Entretenimiento
Cómete Madrid: tapeo, cañas y restaurantes con estrella

La diversidad de propuestas gastronómicas de la capital está convirtiendo a Madrid en la única ciudad europea que rivaliza en turismo con Londres y París
Por Beatriz Fernández
Madrid es una ciudad efervescente, con vida propia, una agenda cultural que no para, y mil y una maneras de descubrirla; aunque una de las mejores -no se puede negar- es a través del estómago. La capital cuenta actualmente con casi 30.000 locales de hostelería, que abren sus puertas cada día para ofrecer a madrileños y visitantes el mejor de los servicios.
En Madrid, la oferta gastro es infinita. Se pueden probar algunos de los platos más vanguardistas, elaborados por los mejores chefs del mundo, cocina internacional en antiguos mercados de abastos reconvertidos en templos de la restauración, degustar platos tradicionales del recetario madrileño en restaurantes que llevan abiertos más de un siglo y, por supuesto, tomar una caña o un vermú con su correspondiente tapa en algunas de las mejores barras del mundo.
De hecho, esa auténtica experiencia castiza que es tapear en el barrio de La Latina, o alternar en Malasaña, que han hecho de ello incluso un verbo propio (el latineo y el malasañeo); conocer los mercados de San Miguel o Antón Martín, en los que se puede probar desde la mejor cocina nacional, hasta platos internacionales; o degustar un tradicional cocido madrileño en Lhardy y los míticos huevos rotos de Casa Lucio, sin olvidar los 28 restaurantes con estrella Michelin que conviven en Madrid, están convirtiendo a la capital en uno de los destinos gastronómicos más potentes de Europa, rivalizando con Londres y París en cuanto a diversidad culinaria, tanto por precio como por oferta.
Las recetas de toda la vida
Madrid es cocido, callos y tortilla de patata. Platos de toda la vida, elaborados con la receta tradicional, y que son parte de la ciudad y de sus gentes. Estos platos son bandera y seña de identidad de locales centenarios y tabernas con solera que juegan el doble papel de dar servicio a los comensales y de preservar ese recetario original madrileño, que incluye platos como las carrilleras ibéricas, los huevos estrellados, las mollejas o el rabo de toro, sin olvidar las socorridas patatas bravas, o el mítico bocadillo de calamares.

Para José Antonio Aparicio, presidente de Hostelería Madrid, estos restaurantes se encargan de «respetar y conservar la identidad de Madrid, y hacen felices a los turistas que quieren completar su experiencia con la mejor gastronomía madrileña, acompañada de un excelente servicio».
Restaurantes donde se guarda el máximo respeto al producto de proximidad y a la elaboración tradicional de platos tan de Madrid como el cocido madrileño que puedes degustar en Lhardy, Malacatín, La Bola o La Cruz Blanca en Vallecas; la gallina en pepitoria de Casa Ciriaco, la tortilla de patatas de Bodega La Ardosa, los huevos rotos de Casa Lucio, el bacalao de Casa Labra, los caracoles a la madrileña de Casa Alberto y Casa Jorge, los asados de Las Cuevas de Luis Candelas y de La Posada de la Villa, o el cochinillo del Restaurante Botín.

