de Cunqueiro, ¿por qué no escribir desde esa maravillosa mixtura? La imaginación es capaz de tejer lo que en el tiempo real se encuentra distanciado. Fíjate que me has hecho recordar que de niño, cuando escribía mis primeras historias, yo me inventaba cuentos en los que convivían Guaicaipuro, Simón Bolívar y Diego de la Vega. Pues digamos que en esta novela recuperé esa inocencia
Una novela fragmentaria como Arena negra, y mitológica como La diosa de agua, en la que de nuevo participa la diosa María Lionza ¿Esta estructura le ayuda a concentrar las lecturas y a darle forma a todo el imaginario?
Algo que nunca dejaré de agradecer a autores de mi tradición venezolana como Teresa de la Parra o Guillermo Meneses es la idea de que una ficción no vale por sus buenas intenciones, su denuncia de las injusticias, o el simple vigor de su historia. Una ficción vale por tener una historia poderosa, llena de músculos, pero dentro de una estructura particular que la singularice. Como en otras oportunidades, yo tenía la idea de escribir una historia de amor con componentes fantásticos, pero fue al leer una novela de Pascal Quignard que pensé: «así debo escribir mi historia; en fragmentos; en asociaciones libres, alejándome y acercándome a la historia central, fingiendo que es una historia que tiene muchas versiones»; a eso se sumó la conversación con un amigo que me convenció de que una novela total no tenía que ser una novela monstruosamente larga; podía ser todavía más seductor concentrar una totalidad en un breve espacio.
La leyenda de Tristán e Isolda ha inspirado a muchos escritores. En su opinión, ¿qué hace tan atractiva esa historia?
Nunca olvido unas charlas de Víctor Bravo en las que a partir de la lectura de Denis de Rougemont explicaba que la concepción occidental del amor viene del Tristán e Isolda. Ese es un libro que me encanta y cada vez que lo leo me fascina su exceso, su apasionada desgracia, su placentera culpabilidad. Me agrada pensar que de esa historia medieval vienen los boleros, las rocolas, los culebrones, los momentos más sublimes y sufridos de los amantes.
Esa historia es atractiva porque rompe el sentido común, crea una temporalidad distinta en la que Tristán e Isolda saben que lo que hacen no es lo más correcto, pero son incapaces de parar; se aman de un modo tan frenético que están agotando las fases de la vida de una manera incendiaria y se están exponiendo a múltiples peligros.
Creo que fue Barthes el que dijo: ¿por qué durar es mejor que arder? Tristán e Isolda escenifican y resuelven esa duda.

Roman de la isla Bararida , es una historia romántica erótica, explicita, elegante y provocativa, con una prosa poética y cuidada.
Mil gracias por esa lectura… me llama la atención que acotas elementos como el erotismo del que yo no estaba tan consciente. Lo cierto es que hay muchas partes del libro que no reconozco porque te juro que yo me senté a escribir y viví en un arrebato de palabras. Yo era como el recipiente de muchas palabras ajenas. Mencionaste en otra pregunta a María Lionza, la bella diosa venezolana, la verdad es que de niño estuve muy cercano al culto y quería ser materia: es decir, la persona que presta su cuerpo para que hablen los espíritus. Nunca tuve la constancia y la fe suficiente para serlo, pero me gusta pensar que escribí esta novela como si fuese una materia en la que hablan otros.
También de pequeño me dijeron que tenía facultades para ser brujo; quizá esta obra ha sido una manera de reencontrarme con esa vida que no fue posible.
«Azogue, ariché, macareus, kawudare» palabras rescatadas, algunas creadas especialmente para esta novela, otras transformadas ¿Cómo han surgido? ¿Toma en cuenta la sonoridad de los términos cuando escribe?
El mismo Pascal Quignard se reunió en una ocasión con una traductora que le pedía referencias sobre un árbol y él le confesó que escogió un árbol en específico por su sonoridad, que ella hiciese lo mismo al traducir.
Creo que en este libro en concreto me condujo esa idea: hacer una historia apasionante sobre unos amantes frenéticos a quienes aguarda la desgracia de la separación, pero con un lenguaje que fuese una canción en sí mismo, un amplio poema en prosa. Que las palabras tuviesen la sonoridad con que se hablan y se anudan los amantes.
