Negocios
Marta Ortega y el despegue de Inditex

Por Domingo Soriano
La empresa con sede en Arteixo no depende del BOE ni está sujeta a los caprichos del gobernante de turno para prosperar o fracasar.
Inditex vale unos 145.000 millones de euros (euro arriba, euro abajo; mientras escribo este artículo su cotización sigue fluctuando). El rendimiento de su acción es espectacular. Incluso si eliminamos el efecto covid, que todo lo distorsiona un poco, lo que tenemos es que desde el verano de 2019, cuando se movía en el entorno de los 25€ por título a los 46 euros que rozaba este viernes, el precio de las acciones de la compañía gallega se ha disparado un 84%. De hecho, lo más comentado esta semana es que en los dos años que ya llevan Marta Ortega y Óscar García Maceiras al frente del grupo textil no ha cambiado la tendencia ascendente que ya mostraba la compañía bajo la dirección de Don Amancio y de Pablo Isla. Es pronto para un juicio definitivo, pero las cifras presentadas hace unos días apenas dejan un resquicio para el pesimismo: beneficio neto récord de 1.294 millones de euros en el primer trimestre (un 10,8 % más que hace un año); Ebitda de 2.370 millones; ventas de 8.150 millones, un 7,1% más (se ha puesto un pequeño pero en este punto porque no han crecido a doble dígito, lo que ocurre por primera vez desde 2021; a mí, que se señale esto me indica la fortaleza de la compañía)… Y podríamos seguir.
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En estos momentos, la única duda es la del tamaño. Es muy complicado ser un gigante y seguir creciendo cada año. Las ineficiencias de las grandes organizaciones también afectan a las empresas (no pensemos que es algo exclusivo de la burocracia estatal; la diferencia está más en las consecuencias; una empresa mal gestionada tiene pérdidas o quiebra, un organismo público recibe más presupuesto); y el gran reto de Inditex será evitarlas. Aunque también es verdad que todavía tiene margen para seguir creciendo en muchos mercados importantes. Pero, incluso así, no será sencillo mantener este ritmo.
Dicho esto, lo más interesante no es lo que nos dice de Inditex, sino lo que nos explica sobre la sociedad que vio nacer a esta empresa. Y sobre muchas de esas preguntas que la izquierda se hace para intentar comprender una realidad que les supera.
Por ejemplo, este crecimiento apenas está generando eco en los medios españoles. No me refiero a los resultados de esta semana sino, en general, a la evolución de la compañía en estos dos años extraordinarios. Porque la capitalización bursátil de Inditex es un 80% más elevada que la de la siguiente compañía del Ibex (Iberdrola, con casi 79.000). Con la diferencia de que la empresa con sede en Arteixo no depende del BOE ni está sujeta a los caprichos del gobernante de turno para prosperar o fracasar. Del top 10 del Ibex 35 (Iberdrola, Santander, BBVA, Caixabank, Amadeus, Aena, Ferrovial, Telefónica y Naturgy), sólo Inditex y Amadeus parecen vivir al margen del capricho del ministro de turno (y no nos referimos al actual; en general, la gran empresa española casi siempre está demasiado pendiente del regulador).
Las preguntas
1 – ¿Es buena o mala noticia?
Por eso, la primera pregunta sería si todo esto del despegue bursátil de Inditex es una buena o mala noticia. Nión retórica: miembros del Gobierno o de la coalición que lo sostiene han clamado este año contra los dividendos y los beneficios de las grandes empresas, como si fueran algo negativo. Yolanda Díaz, por ejemplo, señaló directamente a las empresas españolas del sector (es difícil no pensar que se dirigía a Inditex) cuando criticó la moda de usar y tirar. En vez de pensar que beneficios y dividendos son la mejor prueba de la buena asignación del capital (los recursos escasos se gastan en algo que el público valora), se desprecian como señal de la avaricia de unos ricos sin escrúpulos.