Obligado terminar la comida con un buen café en el mítico Café Gijón por el que pasaron los mejores literatos de España; y una deliciosa napolitana de La Mallorquina, una confitería que lleva abierta, en plena Puerta del Sol, desde 1894.
A la vanguardia
La capital se ha convertido en el escenario perfecto también para grandes proyectos de restauración. Locales centrados en el diseño y la modernidad, que manejan cocina internacional y alternativa, y que han llenado el panorama local de propuestas diferentes, colocando a Madrid como destino de interés turístico gastronómico. De hecho, la gastronomía por sí sola empieza a ser ya una de las principales razones por las cuales la gente viene a la ciudad y uno de los principales motores económicos, tal y como señala el presidente de Hostelería Madrid, que muestra además el orgullo de todo un sector por «poder acompañar a toda la región en este proceso de explosión creativa a nivel culinario y de oferta turística en su conjunto».
Muestra de ello son grupos gastronómicos liderados por chefs de conocido renombre como Dani Garcia, que lleva desde 2016 abriendo restaurantes con su particular sello como BiBo Madrid, Smoked Room, Lobito de Mar, La Finca, Leña, Tragabuches, El Coleccionista y Dani Brasserie; o el Grupo Cañadío, que ha acercado la cocina cántabra hasta Madrid con locales como La Maruca, La Primera, La Bien Aparecida, o el Gran Café Santander.
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No se quedan atrás desde Pescaderías Coruñesas, uno de los referentes de restauración de la capital, que con sus propuestas de alta gastronomía gallega ha conseguido introducir sus restaurantes de Madrid en las mejores listas internacionales. Puro producto de calidad en la marisquería O’Pazo, Filandón, el ya mencionado Lhardy, o Desde 1911, galardonado con un sol de la Guía Repsol en 2023 y una estrella Michelin en 2024.
Mención aparte merecen también el Grupo Sagardi y sus cuatro templos de la gastronomía vasca: Sagardi Euskal Etxea, Sagardi Castellana, Cadaqués y Orio Fuencarral, o el grupo gallego Ocafú, propietario de seis restaurantes repartidos por toda la ciudad de Madrid.
Aquí se come ‘de lujo’
Madrid se ha convertido en el escenario perfecto para dar rienda suelta a la creatividad culinaria de chefs de reconocido prestigio. Tanto es así que ahora mismo la ciudad cuenta con 28 restaurantes incluidos en la Guía Michelin. Propuestas en las que destaca la calidad del producto y una experiencia singular -basada también en el espacio y el ocio- que ofrecen estos locales, y que se han convertido en auténticos reclamos turísticos, «consolidando la posición de la capital como destino gastronómico a nivel mundial», recuerda el presidente de los hosteleros de la región. Una selecta lista de restaurantes que está permitiendo a Madrid, incide Aparicio, «empezar a competir en igualdad de condiciones con otras grandes capitales que hasta ahora eran consideradas referente turístico y gastronómico en Europa, como Paris y Londres».

Entre esta selecta lista de locales, en los que la creatividad se une a la gastronomía de manera sublime, destacan nombres como el DiverXo de Dabiz Muñoz, reconocido por tercer año consecutivo como el mejor chef del mundo según The World Best Chef, y que puede presumir de ser el único restaurante en Madrid que cuenta con tres estrellas Michelin. Le siguen Deessa del chef Quique Dacosta; Coque, obra de los hermanos Mario, Rafael y Juan Diego Sandoval, DSTAgE de Diego Gerrero, La Terraza del Casino del chef Paco Roncero, el restaurante principal del Hotel Único a los mandos de Ramón Freixa y Smoked Room de Dani García, que cuentan actualmente con dos estrellas.

Junto a ellos, destacan con una estrella restaurantes punteros de Madrid como A’Barra, Cebo, Chirón, Clos, el Corral de la Morería, Desde 1911, El Club Allard, El Invernadero, Gaytán, La Tasquería, Montia, OSA, Quimbaya, RavioXO, Ricardo Sanz Wellington, Saddle, Santerra, Toki, Ugo Chan, Yugo, The Bunker y Zuara Sushi, a los que hay que sumar además todos los locales de hostelería madrileños distinguidos con Soles Repsol, lo que amplía el universo gastronómico de la alta cocina en la región hasta los -casi- cien restaurantes.
De tapeo por los mercados de abastos