Sucede además que con los años y la distancia que me separa cotidianamente de Venezuela, muchas palabras que me resultaban comunes se han cargado de una energía especial, de un brillo misterioso: yo antes decía Siquisique y solo nombraba un pueblo, pero ahora lo digo y la palabra resuena en mí como un hechizo, como una puerta que se abre.
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Hablemos del Coro muy utilizado en las tragedias griegas y por ciertos dramaturgos. En este caso, se dirige al protagonista como una madre sabía que conoce el destino y advierte.
Hay una película de Woody Allen que me encanta y cuyo nombre tampoco voy a recordar, pero en la que se actualiza el recurso del coro de las tragedias. Quizá eso tuvo influencia en ese momento del libro, pero lo cierto es que como te he dicho, mis dedos se conducían solos: ahora leo y reconozco: esto es de la tragedia griega, esto es una leyenda que me contó un tío en El Tocuyo, esto es una canción de José Luis Rodríguez, esto es un mito de los waraos y esto es un trocito de novela pastoril.
El Coro significa en ese momento del Roman de la isla Bararida el sentido común que le indica a Najamutu que esa desolación que está sintiendo en los breves momentos en que Wari se ha ido a dar un paseo, significa ni más ni menos que está punto de traspasar un límite, que si se detiene podrá salvarse del dolor. Una señal que puede salvarlo, pero que él no escucha porque prefiere permanecer en el abrazo de Wari, con todas las terribles consecuencias que eso va a traerle.
Incluye en esta obra a San Francisco de Asis, protector de los animales. Por este y otros libros pareciera que lo sagrado es importante para usted.
No soy practicante de ninguna religión, pero amo lo sagrado, lo que me asoma a otras realidades, y dentro del santoral católico tengo un profundo amor y respeto por figuras como San Francisco de Asís, como San Antonio de Padua o San Martín de Porres.
Lo sagrado es un murmullo que me envuelve siempre. Quise que esta novela fuese una especie de oración de gratitud al hecho de existir: al placer, al dolor, a la vida, a la muerte, a las palabras.
Algunas de mis narraciones tienen esta característica; otras son relatos realistas, humorísticos, pero hay una parte de mi obra que tiene eso que Ernesto Pérez Zúñiga llama la literatura del umbral; un sitio en el que te asomas a lo inexplicable, al misterio.
La presencia de San Francisco de Asís, con quien comparto el amor profundo a los animales, también me condujo a la revisión del discurso de la bondad como un peligroso camino al fanatismo. Uno de los grandes extravíos de Najamutu, el protagonista de este libro, es el momento en que se cree tocado por una bondad extrema que debe predicar y que debe introducir en los otros incluso por la fuerza.
En esta novela se atreve con muchos tipos de escritura, incluso con un romance…
cantaban en lejanas tierras los juglares que no
conocieron el final de la historia
Que por árbol era un bosque,
mientras regresa el calor,
soñaban sí los amantes,
aromas de piel y flor.
Dormir la noche y estrellas,
Bararida en su esplendor.
Tan lejos la muerte y lucha,
Najamutu y Wari ardor.
Huidos de la vil muerte,
ya desnudos y el frescor.
Palacio azules ventanas,
jamás miedo ni dolor.
Vencieron las mil batallas,
tiemblan su gozo de amor.
Es verdad lo que dices… Había soñado siempre con intentar un romance y ahora vi la oportunidad… Porque ¿sabes qué me hizo inmensamente feliz al escribir este libro? Pensar que era una historia escrita con esa felicidad absoluta en la que no esperas nada, en la que no tienes expectativas. En algún momento pensé: nadie en España va a publicar una novela fantástica, fragmentaria, anacrónica, en la que aparecen dioses desconocidos, en la que existen demasiados registros, en la que no hay ningún mensaje social, edificante. Una novela además que comete el pecado de desconocer la pureza cultural que en este patético siglo XXI nos hace presuponer que sobre los goliardos solo puede escribir un goliardo o que sobre una historia africana solo puede escribir un africano.
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Lo inesperado vino después; lo maravilloso es que existe una editorial como Firmamento que con apenas tres o cuatro años de existencia, siente que si hay literatura es necesario lanzarse a la piscina.
