Arte y Cultura
La escritora argentina Selva Almada explora la fragilidad del macho

La escritora argentina cierra su ‘trilogía de varones’ con la novela ‘No es un río’, finalista del Premio Booker 2024
Por Cristina Ros
De un tiempo a esta parte se ha vuelto habitual que los autores latinoamericanos, sobre todo las autoras, copen las listas de reconocimientos, también por sus traducciones a idiomas como el inglés. Nombres como Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Claudia Piñeiro, Guadalupe Nettel, Fernanda Melchor, Mónica Ojeda, Ariana Harwicz o la reciente premio Pulitzer Cristina Rivera Garza prueban el gran momento de la literatura hispana. Entre ellas destaca asimismo la argentina Selva Almada (Entre Ríos, 1973), quizá no tan conocida en España. Con su última novela, No es un río (Random House, 2021), ha resultado finalista del prestigioso Premio Booker 2024, que tiene la particularidad, en su categoría internacional, de retribuir tanto al autor como a su traductor.
Leer a Selva Almada es una experiencia de inmersión: su prosa se lee con los ojos, pero se respira con todos los sentidos. Desde que se dio a conocer con el volumen de relatos Una chica de provincia (2007), se ha convertido en una de las autoras más leídas de Argentina con un corpus literario enmarcado en los parajes áridos de su tierra natal, con un estilo de una enorme riqueza expresiva y una naturaleza sensorial que evoca olores, sabores, texturas, ruidos. Incisiva, penetrante y siempre al servicio de la palabra exacta.
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La editorial presenta esta novela como el cierre de una «trilogía de varones» que se inició con El viento que arrasa (2012) y continuó con Ladrilleros (2013). Son obras independientes que comparten el perfil protagónico: hombres curtidos, humildes, con el carácter áspero y circunspecto de quienes se han educado en el terruño, en los impulsos primarios y el instinto de supervivencia; pura vida sin maquillaje. Hombres que callan, que se guardan todo para sí; por eso aún tiene más mérito que la autora narre, ponga voz a su forma de estar en el mundo. En sus manos, el silencio, la vergüenza, la fragilidad reprimida del macho, se convierten en un material literario sensible y lleno de matices.
En No es un río, los protagonistas son Eusebio, Enero y el Negro, colegas de fatigas de juventud. Ahora, sin embargo, han pasado los años, Eusebio ya no está y los demás se llevan al hijo del amigo muerto a pescar. Con una narración de fragmentos breves que se mueven en diferentes tiempos con solvencia, como ya hizo en Ladrilleros, la autora va pintando un fresco de la amistad a lo largo del tiempo, de las experiencias iniciáticas (fiestas, mujeres, placeres) a la inevitable llamada del deber, el trabajo, la vida. Tres hombres desencantados, complejos, que parecen haber perdido la fiereza de sus años locos. Cómo gestionó cada uno la transición a la madurez, entre el apego y el alejamiento entre ellos, será la clave para entender la situación del presente.
Miseria y barbarie
Y no están solos: por mucho hincapié que se haga en su retrato masculino, Almada ya demostró en su narrativa breve y en los secundarios de sus novelas que domina por igual la psicología femenina. Porque, por supuesto, las chicas se cruzan en el camino de los protagonistas, son piezas fundamentales en su devenir. Como ellos, son fruto de ese entorno sucio y quieren disfrutar; pero, a diferencia de ellos, tienen otro sentido de la supervivencia, han aprendido lo que la sociedad espera de ellas, conocen su cuerpo, sus fortalezas y sus debilidades. Están, también, las madres, las que sufren en un silencio sin estridencias, otro perfil que Almada plasma con maestría y delicadeza: miedos, sacrificios, resignaciones; mujeres con el olfato práctico de quien no se puede permitir cavilar demasiado. La imagen de una madre sola, en la penumbra, derrotada pero sin lágrimas, que ya se ha quedado seca de tantas decepciones, es una de las evocaciones más crudas y hermosas del lado más cruel de una realidad inflexible.