Si por algo sobresale la oferta de restauración de la región es por su originalidad. Y no hablamos sólo de las creaciones de los restaurantes con estrella Michelin, sino de la reconversión que han sufrido los mercados de abastos de la capital. Estas galerías comerciales de toda la vida, que en muchos casos atravesaban horas bajas, afrontan ahora una época dorada gracias a esa tendencia de comer de modo informal tan de moda en las grandes ciudades. Una opción perfecta para locales y visitantes que quieren picotear algo rápido sin renunciar al producto de calidad.
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Los antaño puestos de comida se han transformado ahora en puestos de restauración en los que los clientes pueden probar platos de todo tipo mientras comen en mesas altas compartidas. Una transformación que comenzó en el Mercado de San Miguel, convertido en un templo del tapeo donde los productos frescos y el género son los protagonistas, y al que tras su éxito han seguido otros mercados de la ciudad como el de San Antón, un punto de encuentro del céntrico barrio de Chueca; el Mercado de San Fernando en Lavapiés, una apuesta por la modernidad y calidad, o el Mercado de Vallehermoso, uno de los que cuenta con mayor número de puestos de comida.
El mercado de San Ildefonso en Malasaña, que recoge el espíritu urbano de los mercados callejeros de Londres o Nueva York, y en el que se puede disfrutar de fiestas, catas gastronómicas y eventos solidarios; el Mercado de La Paz en el barrio de Salamanca, que ofrece un amplio abanico de productos exquisitos y una variada oferta de productos gourmet de la mejor calidad; el Mercado de Chamberí, en cuyos puestos no faltan el pescado y el marisco del Atlántico, ni las delicias peruanas y mexicanas; y el de Antón Martín, en pleno centro de la capital, el mejor lugar donde sentarse a degustar comida griega, mexicana, o japonesa.
De bar en bar
Si has pasado por la capital habrás escuchado términos como tardeo, domingueo, malasañeo, o latineo… palabras que se han popularizado en los últimos años y que tienen algo en común: los bares. Hablar de Madrid es hablar de esos bares castizos donde tomarse una caña bien fría acompañada de su buena tapa, y en los que se pueden degustar unas raciones de calamares, unas bravas, un pincho de tortilla, o unos torreznos… pero en los que, sobre todo, se pueden pasar horas de charla con amigos.

Bares como El Palentino, el Doble o Casa Julio forman parte de la vida y de la identidad de la ciudad, y barras históricas como las de Casa Revuelta, El Anciano Rey de los Vinos, o La Taberna de mi Abuelo son conocidas incluso fuera de nuestras fronteras. Sin duda, no hay mejores sitios para socializar y hacer un parón tras un día de turismo que locales como el Mesón del Champiñón, la Taberna Capitán Alatriste, Casa Zoilo o la Taberna Pedraza.
Hablar de bares es, además, hablar de terrazas como las de la Plaza de Santa Ana, o la Plaza Mayor, siempre a rebosar, o las del Paseo Recoletos, el Paseo del Prado, o la Puerta de Alcalá que dan servicio a los millones de visitantes que cada año llegan a Madrid. Un total de 6.400 terrazas aprovechan actualmente la maravillosa climatología de la capital y las horas de luz tan demandadas por los visitantes, y por los propios madrileños que no renuncian a disfrutar de su ciudad en una mesa al aire libre y siempre con amigos.
La hora del vermú
Junto a salir de cañas, la hora del vermú es, sin duda, una de las actividades por antonomasia de la capital. La oferta de locales donde tomar un buen vermú de grifo es muy amplia, pero te recomendamos encarecidamente bares como Los Gatos, El Vermut, la Vermutería Chipén -ubicada dentro del Hotel Mercure Plaza-, la Taberna Ángel Sierra, La hora del vermut -en el Mercado de San Miguel-, Casa Camacho, Bodegas Ricla, Lolina Vintage, Stop Madrid, Bodegas Rosell, o Casa Alberto.
Junto a estas vermuterías, destacan también en la capital numerosos locales que han hecho de sus cócteles una seña de identidad y un foco de atracción turística. El Bar Cock, The Shaker, Fat Cats Cocktail House, Negro Mate Cóctel, o el mítico Museo Chicote, en plena Gran Vía, han conseguido que la gente haga incluso cola para probar algunas de sus creaciones.
Para completar la experiencia gastronómica que ofrece la región se puede visitar también alguna de las bodegas que elaboran los caldos de la DO Vinos de Madrid como, por ejemplo, la Bodega Vinícola de Arganda del Rey, la única bodega en toda Europa a la que se puede llegar en metro. Una visita única, a tan sólo 25 kilómetros del centro de Madrid.
Okdiario.com
Arte y Cultura
Leonardo Padrón en el Instituto Cervantes