Pero sí, escribí este libro sin pensar en algo distinto a sacarme de dentro esta historia. Yo tengo la fortuna de no ser nada. No tengo ninguna identidad tribal a la que aferrarme: no soy lo suficientemente Jirajara, Timoto Cuica o Mandingá o canario o gallego, y a la vez soy todo eso. Así que me permití que esa novela sucediese como me siento: una mixtura, una mezcla de sabores, palabras, historias.
Ahora que lo pienso, también escribí esta historia porque me gustaría que alguna vez Wari y Najamutu vuelvan a encontrarse.
Arte y Cultura
Dos comisarios, un ahorcado y un misterio en la isla del volcán

La novela ‘El turista sin equipaje’ de Nicolás Melini indaga en la idiosincrasia de La Palma
Por Doménico Chiape
En esta ficción de Nicolás Melini , que transcurre en la isla La Palma, la erupción del volcán sucede en plena capital, Santa Cruz -en realidad librada de las cenizas en el estallido de Cumbre Vieja-. «No se preocupen, tampoco hay que lamentar víctimas mortales», asegura Melini, al hablar de su novela ‘El turista sin equipaje’, en la que un hombre aparece colgado en un bosque de esta isla del Atlántico. Como en los clásicos de misterio, hay dos comisarios, uno experto y otro novato, que deben dilucidar si se trata de un suicidio, como parece.
«Son policías muy buenos», resume Melini, nacido en esta isla canaria. «Y es posible que el turista no sea exactamente un turista y haya viajado con la soga como único equipaje. El alemán es parte de la idiosincrasia de la isla. Desde niño, en La Palma hemos visto cómo ha crecido una población alemana estable. Y de otros lugares también.
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La Palma tiene sus propias reglas y vive bajo el influjo de la «sorna palmera», asegura el autor, «que es una suerte de cainismo bondadoso, una malicia no exenta de bonhomía. Y por supuesto esto se encuentra en algunas situaciones y personajes. Pero tal vez se encuentre sobre todo en cómo se cuenta la historia. No sé si hay algo invisible para los foráneos. Tal vez para ellos haya un plus de misterio, pero no lo sé. Es muy difícil prever las experiencias de los lectores, que son siempre diversas y personales».
Un mesías y un guion
La trama tiene también violencia ritual y un líder carismático. «El mesías se encuentra en muchísimas de nuestras historias. Solo diré que las cosas suceden en una ciudad orgullosa de su catolicismo, que exhibe cruces por todos sus rincones, y que lleva la cruz hasta en su nombre, Santa Cruz de La Palma».
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Esta historia rondó a Melini desde 1997, cuando comenzó a convertirse en un guion que ahora se transformó en novela. «Federico Luppi iba a ser el comisario Nieves, pero tuve que renunciar a realizar la película«, rememora. »Para escribir la novela tenía que olvidar lo que había en el guion, que además era insuficiente porque estos no son más que un paso hacia una obra definitiva, que es la película. En la escritura literaria tiene que estar todo lo de la historia de una vez, en cada frase, en cada párrafo».

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Ernesto Morales: el pintor uruguayo que conquistó el mundo desde Italia

En este episodio de NO LIMITS | Historias de Negocios, nos adentramos en el mundo del arte con Ernesto Morales, un pintor uruguayo que encontró en Italia un lugar para expandir su carrera. Desde su infancia en Montevideo hasta sus exposiciones en ciudades como Nueva York, Berlín o Pekín, Morales nos cuenta cómo ha construido su carrera sin depender de ayudas públicas, gestionando su arte como un negocio y conquistando coleccionistas de todo el mundo.
Ernesto Morales nació en Montevideo y se formó artísticamente en Buenos Aires, donde dirigió la Academia de Bellas Artes y el Museo Nacional de la capital argentina. Pero su trayectoria dio un giro en 2006, cuando fue invitado a realizar un tour de exposiciones en Europa, donde expuso en ciudades como París, Roma o Florencia.
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Fue en Italia donde encontró su espacio. Tras pasar por Roma y Génova, decidió establecerse en Turín en 2011, una ciudad que describe como un “laboratorio artístico” con una vibrante comunidad de coleccionistas y fundaciones de arte.
La clave para vivir del arte: autogestión y estrategia
A diferencia de otros países, en Italia no existen ayudas públicas significativas para los artistas, por lo que Morales ha sabido construir su propia red de apoyo en el mundo privado. Desde el inicio, entendió que el arte no solo es una disciplina creativa, sino también un negocio que requiere planificación, alianzas y autogestión.