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No es un río comparte con sus predecesoras el ambiente sórdido, embrutecido, en el que la muerte se halla presente de un modo u otro. Almada no se recrea en la violencia, sino que está más bien se respira, atrapa a los personajes, hombres y mujeres, como una tela de araña que arrastran desde el nacimiento. Ahí palpitan Cormac McCarthy, William Faulkner, Flannery O’Connor; porque la miseria, la barbarie y el ardor no entienden de idiomas ni de fronteras. Esta novela en concreto acontece en una isla, lo que potencia más si cabe la sensación de poseer su propio microcosmos, limitado, donde todo se mueve, pero nada cambia, y los personajes parecen condenados a repetir los mismos patrones generación tras generación, sin opción de revertir la dinámica, de salir de ahí, porque ni siquiera se lo plantean. Como el río: «No es un río, es este río. Ha pasado más tiempo con él que con nadie» (p. 76). Eusebio, el amigo muerto, llegó nuevo, les abrió caminos, y ya vemos cómo termina («Hasta en morirse fue el primero. Ese misterio le fue revelado a él antes que a nadie», p. 92).
Todo ello, con un estilo aún más depurado, sutil e insinuante que en su obra previa, con una cadencia en el fraseo (esos puntos y aparte, esos «dijo» tan bien puestos) que hace que la narración fluya con musicalidad, rítmica, vibrante, una sobriedad poética que es marca de la casa y aquí brilla en todo su esplendor. Si Ladrilleros supuso un peldaño más con respecto a El viento que arrasa en la estructura y la experimentación lingüística, No es un río añade otro desafío en forma de mayor pluralidad, con un entramado de acercamientos y tensiones a lo largo del tiempo que arrastra al lector por sus páginas. Una novela de ruinas personales en un paraje enraizado en la naturaleza, pero también fruto de la ensoñación. Almada continúa en ascenso en su trayectoria sólida y coherente; solo cabe esperar cuál será su próximo desafío.
theobjective.com
Arte y Cultura
Dos comisarios, un ahorcado y un misterio en la isla del volcán

La novela ‘El turista sin equipaje’ de Nicolás Melini indaga en la idiosincrasia de La Palma
Por Doménico Chiape
En esta ficción de Nicolás Melini , que transcurre en la isla La Palma, la erupción del volcán sucede en plena capital, Santa Cruz -en realidad librada de las cenizas en el estallido de Cumbre Vieja-. «No se preocupen, tampoco hay que lamentar víctimas mortales», asegura Melini, al hablar de su novela ‘El turista sin equipaje’, en la que un hombre aparece colgado en un bosque de esta isla del Atlántico. Como en los clásicos de misterio, hay dos comisarios, uno experto y otro novato, que deben dilucidar si se trata de un suicidio, como parece.
«Son policías muy buenos», resume Melini, nacido en esta isla canaria. «Y es posible que el turista no sea exactamente un turista y haya viajado con la soga como único equipaje. El alemán es parte de la idiosincrasia de la isla. Desde niño, en La Palma hemos visto cómo ha crecido una población alemana estable. Y de otros lugares también.
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La Palma tiene sus propias reglas y vive bajo el influjo de la «sorna palmera», asegura el autor, «que es una suerte de cainismo bondadoso, una malicia no exenta de bonhomía. Y por supuesto esto se encuentra en algunas situaciones y personajes. Pero tal vez se encuentre sobre todo en cómo se cuenta la historia. No sé si hay algo invisible para los foráneos. Tal vez para ellos haya un plus de misterio, pero no lo sé. Es muy difícil prever las experiencias de los lectores, que son siempre diversas y personales».
Un mesías y un guion
La trama tiene también violencia ritual y un líder carismático. «El mesías se encuentra en muchísimas de nuestras historias. Solo diré que las cosas suceden en una ciudad orgullosa de su catolicismo, que exhibe cruces por todos sus rincones, y que lleva la cruz hasta en su nombre, Santa Cruz de La Palma».