Pensaba en todo esto el otro día, cuando Luca Costantini, que nos acompaña esta semana en Economía Para Quedarte Sin Amigos para hablarnos de Georgia Meloni, nos explicaba que en Italia los grandes empresarios son considerados como héroes nacionales. En España, por el contrario, no nos preguntamos cómo puede ser que haya tan pocas compañías españolas globales; ni pensamos que en realidad esos casi 150.000 millones de capitalización apenas sirven a Inditex para luchar por entrar en el top 15 de Europa. Eso es lo que debería preocuparnos: no tenemos ninguna otra compañía que pueda considerarse líder mundial en un gran sector. De hecho, las otras grandes del IBEX intentan colarse en el top 30 europeo (y normalmente no lo consigue). Si miramos la clasificación a nivel mundial, Inditex está en el puesto 86 y ninguna otra española entra al top 100: eso sí debería preocuparnos. La izquierda española no entiende que lo malo no es que exista un Inditex, lo malo es que no haya diez más. [No es el objeto de este artículo, pero miren los salarios y condiciones laborales en la empresa gallega; y, en general, en las grandes empresas frente a las pymes. Alguien preocupado por las condiciones de los trabajadores debería ser el mayor fan de las multinacionales].
2 – Por qué trabajan tanto
La segunda pregunta que trae de cabeza al progresismo hispano es la que se refiere a los motivos de Marta Ortega para seguir ahí. De vez en cuando hacen referencia a los miles de millones que gana cada año o a la avaricia de los mega-ricos. Pero incluso ellos deberían aceptar que ésta es una explicación un tanto absurda.
Según explica la compañía en su web, Amancio Ortega posee el 59% de los títulos de la compañía. O, lo que es lo mismo, posee unos 85.000 millones de euros en acciones. Y a eso habría que sumarle lo que valen el resto de sus empresas, que son muy menores en comparación, pero añadirán unos pocos miles de millones de euros a la cuenta final.
Uno mira esas cifras y resulta evidente que la retórica sobre la avaricia o las ansias de ganar más es absurda: nadie con 100.000 millones de euros se preocupa de dinero, ni de tener un poco más ni de tener un poco menos. Porque, además, esa imagen entra en conflicto con ésa otra caricatura de la izquierda que nos dibuja a los niños de papá dilapidando su fortuna en caprichos inútiles mientras sus trabajadores o sirvientes se desloman para garantizarles sus lujos.
La realidad es que hay más martas-ortegas que paris-hiltons. Y que los motivos que les impulsan a continuar acrecentando el legado que les transmite sus padres son mucho más contraculturales que las poses antisistema de las juventudes progresistas, por mucho que estos lleven el pelo de colores. Lo que transmiten esos herederos responsables es esfuerzo, sentido del deber, cuidar la obra de los que te precedieron… No le den más vueltas, lo fácil sería pulirse el dinero en innumerables fiestas, no luchar porque la cotización de la empresa siga subiendo.
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3 – ¿Se lo merece?
Por último, otro debate que le encanta al progresista medio: sobre los méritos de Marta Ortega. Cuando fue nombrada, ya escribimos sobre el tema: para empezar, para decir que es una pregunta absurda. ¿Quién se merece qué? ¿Yo me merezco haber nacido en un país rico como España, a finales del siglo XX, en una familia de clase media? Porque eso me sitúa en el 5% más afortunado de mi generación y en el 1% más afortunado de la historia de la humanidad. Y a los hijos de cualquiera de nuestros ministros, todavía los pondría algo más arriba.
También es cierto que esto depende de lo que uno valore. ¿Mejor ser rico y feo que clase media y guapo? ¿Quién vivirá mejor? ¿Y si eres enfermizo? ¿Y si tus padres son inaguantables? ¿Y si eres inteligente? ¿O, al revés, si no lo eres mucho? ¿Por qué centrarlo todo en la cuenta corriente? Si castigamos a Marta Ortega por lo que le dejó su padre, ¿por qué no a ese hijo de ministro del que hablábamos antes, o al de un catedrático de historia que lega conocimientos y habilidades también muy valiosas? ¿Por qué sólo cobrar impuestos progresivos al dinero: habría muchas otras formas de intentar igualar la posición de todos?
Al final, lo de «merecer» o no algo depende de la perspectiva y de lo que uno considere como mejor. Estos días de campaña, en los que hemos visto entrevistas, reportajes o documentales sobre cómo eran nuestros políticos en su infancia, sólo han servido para constatar que todos ellos lo han tenido muy fácil. Sí, incluso esas exministras que presumen de familia obrera (en realidad, clase media) lo han tenido más fácil que el 90-95% de los niños nacidos en el planeta en su mismo año (también este columnista recibió muy buenas cartas al nacer, no nos engañemos). ¿Nos lo merecemos? ¿Se lo merecían los niños africanos que nacieron en los 70-80, en países arrasados por la hambruna y ahora son adultos con 40-50 años?