Para Morales, los mecenas modernos no son únicamente instituciones, sino empresarios y emprendedores que invierten en arte, creyendo en su impacto en la calidad de vida y en el valor de la cultura.
Su proceso creativo: la luz, el espacio y la materia
Morales trabaja con un enfoque meticuloso: cada una de sus obras se adapta al espacio donde será expuesta, creando una conexión entre la luz y el entorno. Además, su proceso es completamente artesanal, utilizando minerales y piedras naturales para fabricar sus propios pigmentos.
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Según el pintor, este método le permite mantener una coherencia entre su obra y la naturaleza, haciendo que sus cuadros sean un reflejo de su visión filosófica y espiritual del arte.
El arte en la era digital y su expansión global
Morales ha expuesto en galerías de todo el mundo, desde Estados Unidos hasta China, pasando por Alemania y Tailandia. Sin embargo, destaca que el público reacciona de forma diferente según la región. Mientras que en Asia su obra se relaciona con el minimalismo y la espiritualidad, en Nueva York triunfa su serie de paisajes urbanos.
Sobre la era digital, Morales reconoce que las redes sociales son herramientas clave para la difusión del arte, pero insiste en que el verdadero impacto de una obra solo puede experimentarse en persona, en un museo o galería.
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Arte y Cultura
«Vidas exiliadas» de Javier Conde, 21 historias de buen periodismo

Por Ubaldo Arrieta
“Vidas exiliadas”, libro escrito por el conocido periodista venezolano nacido en Galicia, Javier Conde, ofrece en sus páginas semblanzas de personajes con el destierro en sus vidas. Textos de agudeza, investigación y contexto que van al fondo de todo aquello que políticamente desplaza y obliga a vivir fuera del terruño natal.
El periodista Javier Conde, nacido en Galicia, pero con toda una vida en tierras venezolanas, presenta “Vidas exiliadas”; 21 historias en 278 páginas en las que presenta una fusión de géneros periodísticos unidos por el hilo de la migración. El autor dejó España a los ocho años de edad y luego, en los últimos once, ha transitado por Colombia y Uruguay hasta regresar a la madre patria.
«También hablo de mi propio exilio«, dice Conde, a quien conocí en 1979, cuando cubría noticias de la Presidencia en Miraflores, durante el Gobierno de Luis Herrera Campìns. En 1967, comenta el autor, llegó con su madre, trabajadora mariscadora en costas gallegas, desde el pueblo de Paredes de la provincia de Pontevedra al Chacao caraqueño.
Sobre “Vidas exiliadas” se ha dicho que son historias “marcadas por el exilio, las luchas políticas, el fútbol y el periodismo (….) rigor, investigación, fuentes veraces y datos inéditos sobre hechos de la historia contemporánea o el pasado reciente de Venezuela (…)“.
«El exilio está presente de muchas maneras. Lo viví de niño y ahora lo vuelvo a vivir», dice Conde.
Editorialmente, “Vidas exiliadas” podría considerarse como un gran reportaje sobre la base de una fusión de géneros, como la entrevista, la crónica, la semblanza, el reportaje o el artículo de opinión, conectados al destierro y en los que resaltan, incluso, motivaciones humanas delante de causas políticas.
Y Javier así lo comparte en conversación con El Estímulo desde su residencia en Sarria, pueblo de 13.000 habitantes de la provincia gallega de Lugo.
– Sí, así lo podemos ver como un gran reportaje por ese hilo conductor en casi todas las historias. Es una fusión de géneros que nos permite abordar una variedad temática a partir del exilio y el desarraigo, aparte también de la lucha política. Ese es el periodismo que lo aprendimos haciéndolo y que en estos tiempos uno intenta hacer contextualizando, verificando datos, descripción de lugares donde ocurren los hechos, de perfilar a la persona que se entrevista o es referida, las historias, estadísticas.
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Este, su tercer libro, es una recopilación de textos sobre exilios y exiliados en artículos, reportajes y crónicas publicadas en diarios y revistas de Colombia, Uruguay, España y Venezuela, sobre gente que hizo su vida, o parte de ella, en países que no eran los de sus orígenes. Ya de antes, Javier Conde tiene publicada la recopilación Claro y raspao: una mirada a Venezuela. Diario Tal Cual (2006) y La conjura final (2012), vida política de Octavio Lepage., dirigente de Acción Democrática.