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Esta historia rondó a Melini desde 1997, cuando comenzó a convertirse en un guion que ahora se transformó en novela. «Federico Luppi iba a ser el comisario Nieves, pero tuve que renunciar a realizar la película«, rememora. »Para escribir la novela tenía que olvidar lo que había en el guion, que además era insuficiente porque estos no son más que un paso hacia una obra definitiva, que es la película. En la escritura literaria tiene que estar todo lo de la historia de una vez, en cada frase, en cada párrafo».

hoy.es
Arte y Cultura
Ernesto Morales: el pintor uruguayo que conquistó el mundo desde Italia

En este episodio de NO LIMITS | Historias de Negocios, nos adentramos en el mundo del arte con Ernesto Morales, un pintor uruguayo que encontró en Italia un lugar para expandir su carrera. Desde su infancia en Montevideo hasta sus exposiciones en ciudades como Nueva York, Berlín o Pekín, Morales nos cuenta cómo ha construido su carrera sin depender de ayudas públicas, gestionando su arte como un negocio y conquistando coleccionistas de todo el mundo.
Ernesto Morales nació en Montevideo y se formó artísticamente en Buenos Aires, donde dirigió la Academia de Bellas Artes y el Museo Nacional de la capital argentina. Pero su trayectoria dio un giro en 2006, cuando fue invitado a realizar un tour de exposiciones en Europa, donde expuso en ciudades como París, Roma o Florencia.
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Fue en Italia donde encontró su espacio. Tras pasar por Roma y Génova, decidió establecerse en Turín en 2011, una ciudad que describe como un “laboratorio artístico” con una vibrante comunidad de coleccionistas y fundaciones de arte.
La clave para vivir del arte: autogestión y estrategia
A diferencia de otros países, en Italia no existen ayudas públicas significativas para los artistas, por lo que Morales ha sabido construir su propia red de apoyo en el mundo privado. Desde el inicio, entendió que el arte no solo es una disciplina creativa, sino también un negocio que requiere planificación, alianzas y autogestión.
Para Morales, los mecenas modernos no son únicamente instituciones, sino empresarios y emprendedores que invierten en arte, creyendo en su impacto en la calidad de vida y en el valor de la cultura.
Su proceso creativo: la luz, el espacio y la materia
Morales trabaja con un enfoque meticuloso: cada una de sus obras se adapta al espacio donde será expuesta, creando una conexión entre la luz y el entorno. Además, su proceso es completamente artesanal, utilizando minerales y piedras naturales para fabricar sus propios pigmentos.
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Según el pintor, este método le permite mantener una coherencia entre su obra y la naturaleza, haciendo que sus cuadros sean un reflejo de su visión filosófica y espiritual del arte.
El arte en la era digital y su expansión global
Morales ha expuesto en galerías de todo el mundo, desde Estados Unidos hasta China, pasando por Alemania y Tailandia. Sin embargo, destaca que el público reacciona de forma diferente según la región. Mientras que en Asia su obra se relaciona con el minimalismo y la espiritualidad, en Nueva York triunfa su serie de paisajes urbanos.
Sobre la era digital, Morales reconoce que las redes sociales son herramientas clave para la difusión del arte, pero insiste en que el verdadero impacto de una obra solo puede experimentarse en persona, en un museo o galería.
Autónomos y emprendedor.es
Arte y Cultura
«Vidas exiliadas» de Javier Conde, 21 historias de buen periodismo

Por Ubaldo Arrieta
“Vidas exiliadas”, libro escrito por el conocido periodista venezolano nacido en Galicia, Javier Conde, ofrece en sus páginas semblanzas de personajes con el destierro en sus vidas. Textos de agudeza, investigación y contexto que van al fondo de todo aquello que políticamente desplaza y obliga a vivir fuera del terruño natal.