De nuevo, estamos ante una pregunta algo absurda: ni lo merecemos ni dejamos de merecerlo. Lo único que podemos hacer es intentar sacar el máximo partido a esas oportunidades. Y vuelvo a Marta Ortega, que por ahora es un ejemplo. No sólo se preparó para lo que venía, sino que todo indica que lo hizo bien. Espero no ser gafe, porque las buenas noticias en la bolsa no duran demasiado y no hay nada como una noticia positiva para comenzar un descenso hacia el abismo. Por ahora, lo único que podemos decir es que puestos a pensar en una cuarenteañera en la que fijarse, los jóvenes españoles tienen pocos modelos mejores (y no, en nuestra política tampoco hay demasiado de lo que tirar).
libremercado.com
Negocios
La colombiana Sixxta abre su primera tienda en España

Irene Juárez
La empresa colombiana de moda femenina sale del país donde elabora todas sus prendas con el próximo objetivo de centralizar desde Barcelona los envíos a Europa. Anuncia una nueva apertura en Panamá y proyecta otra en Lisboa.
Sixxta quiere echar raíces en Europa y ha elegido Barcelona para vertebrar su crecimiento. La compañía colombiana especializada en moda de mujer, fundada hace siete años de la mano de Mayra Gómez, pone en marcha este miércoles la que será su primera tienda propia fuera de Colombia. Se ubica en el número cuatro de Passatge Sert, en el barrio barcelonés del Born.
Colombia y su apuesta por la moda
En los últimos tiempos, Colombia, y más concretamente Medellín, ha tomado cada vez más fuerza como un jugador potencial en el tablero de la moda de ámbito internacional, especialmente en el terreno de la moda urbana. Un claro ejemplo es Undergold, el Nude Project colombiano, que inició su andadura en 2016 dando lugar a una generación de marcas de streetwear en el país y que prepara también su desembarco en España. Al mismo tiempo, otras compañías de más larga trayectoria, como Totto, especializada en mochilas, han apostado igualmente por el mercado español para centralizar su estrategia de crecimiento. Studio F, por su parte, también aterrizó en el país hace dos años con el objetivo de iniciar su expansión por Europa, con una primera tienda en la calle Goya, en Madrid.
En diciembre, Sixxta aterrizará también en Panamá, según ha avanzado Mayra Gómez, su fundadora y directora creativa, en una entrevista con Modaes. Con esta apertura, la compañía sumará cinco tiendas: la recién estrenada en Barcelona y las tres de Colombia: en Bucaramanga, en Bogotá y en Medellín. La compañía fija su mirada en Lisboa para instalarse próximamente.
Sixxta facturó en 2024 un millón de euros con Colombia como su principal mercado, y el objetivo, este año, es superar los dos millones de euros en ventas. Su sede continúa en Girón (Colombia), donde también tiene el taller de costura con el que se elaboran la mayoría de las prendas. La compañía cuenta con una plantilla de 49 personas.
Facturación de Sixxta
Sixxta cerró su ejercicio fiscal de 2024 con una facturación de un millón de euros, y prevé superar el millón este año
A los mandos de Sixxta está el matrimonio formado por Mayra Gómez y Ludwing Serrano, que ha elegido Barcelona también para vivir por su posición estratégica. Su objetivo, a medio plazo, es operar un centro logístico en la ciudad desde donde ejecuten los envíos a Europa, ante el crecimiento de este mercado. Por el momento, la tienda, que cuenta con espacio suficiente de almacenamiento, servirá también para ir realizando algunos de los envíos a modo de testeo.
El rango de edad de su perfil de cliente se ha ampliado con el paso de los años. Empezaron dirigiéndose hacia un público más adolescente, aunque ahora la clienta tipo se sitúa en una comprendida entre los 20 y los 35 años. “Son chicas relajadas, divertidas, que les gusta la moda y la historia”, indica Gómez. “Suelen ser jóvenes y valoran la comodidad y el hecho de que tengamos amplitud de tallaje”. Un abrigo de Sixxta supera 200 euros de precio, un vestido 170 y una camiseta 90 euros.
Distribución de Sixxta
Sixxta distribuye sus productos en treinta países de todo el mundo, con un canal online que representa el 30% de sus ventas. En este punto, Europa coge cada vez más fuerza y en Estados Unidos, otro de los mercados donde la compañía pone el foco, está presente en puntos multimarca, después de haber incorporado a un representante en el territorio en el pasado mes de mayo.