Diversos colegas, y me incluyo en el grupo, que hemos leído los textos, incluso antes de ser recopilados en el libro, coincidimos en que se está ante una aguda investigación alimentada por consultas en fuentes vivas y documentales con vértices noticiosos e inéditos que nos pasean por una detallada visión de cada personaje.
A través de la utilidad de diversos géneros periodísticos, Javier nos presenta particulares semblanzas en contextos diferenciados, bien sea a través de entrevistas o de investigación sobre una variedad de personajes y sus historias: Carlos Andrés Pérez, Teodoro Petkoff , huelguistas el movimiento UCAB de los años 70 , Carlos Blanco (analista asesor de María Corina Machado), ex embajador Diego Arria (con la historia de Orlando Letellier), relato sobre la maestra Helena Quinteros (refugiada en embajada venezolana en Montevideo durante dictadura militar uruguaya), Arturo Sosa (con presencia en Roma por ser jefe de los jesuitas en el mundo) y casi una conversa polémica con Farruco Sesto (ex ministro de Hugo Chávez).
También están los trabajos del narrador deportivo Lázaro “Papaíto” Candal y Damián Gaubeka (creador de la Pequeña Copa Mundial de futbol en Venezuela la en los años 50), Jacobo Arbenz (ex presidente de Guatemala derrocado) Rómulo Gallegos (en su exilio en Galicia), con escritor cubano Carlos Alberto Montaner, o historiador Manuel Pérez Vila (autor del diccionario de historia de Venezuela y América Latina), Randy, el joven venezolano en Galicia, Elizabeth Conell, repatriada estadounidense creadora del colegio en Caracas donde estudiaron los hijos de Javier.
– ¿Cómo nació la idea de este libro?
– Surgió cuando gané el premio “Miguel Otero Silva” de la Asociación de Periodistas Venezolanos en España, con el trabajo sobre Randy (al que conoció en Sarria).
Randy es un abogado venezolano que vive en Galicia luego de haber estado en Argentina y que, al llegar a España, solicitó asilo y le fue negado, pero recibió un permiso de residencia por un año, con posibilidad de renovación. Para ganarse la vida, asumió las faenas más variadas: chofer de Uber, empleado de un almacén chino, obrero de la construcción, entre otros.
“Las peripecias de Randy en España atrapan la atención por la claridad narrativa del autor”, indica el periodista Héctor Becerra.
– Se trataba de contar la vida de un venezolano en el exilio que ya esencialmente era un tema político en el sentido de que la gente está luchando por construirse una vida. Esa es la historia de Randy y es la misma de mi familia en Venezuela desde finales de los años 50 huyendo de la dictadura de Francisco Franco en España. Es la nueva vida que se la tiene que hacer el exiliado por situaciones políticas, pero asumiendo el compromiso de un mejor futuro para la familia. La noción de patria, de terruño, de nacionalidad toma un nuevo contorno en el lugar donde puedes echar para adelante y ahí la patria es la familia y los amigos. Y siempre eso tendrá una carga política.
– Con todo esto que hemos estado hablando de la contextualización y acumulación de datos, de la semblanza de los personajes, llama mucho la atención y motiva pensar en ese periodismo que evidencias en “Vidas exiliadas” y este otro periodismo de la información fáctica y rápida. Por eso estimo importante citar que en el prólogo del libro, Toña Betancourt califica las notas como “joyas pedagógicas para jóvenes que, en lugar de conformarse con ser influencers, aspiran a convertirse algún día en buenos periodistas….” y ahí estaría el punto .Y surge la interrogante entre el periodismo que se extrae del libro y ese con el que cotidianamente conectamos a través de las plataformas digitales y del que incluso utiliza la inteligencia artificial.
– De acuerdo y me parece correcto. Lo que pasa es que con toda esta dinámica desde internet y de la digitalización, la información circula masivamente las 24 horas de los 365 días del año. Hay de todo y en muchos casos lo que sucede es que las informaciones son repetitivas y de un medio a otro parece la misma, aunque con diferentes fuentes sin responder preguntas básicas. Se olvida el cuándo, el dónde y el cómo y mucho menos el porqué y hasta el quién o quiénes. Es decir lo que todos nosotros aprendimos, aplicamos y perfeccionamos. Ahora se privilegian palabras y frases que susciten likes y que a la gente le llame la atención y hasta se esconde el hecho noticioso y se utilizan los recursos de las incógnitas y las dudas en la titulación para llevar a una lectura que no da respuestas fundamentales del acontecimiento. Son simplemente ganchos para mantener el interés de la lectoría y lograr muchos likes en cada nota.
