Moda
Springfield se expande en América Latina con una nueva tienda en Guatemala

Alicia Mares
La marca española Springfield continúa fortaleciendo su presencia en América Latina con la apertura de una nueva tienda en Guatemala, ubicada en el centro comercial Pradera Concepción. Este segundo espacio en el país centroamericano abrió sus puertas el 1 de noviembre y forma parte de la estrategia de crecimiento regional de la firma.
Con un diseño moderno y luminoso, el espacio busca ofrecer una experiencia de compra cómoda y cercana, fiel a la identidad de la marca.
La tienda, ubicada en el segundo nivel del centro comercial, refleja el espíritu joven y urbano que caracteriza tanto a Springfield como a la ciudad de Guatemala, donde el estilo relajado y la autenticidad marcan tendencia.
“Estamos muy emocionados de abrir nuestra segunda tienda en Guatemala. Springfield ha sido una marca muy bien recibida, y esta nueva apertura refleja la confianza y entusiasmo que sentimos hacia el mercado”, señaló Antonio Burgos, director general de AR Holdings, empresa que opera la marca en la región.
La nueva tienda en el complejo guatemalteco se integra al ecosistema de AR Holdings, operador de marcas internacionales en la región. A través de su programa de fidelidad Line Up Rewards, los clientes pueden acceder a beneficios y experiencias compartidas entre firmas como GAP, Old Navy y Banana Republic.
Fundada en 1988, Springfield pertenece al grupo español Tendam, propietario también de Cortefiel, Pedro del Hierro y Women’Secret, y actualmente presente en más de 60 países con más de 800 tiendas.
El grupo dio un giro estratégico en julio pasado con la entrada de Multiply Group, fondo emiratí que adquirió el 67,9 % del capital. La transacción, que valoró a Tendam en unos 1300 millones de euros, coincidió con un cierre anual de 1400 millones en ventas y un Ebitda de 340 millones.
Fashionnetwork.com
Entretenimiento
La historia detrás del Black Friday

Andrea Arzola Morillo
Hoy lo asociamos a colas, clics compulsivos y rebajas imposibles, pero Black Friday no nació como una celebración del consumo. Su nombre empezó siendo casi un insulto, ligado al caos y a un viernes particularmente oscuro en la historia de Estados Unidos.
Cada año, el viernes posterior a Acción de Gracias marca el pistoletazo de salida oficioso de la temporada de compras navideñas en Estados Unidos y, desde hace dos décadas, también en buena parte del mundo. Lo que empezó como una jornada de descuentos en tiendas físicas se ha convertido en un evento comercial masivo, con campañas que hoy duran semanas y que arrastran a marcas, plataformas online y consumidores a una especie de maratón global de ofertas.
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En países como España, Black Friday se consolidó sobre todo a partir de los años 2010, empujado por el e-commerce y por grandes cadenas internacionales. Con los años, se ha convertido en una fecha que reorganiza calendarios, adelanta compras navideñas y dispara la competencia por captar atención en un mercado saturado de promociones.
De un viernes “negro” en Filadelfia al fenómeno global
El nombre Black Friday tuvo, antes que nada, un sentido oscuro. En la historia estadounidense se llamó así a varios días de crisis; el más famoso fue el 24 de septiembre de 1869, cuando un intento de manipular el mercado del oro provocó un desplome financiero. Aquel «viernes negro» no tenía nada que ver con rebajas, pero dejó la expresión asociada a caos y pérdidas.
Décadas después, el término reapareció con otro significado, todavía negativo. A comienzos de los años cincuenta se usó para describir el viernes después de Acción de Gracias en fábricas y oficinas, porque muchos trabajadores se ausentaban para alargar el puente. Era, literalmente, un «viernes negro» para la productividad.
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La conexión directa con las compras llegó en los años sesenta en Filadelfia. La policía local empezó a llamar Black Friday al día posterior a Acción de Gracias por el tráfico imposible, las aglomeraciones en los comercios y el ambiente de descontrol que se generaba en el centro de la ciudad, agravado además por el partido anual de fútbol americano Army Navy que atraía aún más gente. Los comerciantes intentaron cambiar el nombre por «Big Friday», pero el apodo policial se impuso y terminó viajando a otras ciudades.
El re-branding perfecto
El gran giro llegó en los años ochenta, cuando el sector minorista decidió darle la vuelta al relato. Empezó a difundirse la explicación de que ese día las tiendas pasaban de estar «en rojo» (pérdidas) a «en negro» (beneficios), una imagen tomada de la contabilidad tradicional. No era el origen real del término, pero funcionó como re-branding perfecto: transformó una jornada asociada al caos en una fiesta del consumo.
Desde entonces, Black Friday no ha hecho más que crecer. Primero se convirtió en el día con más ventas presenciales del año en Estados Unidos y luego, con internet, saltó de las tiendas a la pantalla. En los 2000 surgieron extensiones naturales como Cyber Monday (descuentos online el lunes siguiente) y más tarde campañas adelantadas que hoy empiezan incluso antes de Acción de Gracias. El «viernes» dejó de ser un día para convertirse en una temporada comercial completa.
Así, lo que nació como una forma de describir un colapso urbano en Filadelfia terminó convertida en una etiqueta global de marketing. Un nombre oscuro, reciclado por el retail, que hoy define el mayor ritual contemporáneo de compras con descuento.
La Razón
Entretenimiento
El modelo de botas que triunfa este otoño