El periodista Javier Conde, nacido en Galicia, pero con toda una vida en tierras venezolanas, presenta “Vidas exiliadas”; 21 historias en 278 páginas en las que presenta una fusión de géneros periodísticos unidos por el hilo de la migración. El autor dejó España a los ocho años de edad y luego, en los últimos once, ha transitado por Colombia y Uruguay hasta regresar a la madre patria.
«También hablo de mi propio exilio«, dice Conde, a quien conocí en 1979, cuando cubría noticias de la Presidencia en Miraflores, durante el Gobierno de Luis Herrera Campìns. En 1967, comenta el autor, llegó con su madre, trabajadora mariscadora en costas gallegas, desde el pueblo de Paredes de la provincia de Pontevedra al Chacao caraqueño.
Sobre “Vidas exiliadas” se ha dicho que son historias “marcadas por el exilio, las luchas políticas, el fútbol y el periodismo (….) rigor, investigación, fuentes veraces y datos inéditos sobre hechos de la historia contemporánea o el pasado reciente de Venezuela (…)“.
«El exilio está presente de muchas maneras. Lo viví de niño y ahora lo vuelvo a vivir», dice Conde.
Editorialmente, “Vidas exiliadas” podría considerarse como un gran reportaje sobre la base de una fusión de géneros, como la entrevista, la crónica, la semblanza, el reportaje o el artículo de opinión, conectados al destierro y en los que resaltan, incluso, motivaciones humanas delante de causas políticas.
Y Javier así lo comparte en conversación con El Estímulo desde su residencia en Sarria, pueblo de 13.000 habitantes de la provincia gallega de Lugo.
– Sí, así lo podemos ver como un gran reportaje por ese hilo conductor en casi todas las historias. Es una fusión de géneros que nos permite abordar una variedad temática a partir del exilio y el desarraigo, aparte también de la lucha política. Ese es el periodismo que lo aprendimos haciéndolo y que en estos tiempos uno intenta hacer contextualizando, verificando datos, descripción de lugares donde ocurren los hechos, de perfilar a la persona que se entrevista o es referida, las historias, estadísticas.
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Este, su tercer libro, es una recopilación de textos sobre exilios y exiliados en artículos, reportajes y crónicas publicadas en diarios y revistas de Colombia, Uruguay, España y Venezuela, sobre gente que hizo su vida, o parte de ella, en países que no eran los de sus orígenes. Ya de antes, Javier Conde tiene publicada la recopilación Claro y raspao: una mirada a Venezuela. Diario Tal Cual (2006) y La conjura final (2012), vida política de Octavio Lepage., dirigente de Acción Democrática.

Diversos colegas, y me incluyo en el grupo, que hemos leído los textos, incluso antes de ser recopilados en el libro, coincidimos en que se está ante una aguda investigación alimentada por consultas en fuentes vivas y documentales con vértices noticiosos e inéditos que nos pasean por una detallada visión de cada personaje.
A través de la utilidad de diversos géneros periodísticos, Javier nos presenta particulares semblanzas en contextos diferenciados, bien sea a través de entrevistas o de investigación sobre una variedad de personajes y sus historias: Carlos Andrés Pérez, Teodoro Petkoff , huelguistas el movimiento UCAB de los años 70 , Carlos Blanco (analista asesor de María Corina Machado), ex embajador Diego Arria (con la historia de Orlando Letellier), relato sobre la maestra Helena Quinteros (refugiada en embajada venezolana en Montevideo durante dictadura militar uruguaya), Arturo Sosa (con presencia en Roma por ser jefe de los jesuitas en el mundo) y casi una conversa polémica con Farruco Sesto (ex ministro de Hugo Chávez).