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Todos los productos de Sixxta se elaboran en Colombia, la mayoría en el taller de la compañía, con procesos artesanales. Para ello, utiliza prendas de algodón 100%, algodón reciclado y, en menor medida, de poliéster reciclado. Gómez explica cómo intenta reutilizar los retales, por ejemplo, del denim, para complementar otras prendas, como los bolsos.
El matrimonio creció y se afincó en Girón, un pueblo colonial de Colombia que ha marcado la esencia de Sixxta desde sus inicios. Gómez, que diseña todas las colecciones, sostiene que en sus prendas “todo gira alrededor de los recuerdos” que mantiene de su pueblo, así como de su identidad colombiana. La creativa también se inspira en la comida local, que se ve reflejada en estampados que muestran desde tomates hasta utensilios de cocina; y en sus tías, “las mujeres que me criaron”, recuerda.
El papel de la mujer, de hecho, quiere tener un peso relevante en sus diseños. “Hacemos colecciones inspiradas en mujeres para reivindicar la fuerza femenina”, asegura Gómez. El nombre de la compañía, por casualidad, suena de forma parecida a la palabra sister en inglés, “una forma de referirse a la hermandad”, concluye.
Moda.es.com
Entretenimiento
La historia detrás del Black Friday

Andrea Arzola Morillo
Hoy lo asociamos a colas, clics compulsivos y rebajas imposibles, pero Black Friday no nació como una celebración del consumo. Su nombre empezó siendo casi un insulto, ligado al caos y a un viernes particularmente oscuro en la historia de Estados Unidos.
Cada año, el viernes posterior a Acción de Gracias marca el pistoletazo de salida oficioso de la temporada de compras navideñas en Estados Unidos y, desde hace dos décadas, también en buena parte del mundo. Lo que empezó como una jornada de descuentos en tiendas físicas se ha convertido en un evento comercial masivo, con campañas que hoy duran semanas y que arrastran a marcas, plataformas online y consumidores a una especie de maratón global de ofertas.
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En países como España, Black Friday se consolidó sobre todo a partir de los años 2010, empujado por el e-commerce y por grandes cadenas internacionales. Con los años, se ha convertido en una fecha que reorganiza calendarios, adelanta compras navideñas y dispara la competencia por captar atención en un mercado saturado de promociones.
De un viernes “negro” en Filadelfia al fenómeno global
El nombre Black Friday tuvo, antes que nada, un sentido oscuro. En la historia estadounidense se llamó así a varios días de crisis; el más famoso fue el 24 de septiembre de 1869, cuando un intento de manipular el mercado del oro provocó un desplome financiero. Aquel «viernes negro» no tenía nada que ver con rebajas, pero dejó la expresión asociada a caos y pérdidas.
Décadas después, el término reapareció con otro significado, todavía negativo. A comienzos de los años cincuenta se usó para describir el viernes después de Acción de Gracias en fábricas y oficinas, porque muchos trabajadores se ausentaban para alargar el puente. Era, literalmente, un «viernes negro» para la productividad.
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La conexión directa con las compras llegó en los años sesenta en Filadelfia. La policía local empezó a llamar Black Friday al día posterior a Acción de Gracias por el tráfico imposible, las aglomeraciones en los comercios y el ambiente de descontrol que se generaba en el centro de la ciudad, agravado además por el partido anual de fútbol americano Army Navy que atraía aún más gente. Los comerciantes intentaron cambiar el nombre por «Big Friday», pero el apodo policial se impuso y terminó viajando a otras ciudades.
El re-branding perfecto
El gran giro llegó en los años ochenta, cuando el sector minorista decidió darle la vuelta al relato. Empezó a difundirse la explicación de que ese día las tiendas pasaban de estar «en rojo» (pérdidas) a «en negro» (beneficios), una imagen tomada de la contabilidad tradicional. No era el origen real del término, pero funcionó como re-branding perfecto: transformó una jornada asociada al caos en una fiesta del consumo.
Desde entonces, Black Friday no ha hecho más que crecer. Primero se convirtió en el día con más ventas presenciales del año en Estados Unidos y luego, con internet, saltó de las tiendas a la pantalla. En los 2000 surgieron extensiones naturales como Cyber Monday (descuentos online el lunes siguiente) y más tarde campañas adelantadas que hoy empiezan incluso antes de Acción de Gracias. El «viernes» dejó de ser un día para convertirse en una temporada comercial completa.