– Se cambian likes por credibilidad. ¿Podría estar planteada cada vez una especie de reivindicación de este tipo de periodismo de “Vidas exiliadas”?
– Hay mucho engaño en todo lo que se está haciendo. No hay profundidad, también está el hecho de la destrucción del sistema comunicacional por causas políticas…de cuando estábamos todos los días en largas jornadas en las redacciones de los periódicos y hablo de nuestro país. Dónde están los periódicos y las revistas impresas…la hegemonía comunicacional.
– Sin embargo y en eso estamos, en hacer un periodismo que vaya más allá
–Claro, es cierto, algunas veces más allá de las limitaciones. Y hablando de las redes sociales, cuando a través de esta realidad comunicacional se intenta suplantar el periodismo que hicimos y en todos se guía por lo que imponen los algoritmos. El gigantesco océano de la gran red en la que nadie sabe qué es cierto y que no por la ausencia de rigor profesional, de buscar una fuente identificable o, si no, detectar el peso de credibilidad de la información y esta credibilidad, lamentablemente no abunda.
«El gigantesco océano de la gran red en la que nadie sabe qué es cierto y que no por la ausencia de rigor profesional, de buscar una fuente identificable»
– Aquí entramos en el ámbito de la veracidad y lo establecido en la ley que rige nuestro oficio en Venezuela y en nuestro código de ética
– Siempre que se le ponen apellido a las cosas aparecen mentiras. Cuando se habla de socialismo democrático, en la realidad no hay tal, por ejemplo. Recordemos que a la que llamaban República Democrática Alemana no era tal. Ahora toquemos el tema con la información. Mi compromiso como periodista y nuestra formación profesional nos obliga a verificar los datos de los que vamos a difundir, a informar. Y ese es nuestro código deontológico profesional
Ahora, que una institución diga como una imposición que la información debe ser veraz. Y quién define lo que es o debe ser veraz. Esto lo define, por una parte, primero, mi condición profesional, y luego la empresa para la que trabajo o, el medio de comunicación que debe tener específicos códigos profesionales o libros de estilo de respeto a la información que se presentará al público. Ahora, si por el contrario es el Estado el que se meta a establecer qué es la veracidad, estamos fregados. A so me refiero cuando indico que la información que genera el periodismo no necesita apellido. Yo como periodista tengo el deber de informar con veracidad sin que el Estado o una constitución diga lo que es veraz, decidir lo que es o no es. Es como la libertad, que no debe estar condicionada y sin apellidos. El problema está en diversas constituciones, incluyendo la nuestra e incluso la de Estados Unidos que uno es libre de expresarte por cualquier medio, siempre y cuando no vulneres leyes
– La conclusión sería que la veracidad la establece la verificación de los elementos que constituyen la información.
– Y además del periodista la establece el público al que se le puede atribuir el compromiso de saber, comparar y escoger lo que se está informando. Una ciudadanía formada en valores más allá de una educación formal,
– En medio de todo lo que has planteado la pregunta que surge es qué es para ti el periodismo en estos tiempos de un mundo tan confrontado …de tiempos tan convulsos y exigentes para el buen periodismo
– A mi juicio y es algo que pudiera lucir fuera de vigencia, periodistas y medios siguen teniendo la misión en estas sociedades de hacer contrapeso a ls poderes en la sociedad, de todo tipo y no sólo políticos sino culturales, económicos y hasta deportivos. Ahì debe estar el periodismo para indagar, investigar, agudizar la vista y el entendimiento sobre los hechos. Además, contrarrestar, respetar y equilibrar puntos de vista y fomentar la pluralidad. El problema es que siempre ha habido desde los poderes políticos, tanto de izquierda como de derecha, atacar la libre expresión como valor democrático por este declive de la democracia en el mundo.