Por Nuala Philips
Tacón cubano y caña recta: así son las botas más versátiles y favorecedoras de 2025
Llevamos años siendo testigos del éxito imparable de las botas cowboy. Las hemos visto triunfar en plateado, en mocha mousse y hasta con acabados retro. Claro que las botas de montar a caballo no se quedan atrás: desde 2022 han vuelto a nuestros armarios sin miramientos, emulando el lujo silencioso de las mejores amazonas.
Pero si hubo un tiempo en el que viviste en una rotación constante de ambos modelos, este año las tendencias parecen dispuestas a aunar lo mejor de los dos mundos con una bota híbrida a medio camino entre las botas vaqueras y las hípicas. ¿El resultado? Una bota de tacón cubano que sin embargo prescinde de la forma redondeada y amplia de la caña, para estilizarse y terminar recta al estilo de los mejores modelos de montar.
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A grande rasgos, la fusión podría considerarse la bota diaria perfecta (ni muy casual, ni muy elevada), pero también en el complemento perfecto para todas las faldas midi y mini que este otoño-invierno 2025 copan lookbooks y pasarelas. ¿Nuestro consejo? Que abogues por un color básico pero en tendencia como el burdeos o el marrón para sacarles el máximo partido esta temporada. Aunque en realidad, si eres de las que prefieres apostar por la atemporalidad, el negro se postula también como una opción de lo más apetecible.

En resumen, las botas del momento son cómodas, elegantes pero, sobre todo, versátiles. Y es que podemos imaginarnos con ellas tanto de día (con una falda midi y una camisa con chaleco), como por la noche (combinadas con un minivestido y medias negras de cristal, al más puro estilo Dua Lipa). Así que ya lo sabes: si buscas invertir en un modelo en plena tendencia, las botas híbridas del año son la respuesta a tus plegarias. Y si no, prepárate para verlas por todas partes los próximos meses.
Vogue.es
Lo que este show deja claro es que Madrid juega ya en la primera liga de las capitales de moda. La puesta en escena fue un alegato castizo con la Plaza Mayor convertida en un escenario de ensueño que unió historia y modernidad.
Si alguien dudaba que Madrid es una de las principales capitales europeas de la moda, el ocio y la cultura, la pasada noche en la Plaza Mayor disipó sus dudas. Hablamos de quienes estuvieron dentro o en los aledaños del centro capitalino, donde se reunió a más de 500 personas para presentar la colección primavera-verano 2026 de Carolina Herrera. Un desfile de nombres propios (una convocatoria espectacular), al que siguió un show para el recuerdo.
Cola en el photocall de influencers y hay que diferenciar claramente entre quienes acudieron para ver y ser vistos y aquellos que de forma discreta ocuparon sus asientos, donde les esperaba un clavel chulapo. Entre estos segundos vimos detalles como el cariñoso gesto de Amparo Corsini con Isabel Preysler cuando no encontraba su sitio.
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La reina de corazones llegó vestida de la enseña anfitriona y dio color a un front row en el que los neutros eran los reyes del lugar: Laura Vecino, Pedro Noronha, pareja de Carolina Herrera, Blanca Suelves, Margarita Vargas y un largo etcétera de socialités ocupaban esa fila.