También están los trabajos del narrador deportivo Lázaro “Papaíto” Candal y Damián Gaubeka (creador de la Pequeña Copa Mundial de futbol en Venezuela la en los años 50), Jacobo Arbenz (ex presidente de Guatemala derrocado) Rómulo Gallegos (en su exilio en Galicia), con escritor cubano Carlos Alberto Montaner, o historiador Manuel Pérez Vila (autor del diccionario de historia de Venezuela y América Latina), Randy, el joven venezolano en Galicia, Elizabeth Conell, repatriada estadounidense creadora del colegio en Caracas donde estudiaron los hijos de Javier.
– ¿Cómo nació la idea de este libro?
– Surgió cuando gané el premio “Miguel Otero Silva” de la Asociación de Periodistas Venezolanos en España, con el trabajo sobre Randy (al que conoció en Sarria).
Randy es un abogado venezolano que vive en Galicia luego de haber estado en Argentina y que, al llegar a España, solicitó asilo y le fue negado, pero recibió un permiso de residencia por un año, con posibilidad de renovación. Para ganarse la vida, asumió las faenas más variadas: chofer de Uber, empleado de un almacén chino, obrero de la construcción, entre otros.
“Las peripecias de Randy en España atrapan la atención por la claridad narrativa del autor”, indica el periodista Héctor Becerra.
– Se trataba de contar la vida de un venezolano en el exilio que ya esencialmente era un tema político en el sentido de que la gente está luchando por construirse una vida. Esa es la historia de Randy y es la misma de mi familia en Venezuela desde finales de los años 50 huyendo de la dictadura de Francisco Franco en España. Es la nueva vida que se la tiene que hacer el exiliado por situaciones políticas, pero asumiendo el compromiso de un mejor futuro para la familia. La noción de patria, de terruño, de nacionalidad toma un nuevo contorno en el lugar donde puedes echar para adelante y ahí la patria es la familia y los amigos. Y siempre eso tendrá una carga política.
– Con todo esto que hemos estado hablando de la contextualización y acumulación de datos, de la semblanza de los personajes, llama mucho la atención y motiva pensar en ese periodismo que evidencias en “Vidas exiliadas” y este otro periodismo de la información fáctica y rápida. Por eso estimo importante citar que en el prólogo del libro, Toña Betancourt califica las notas como “joyas pedagógicas para jóvenes que, en lugar de conformarse con ser influencers, aspiran a convertirse algún día en buenos periodistas….” y ahí estaría el punto .Y surge la interrogante entre el periodismo que se extrae del libro y ese con el que cotidianamente conectamos a través de las plataformas digitales y del que incluso utiliza la inteligencia artificial.
– De acuerdo y me parece correcto. Lo que pasa es que con toda esta dinámica desde internet y de la digitalización, la información circula masivamente las 24 horas de los 365 días del año. Hay de todo y en muchos casos lo que sucede es que las informaciones son repetitivas y de un medio a otro parece la misma, aunque con diferentes fuentes sin responder preguntas básicas. Se olvida el cuándo, el dónde y el cómo y mucho menos el porqué y hasta el quién o quiénes. Es decir lo que todos nosotros aprendimos, aplicamos y perfeccionamos. Ahora se privilegian palabras y frases que susciten likes y que a la gente le llame la atención y hasta se esconde el hecho noticioso y se utilizan los recursos de las incógnitas y las dudas en la titulación para llevar a una lectura que no da respuestas fundamentales del acontecimiento. Son simplemente ganchos para mantener el interés de la lectoría y lograr muchos likes en cada nota.
– Se cambian likes por credibilidad. ¿Podría estar planteada cada vez una especie de reivindicación de este tipo de periodismo de “Vidas exiliadas”?
– Hay mucho engaño en todo lo que se está haciendo. No hay profundidad, también está el hecho de la destrucción del sistema comunicacional por causas políticas…de cuando estábamos todos los días en largas jornadas en las redacciones de los periódicos y hablo de nuestro país. Dónde están los periódicos y las revistas impresas…la hegemonía comunicacional.