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Tecnología e inmediatez
– Y esa intensa cotidianidad en la que vivimos y el afán por sólo narrar los hechos, sin contexto
– En ese contexto podemos decir que el periodismo ha sido acorralado a través de las plataformas tecnológicas y de la inmediatez en la información. Hay tanta que es difícil encontrar veracidad y hasta imparcialidad. Sin embargo, las grandes cadenas periodísticas en el mundo se han reafirmado en la idea de un oficio que siga la preocupación arraigada por años, por ejemplo The Washintong Post y The New York Times. El periodismo puede jugar un papel importante en medio de la polarización que hay en el mundo entre poderes y tendencias y no contribuir con ello. Con equilibrio y prudencia, contrastada y que permita orientar
– Orientar frente a la información que podemos calificar como fáctica, directa que impide que los lectores y las audiencias logren entender el contexto de situaciones de diversos tipos que afectan negativamente a la sociedad, entender lo que les rodea
– Es ahí cuando se debe entender que las redes sociales son herramientas que ayudarán a hacer un buen periodismo. A lo que también hay que entender que por la masificación de la tecnología de la comunicación cualquier persona informa. Y la parte positiva es que las plataformas le han dado el ciudadano la posibilidad de expresar su pensamiento, opinar y hasta dar historias relacionadas con hechos que ocurren, cada quien a su manera. La historia del mundo hoy se cuenta a través de las redes que no tienen códigos de funcionamiento. y eso ha contribuido a la polarización. Y cada quien quiere dar como verdad en lo que cree
«La historia del mundo hoy se cuenta a través de las redes que no tienen códigos de funcionamiento. y eso ha contribuido a la polarización. Y cada quien quiere dar como verdad en lo que cree»
– Coincidirías en que el periodismo es esencialmente la vía para difundir contenidos que trasciendan lo aparente
– El periodismo con sus códigos, en los que nos formamos y evitamos que nuestras opiniones personales contaminen las notas y tergiversen las opiniones de los entrevistados. Se interprete la realidad y se presenta una visión que será tomada en cuenta en la medida en que recoja con veracidad todos los elementos que conforman un hecho.
– Para terminar, tu satisfacción de haber escrito el libro. Lo primero que uno como periodista siente, cuando culmina un texto que recibe opiniones positivas de los receptores, es la satisfacción de haber hecho bien el trabajo y cumplido con la misión…háblanos de tu sensación luego de “Vidas exiliadas”
– Fue una motivación muy rápida a mediados de 2024. Se publicó en noviembre y en ese tiempo previo fui recopilando los trabajos que ya antes me habían publicado. Y en este proceso, la querida amiga Toña Betancourt me ayudó mucho, aparte de prologar el libro y de revisar y corregir todas las historias que deseaba incorporar. Y, por supuesto, estoy satisfecho de haberlo hecho y haber elaborado esa recopilación de artículos. Y a pesar de mi edad, es una carta de presentación de lo que aún puedo acometer en el periodismo.
También en lo personal, muestra que he podido trabajar en otros países fuera de Venezuela como periodista y finalmente aquí en España, Galicia, mi terruño natal. , y que aun no conociéndome publicaron mis trabajos. Asimismo, satisface observaciones y recomendaciones que he recibido en relación a la posibilidad de haber profundizado un poco más en algunas historias, eso también es lo positivo para cualquiera de nosotros.
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Una vida en el periodismo
Sus comienzos en el periodismo fueron como pasante en el diario El Nacional mientras cursaba Comunicación Social en la Universidad Católica “Andrés Bello”. Luego de graduarse, fue reportero de la fuente política en El Diario de Caracas donde participó como delegado sindical y en estos años fue elegido Secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, SNTP.
Posteriormente ejerció de manera privada y creó una empresa de asesoría comunicacional corporativa y regresó después a la sede de El Nacional, pero como jefe de redacción de la revista Primicia. También fue jefe de redacción del diario Tal Cual bajo la dirección de Teodoro Petkoff y después asumió la dirección del diario 2001 del Bloque de Armas. En esos tiempos ejercía paralelamente como profesor de géneros periodísticos en Comunicación Social de su UCAB.
En 2014 salió de Venezuela en una segunda migración porque la primera, como ya se indicó, comenzó cuando tenía ocho años. En su libro están artículos publicados en El Espectador de Bogotá, El Observador de Montevideo, la revista Panenka de Barcelona, el diario Deia de Bilbao y El Progreso de Lugo, Galicia
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El Impulso
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