En paralelo, otra primera fila de celebrities con toques de rojo y naranja, con Carmen Lomana e Isabelle Junot marcando el pulso colorista. Otra primera fila de la Plaza Mayor fue para el mundo de la cultura: Aitana Sánchez-Gijón y Najwa Nimri componían un abanico social que justificaba el revuelo de público que cantaba por Alaska a medida que pasaban los looks.
Entre ellos, una Valeria Mazza radiante en rosa confesaba a Vanitatis que está disfrutando especialmente de esta etapa en Madrid, ciudad en la que ha prolongado su estancia y donde ha acudido a varios desfiles de la semana de la moda. Su entusiasmo era compartido por muchos de los asistentes, conscientes de que la cita de Carolina Herrera había convertido a la Plaza Mayor en el epicentro estilístico de la ciudad.
Una carta de amor a Madrid
La colección presentada por Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, tuvo un sello muy claro: la unión de la casa neoyorquina con las raíces españolas. “Quería que fuera una carta de amor a Madrid”, explicaba en la previa, y lo cumplió con creces.
Casi todas las salidas hicieron un guiño al folclore: lunares bordados reinterpretados con sofisticación, capas castellanas transformadas en volúmenes contemporáneos, cortes cut-out estratégicos sobre la piel y un beauty look marcado por el rouge clavel mate en los labios y un eyeliner rotundo a lo Saritisima Montiel.

El resultado fue una pasarela que combinó el dramatismo del gesto español con la elegancia clásica de Carolina Herrera. La elección de la Plaza Mayor como escenario añadió un peso simbólico innegable: adoquines, farolas centenarias y balcones convertidos en palcos improvisados para un desfile que se sintió profundamente madrileño.
Las imágenes que marcaron tendencia
Los vestidos fucsia de volúmenes asimétricos y caídas arquitectónicas se convirtieron en uno de los focos de la noche, reivindicando el color como motor de energía. También se vieron vestidos drapeados en seda ligera, otros estampados fluidos en organza y faldas lápiz con plisados que evocaban el clasicismo español desde una mirada cosmopolita. Uno de los momentos más celebrados de la noche fue precisamente el bloque de cinco prendas firmadas por Sybilla en colaboración con Wes Gordon. El rojo y el negro dominaron esas piezas que fusionaban sensualidad y vanguardia con el sello clásico de Herrera. La diseñadora madrileña aportó su particular manera de patronar y su mirada escultórica, dejando un recuerdo imborrable entre el público y confirmando que Madrid es hoy terreno fértil para alianzas internacionales.
Los rojos y negros en siluetas sensuales, firmados en colaboración con la diseñadora española Sybilla, dejaron clara la voluntad de unir estilos: el escultórico y radicalmente femenino de Sybilla con la elegancia internacional de Herrera. “Siento que las colaboraciones son el futuro; esta ha sido muy fácil y divertida”, aseguraba Sybilla, que añadió: “Trabajar con Wes ha sido todo un placer. Me siento halagada de ser parte de este proyecto que se celebra en Madrid, la ciudad que me ha influido e inspirado de tantas maneras”.
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A estas piezas se sumaron vestidos con flores bordadas, estampados inspirados en los mantones de Manila, corsés estructurados y faldas midi con vuelo dramático. Hubo espacio también para accesorios de inspiración española: bolsos rígidos de napa con cierres de filigrana dorada, zapatos de punta afilada y pendientes de aro XL. Las modelos avanzaban seguras sobre la pasarela rosa instalada en el centro de la plaza, desafiando el empedrado y robando el aliento con cada salida. El aplauso fue unánime y se convirtió en el hilo conductor de un desfile donde tradición y modernidad dialogaron sin fricciones.
Invitados de excepción
Han sido muchas las personalidades que han disfrutado ante los diseños de la firma, incluso sobre la alfombra rosa como Esther Cañadas que reapareció como icono patrio, mientras que Mar Flores acudió vestida de la enseña, recordando su vinculación histórica con la moda española. Luis Fonsi puso el toque latino a la noche, Najwa Nimri, con sus inseparables gafas de sol de SAFILO para Carolina Herrera, logró burlar incluso los adoquines de la Plaza Mayor sin perder su aura de misterio, y Sebastián Yatra no dudó en hacerse selfies con Martina Klein y otros amigos en primera fila.

Alexa Chung, con un guiño cómplice hacia las redactoras de Vanitatis, se convirtió en una de las más aclamadas de la noche. El cierre del desfile no se quedó atrás: Yatra, saludando a fans y asistentes, fue el encargado de dirigir la caravana de invitados hacia el Hotel La Bomba, un Casino de Madrid transformado en club privado, donde la celebración se prolongó hasta el amanecer. Carolina Herrera ha firmado un episodio inolvidable en la crónica reciente de la moda en España, con nombres propios, folclore reinterpretado y la sensación de que el futuro de la moda pasa, inevitablemente, por Madrid. Una velada para el recuerdo, que ha dejado imágenes tan poderosas como el rouge en labios mate, los vestidos fucsia vibrantes, las capas con vuelo castellano y los accesorios de inspiración española. Herrera y Sybilla, Nueva York y Madrid, tradición y modernidad: una suma que convirtió la noche en leyenda.
Vanitis
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