– Sin embargo y en eso estamos, en hacer un periodismo que vaya más allá
–Claro, es cierto, algunas veces más allá de las limitaciones. Y hablando de las redes sociales, cuando a través de esta realidad comunicacional se intenta suplantar el periodismo que hicimos y en todos se guía por lo que imponen los algoritmos. El gigantesco océano de la gran red en la que nadie sabe qué es cierto y que no por la ausencia de rigor profesional, de buscar una fuente identificable o, si no, detectar el peso de credibilidad de la información y esta credibilidad, lamentablemente no abunda.
«El gigantesco océano de la gran red en la que nadie sabe qué es cierto y que no por la ausencia de rigor profesional, de buscar una fuente identificable»
– Aquí entramos en el ámbito de la veracidad y lo establecido en la ley que rige nuestro oficio en Venezuela y en nuestro código de ética
– Siempre que se le ponen apellido a las cosas aparecen mentiras. Cuando se habla de socialismo democrático, en la realidad no hay tal, por ejemplo. Recordemos que a la que llamaban República Democrática Alemana no era tal. Ahora toquemos el tema con la información. Mi compromiso como periodista y nuestra formación profesional nos obliga a verificar los datos de los que vamos a difundir, a informar. Y ese es nuestro código deontológico profesional
Ahora, que una institución diga como una imposición que la información debe ser veraz. Y quién define lo que es o debe ser veraz. Esto lo define, por una parte, primero, mi condición profesional, y luego la empresa para la que trabajo o, el medio de comunicación que debe tener específicos códigos profesionales o libros de estilo de respeto a la información que se presentará al público. Ahora, si por el contrario es el Estado el que se meta a establecer qué es la veracidad, estamos fregados. A so me refiero cuando indico que la información que genera el periodismo no necesita apellido. Yo como periodista tengo el deber de informar con veracidad sin que el Estado o una constitución diga lo que es veraz, decidir lo que es o no es. Es como la libertad, que no debe estar condicionada y sin apellidos. El problema está en diversas constituciones, incluyendo la nuestra e incluso la de Estados Unidos que uno es libre de expresarte por cualquier medio, siempre y cuando no vulneres leyes
– La conclusión sería que la veracidad la establece la verificación de los elementos que constituyen la información.
– Y además del periodista la establece el público al que se le puede atribuir el compromiso de saber, comparar y escoger lo que se está informando. Una ciudadanía formada en valores más allá de una educación formal,
– En medio de todo lo que has planteado la pregunta que surge es qué es para ti el periodismo en estos tiempos de un mundo tan confrontado …de tiempos tan convulsos y exigentes para el buen periodismo
– A mi juicio y es algo que pudiera lucir fuera de vigencia, periodistas y medios siguen teniendo la misión en estas sociedades de hacer contrapeso a ls poderes en la sociedad, de todo tipo y no sólo políticos sino culturales, económicos y hasta deportivos. Ahì debe estar el periodismo para indagar, investigar, agudizar la vista y el entendimiento sobre los hechos. Además, contrarrestar, respetar y equilibrar puntos de vista y fomentar la pluralidad. El problema es que siempre ha habido desde los poderes políticos, tanto de izquierda como de derecha, atacar la libre expresión como valor democrático por este declive de la democracia en el mundo.