Así, lo que nació como una forma de describir un colapso urbano en Filadelfia terminó convertida en una etiqueta global de marketing. Un nombre oscuro, reciclado por el retail, que hoy define el mayor ritual contemporáneo de compras con descuento.
La Razón
Gastronomía
3 marcas que hacen brillar el cacao venezolano en el exterior

Zoku en Japòn, Aroko en Italia y García Nevett en Estados Unidos, todas fundadas por venezolanos de la diáspora, han ganado importantes premios internacionales
Giuliana Chiape
Hay valientes que, al emigrar, decidieron trabajar para que otros puedan saborear la riqueza de Venezuela: el cacao venezolano. Y no solo eso, también lo han llevado a las cumbres de los premios internacionales, ganando medallas y menciones para tabletas y bombones de varios orígenes.
Aunque no son los únicos que están llenando el aire de otras latitudes con aroma de cacao venezolano, contamos las historias de tres de ellos: uno en Italia, otro en Japón y unas hermanas en Estados Unidos, concretamente en Florida.
1. Aroko en Italia
Dubraska y Johnny Spagnolo hicieron, en Venezuela, un diplomado en cacao y chocolate, así que, al emigrar a Italia, decidieron trabajar con ellos.
Este año 2025, ganaron premios en los International Chocolate Awards y en los Europa Chocolate Awards.
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En los International Chocolate Awards obtuvieron medalla con su barra de cacao Porcelana al 72% de pureza, proveniente de la Sierra de Perijá en Zulia; y también ganaron la mención Tesoro de Chuao, con una tableta hecha con granos de esta población aragüeña, reconocida mundialmente por la calidad de su cacao.

«Estos premios no son solo una razón para sonreír, son un reconocimiento de cómo hacemos las cosas: con honestidad, sin atajos, trabajando directamente con productores de cacao y respetando cada gramo de cacao venezolano que entra a nuestro taller», declararon al momento de ser galardonados.
Actualmente, a través de su marca Aroko, elaboran tabletas con cuatro variedades de cacao venezolano: Sur del Lago, Porcelana, Chuao y Ocumare, además de derivados como cremas untables con frutos secos, que elaboran con Carenero Superior.
2. Cacao Zoku en Japón

Alfredo Jorge González quería hacer chocolate en Japón pero con cacao venezolano y logró vencer todos los desafíos que le imponen las normas niponas de importación. El resultado es que ahora produce tabletas y bombones con granos de 12 regiones venezolanas diferentes.
Este año tuvo destacadas participaciones en premios internacionales. Primero, en el capítulo asiático de los International Chocolate Awards obtuvieron bronce, y luego destacaron, en la final mundial, con medalla de plata y el Premio de la Gastronomía para sus chocolates KinKan.
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Hay valientes que, al emigrar, decidieron trabajar para que otros puedan saborear la riqueza de Venezuela: el cacao venezolano. Y no solo eso, también lo han llevado a las cumbres de los premios internacionales, ganando medallas y menciones para tabletas y bombones de varios orígenes.
«Yo trabajo solo con cacao venezolano porque son los mejores sabores. Empecé hace cuatro años y medio porque conocí a un muchacho que traía cacao de Patanemo«, dijo Alfredo durante un foro sobre cacao venezolano.
El taller de chocolates está en Denenchofu, Japón, y desde allí llega a todo el archipiélago.
3. García Nevett en Miami
Las hermanas Susana e Isabel García Nevett comenzaron en el mundo del chocolate en Caracas, con su Latitud 10. Al migrar a Miami, finalmente decidieron bautizar su marca de chocolates con sus apellidos.
Hay valientes que, al emigrar, decidieron trabajar para que otros puedan saborear la riqueza de Venezuela: el cacao venezolano. Y no solo eso, también lo han llevado a las cumbres de los premios internacionales, ganando medallas y menciones para tabletas y bombones de varios orígenes.
Desde entonces han ganado medallas y reconocimientos en varias ediciones de los International Chocolate Awards. Tan es así que ofrecen una caja solo con bombones premiados, entre ellos el Anís y Papelón, que recuerda esa combinación venezolana presente en los golfeados.

Bombones premiados /cortesía @garcianevett/ El Estimulo
Además, a mediados de este año, fueron seleccionadas entre las mejores chocolaterías de Estados Unidos. Las hermanas García Nevett usan, en sus creaciones, una gran parte de cacao venezolano.
El Estímulo
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