El próximo 2 de diciembre a las 19 y 30, Leonardo Padrón presentará en la sede
central del Instituto Cervantes su nuevo libro: La difícil belleza de las esquinas
(Editorial Pre textos). Esta actividad se realizará dentro del programa: “Biblioteca al
día”, con el que esta institución de prestigio mundial ofrece al público un contacto
directo con los autores y títulos más relevantes de la actualidad española.
Padrón, uno de los escritores más populares y leídos de América Latina, conversará
en esta ocasión sobre su más reciente libro, volumen que condensa una parte
significativa de su trabajo literario desarrollado hasta el momento en títulos como:
Balada, Tatuaje, Boulevard, El amor tóxico y Métodos de la lluvia.
Trayectoria
Nacido en Venezuela en 1959, comenzó allí su exitosa carrera literaria que aparte de
la poesía incluyó desde sus inicios la escritura de guiones para televisión. En este
último género es autor de series como Pálpito que se convirtió en la producción de
habla no inglesa más vista a nivel mundial con 68 millones de horas vistas apenas en
su primera semana de transmisión en Netflix. Éxito que repitió con la segunda
temporada de Pálpito, también con la serie Accidente y que se ha visto reflejado en
innumerables nominaciones y premios como autor televisivo.
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En tanto poeta, Padrón formó parte en los años ochenta del grupo Guaire, que
introdujo en la lírica venezolana los tonos de la poesía conversacional, y desde sus
inicios la respuesta del público lector a su escritura ha sido multitudinaria, al punto que
las últimas presentaciones de sus libros en Venezuela se desarrollaban en teatros
debido a que el espacio de las librerías era insuficiente para albergar a sus cientos de
seguidores, hecho repetido en eventos como la Feria del libro de Madrid donde ha
producido kilométricas filas de lectores que han agotado las existencias de sus títulos.
Su obra, centrada en temas como el amor, la soledad contemporánea, la pasión por lo
urbano, ha sido traducida a idiomas como el alemán, el búlgaro y el inglés. Del mismo
modo, forma parte de la antología de literatura venezolana: El adiós de Telémaco,
publicada en España para recoger lo más selecto de la literatura del país caribeño.
Lea también: Se publica «El adiós de Telémaco. Una rapsodia llamada Venezuela»
También es destacable el trabajo de Padrón en géneros como la crónica, la entrevista
y la literatura infantil, labor recogida en volúmenes como: Se busca un país; Kilómetro
cero, La niña que se aburría con todo, La jirafa y la nube, y Los imposibles.
Motivos por los que la sede central del Instituto Cervantes acogerá los ecos de esta
voz poética el ya citado 2 de diciembre a las 19: 30, momento en que estará
acompañado por los escritores Karina Sáinz Borgo y Juan Carlos Méndez Guédez,
quienes indagarán sobre los mecanismos de la escritura y la manera de entender la
poesía que signa el trabajo del autor caraqueño.
Las entradas están agotadas.
Se puede seguir en :
Presentación del libro «La difícil belleza de las esquinas», de Leonardo Padrón
Emisión en directo | Instituto Cervantes
Nota
Arte y Cultura
La Navidad Venezolana en Familia