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Tecnología e inmediatez
– Y esa intensa cotidianidad en la que vivimos y el afán por sólo narrar los hechos, sin contexto
– En ese contexto podemos decir que el periodismo ha sido acorralado a través de las plataformas tecnológicas y de la inmediatez en la información. Hay tanta que es difícil encontrar veracidad y hasta imparcialidad. Sin embargo, las grandes cadenas periodísticas en el mundo se han reafirmado en la idea de un oficio que siga la preocupación arraigada por años, por ejemplo The Washintong Post y The New York Times. El periodismo puede jugar un papel importante en medio de la polarización que hay en el mundo entre poderes y tendencias y no contribuir con ello. Con equilibrio y prudencia, contrastada y que permita orientar
– Orientar frente a la información que podemos calificar como fáctica, directa que impide que los lectores y las audiencias logren entender el contexto de situaciones de diversos tipos que afectan negativamente a la sociedad, entender lo que les rodea
– Es ahí cuando se debe entender que las redes sociales son herramientas que ayudarán a hacer un buen periodismo. A lo que también hay que entender que por la masificación de la tecnología de la comunicación cualquier persona informa. Y la parte positiva es que las plataformas le han dado el ciudadano la posibilidad de expresar su pensamiento, opinar y hasta dar historias relacionadas con hechos que ocurren, cada quien a su manera. La historia del mundo hoy se cuenta a través de las redes que no tienen códigos de funcionamiento. y eso ha contribuido a la polarización. Y cada quien quiere dar como verdad en lo que cree
«La historia del mundo hoy se cuenta a través de las redes que no tienen códigos de funcionamiento. y eso ha contribuido a la polarización. Y cada quien quiere dar como verdad en lo que cree»
– Coincidirías en que el periodismo es esencialmente la vía para difundir contenidos que trasciendan lo aparente
– El periodismo con sus códigos, en los que nos formamos y evitamos que nuestras opiniones personales contaminen las notas y tergiversen las opiniones de los entrevistados. Se interprete la realidad y se presenta una visión que será tomada en cuenta en la medida en que recoja con veracidad todos los elementos que conforman un hecho.
– Para terminar, tu satisfacción de haber escrito el libro. Lo primero que uno como periodista siente, cuando culmina un texto que recibe opiniones positivas de los receptores, es la satisfacción de haber hecho bien el trabajo y cumplido con la misión…háblanos de tu sensación luego de “Vidas exiliadas”
– Fue una motivación muy rápida a mediados de 2024. Se publicó en noviembre y en ese tiempo previo fui recopilando los trabajos que ya antes me habían publicado. Y en este proceso, la querida amiga Toña Betancourt me ayudó mucho, aparte de prologar el libro y de revisar y corregir todas las historias que deseaba incorporar. Y, por supuesto, estoy satisfecho de haberlo hecho y haber elaborado esa recopilación de artículos. Y a pesar de mi edad, es una carta de presentación de lo que aún puedo acometer en el periodismo.
También en lo personal, muestra que he podido trabajar en otros países fuera de Venezuela como periodista y finalmente aquí en España, Galicia, mi terruño natal. , y que aun no conociéndome publicaron mis trabajos. Asimismo, satisface observaciones y recomendaciones que he recibido en relación a la posibilidad de haber profundizado un poco más en algunas historias, eso también es lo positivo para cualquiera de nosotros.
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Una vida en el periodismo
Sus comienzos en el periodismo fueron como pasante en el diario El Nacional mientras cursaba Comunicación Social en la Universidad Católica “Andrés Bello”. Luego de graduarse, fue reportero de la fuente política en El Diario de Caracas donde participó como delegado sindical y en estos años fue elegido Secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, SNTP.
Posteriormente ejerció de manera privada y creó una empresa de asesoría comunicacional corporativa y regresó después a la sede de El Nacional, pero como jefe de redacción de la revista Primicia. También fue jefe de redacción del diario Tal Cual bajo la dirección de Teodoro Petkoff y después asumió la dirección del diario 2001 del Bloque de Armas. En esos tiempos ejercía paralelamente como profesor de géneros periodísticos en Comunicación Social de su UCAB.
En 2014 salió de Venezuela en una segunda migración porque la primera, como ya se indicó, comenzó cuando tenía ocho años. En su libro están artículos publicados en El Espectador de Bogotá, El Observador de Montevideo, la revista Panenka de Barcelona, el diario Deia de Bilbao y El Progreso de Lugo, Galicia
Vidas Exiliadas editada por barralibros.com se puede adquirir en Amazon, tanto en versión digital como impresa.
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