La magia de la tradición venezolana llegará a Barcelona el viernes 12 de
diciembre a las 21:00 h, cuando la pianista venezolana Clara Marcano,
radicada en Miami y reconocida por su dedicación a la música
latinoamericana, se reúna en el escenario de la Librería Byron con el
guitarrista Luis Zea, referente internacional de la guitarra venezolana, y
con la periodista y cantante Tibisay Zea, cuya voz abraza con naturalidad
los colores de la música de raíz.
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Juntos presentan “La Navidad Venezolana en Familia”, un concierto
íntimo y entrañable en el que esta familia de artistas, a través de aguinaldos
y ritmos tradicionales de Venezuela y América Latina, comparte recuerdos,
anécdotas y la calidez de sus raíces, celebrando la música como un vínculo
profundo con la tierra, con la memoria y con la comunidad venezolana que
vive lejos del país.
La propuesta, cargada de emoción, identidad y cercanía, invita al público a
reencontrarse con los sonidos que han acompañado generaciones y a vivir
una noche donde Venezuela parece volver a sentirse al alcance de la mano.
Las entradas ya se encuentran a la venta en Entradium.
Nota
Entretenimiento
La historia detrás del Black Friday

Andrea Arzola Morillo
Hoy lo asociamos a colas, clics compulsivos y rebajas imposibles, pero Black Friday no nació como una celebración del consumo. Su nombre empezó siendo casi un insulto, ligado al caos y a un viernes particularmente oscuro en la historia de Estados Unidos.
Cada año, el viernes posterior a Acción de Gracias marca el pistoletazo de salida oficioso de la temporada de compras navideñas en Estados Unidos y, desde hace dos décadas, también en buena parte del mundo. Lo que empezó como una jornada de descuentos en tiendas físicas se ha convertido en un evento comercial masivo, con campañas que hoy duran semanas y que arrastran a marcas, plataformas online y consumidores a una especie de maratón global de ofertas.
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En países como España, Black Friday se consolidó sobre todo a partir de los años 2010, empujado por el e-commerce y por grandes cadenas internacionales. Con los años, se ha convertido en una fecha que reorganiza calendarios, adelanta compras navideñas y dispara la competencia por captar atención en un mercado saturado de promociones.
De un viernes “negro” en Filadelfia al fenómeno global
El nombre Black Friday tuvo, antes que nada, un sentido oscuro. En la historia estadounidense se llamó así a varios días de crisis; el más famoso fue el 24 de septiembre de 1869, cuando un intento de manipular el mercado del oro provocó un desplome financiero. Aquel «viernes negro» no tenía nada que ver con rebajas, pero dejó la expresión asociada a caos y pérdidas.
Décadas después, el término reapareció con otro significado, todavía negativo. A comienzos de los años cincuenta se usó para describir el viernes después de Acción de Gracias en fábricas y oficinas, porque muchos trabajadores se ausentaban para alargar el puente. Era, literalmente, un «viernes negro» para la productividad.
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La conexión directa con las compras llegó en los años sesenta en Filadelfia. La policía local empezó a llamar Black Friday al día posterior a Acción de Gracias por el tráfico imposible, las aglomeraciones en los comercios y el ambiente de descontrol que se generaba en el centro de la ciudad, agravado además por el partido anual de fútbol americano Army Navy que atraía aún más gente. Los comerciantes intentaron cambiar el nombre por «Big Friday», pero el apodo policial se impuso y terminó viajando a otras ciudades.
El re-branding perfecto
El gran giro llegó en los años ochenta, cuando el sector minorista decidió darle la vuelta al relato. Empezó a difundirse la explicación de que ese día las tiendas pasaban de estar «en rojo» (pérdidas) a «en negro» (beneficios), una imagen tomada de la contabilidad tradicional. No era el origen real del término, pero funcionó como re-branding perfecto: transformó una jornada asociada al caos en una fiesta del consumo.
Desde entonces, Black Friday no ha hecho más que crecer. Primero se convirtió en el día con más ventas presenciales del año en Estados Unidos y luego, con internet, saltó de las tiendas a la pantalla. En los 2000 surgieron extensiones naturales como Cyber Monday (descuentos online el lunes siguiente) y más tarde campañas adelantadas que hoy empiezan incluso antes de Acción de Gracias. El «viernes» dejó de ser un día para convertirse en una temporada comercial completa.
Así, lo que nació como una forma de describir un colapso urbano en Filadelfia terminó convertida en una etiqueta global de marketing. Un nombre oscuro, reciclado por el retail, que hoy define el mayor ritual contemporáneo de compras con descuento.
La Razón
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