Arte y Cultura
La vida, los sueños y los proyectos de la actriz colombiana Juana Acosta
La actriz reflexiona sobre su carrera, sus desafíos y su pasión por la actuación, mientras comparte detalles de sus nuevos proyectos.
Por André Didyme- Dôme
Con más de 40 películas y una extensa lista de series y proyectos teatrales, Juana Acosta se ha convertido en un referente del talento latino en el panorama internacional. Su pasión por la actuación, su búsqueda constante de retos y su capacidad para reinventarse han sido la clave de su éxito.
Nacida en Cali, Colombia, Juana inició su carrera actoral a temprana edad, participando en proyectos de cine, televisión y teatro en su país natal. Entre sus primeras películas destacan Kalibre 35 y Es mejor ser rico que pobre, que marcaron su ingreso al mundo del séptimo arte.
Hace más de dos décadas, Juana decidió trasladarse a España, donde no solo continuó consolidando su carrera, sino que también reinventó su identidad profesional. Este proceso la llevó a adoptar “Juana” como su nombre artístico, reflejando su evolución personal y artística. En Europa, ha participado en varias series y miniseries muy exitosas como Policías, en el corazón de la calle, Hospital central y Carlos de Olivier Assayas.
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La versatilidad de Juana se evidencia en la profundidad y variedad de sus interpretaciones, desde personajes complejos y dramáticos, hasta comedias y thrillers. Además de su impecable trayectoria como actriz, en los últimos años ha asumido un nuevo desafío: la producción cinematográfica, donde trabaja junto a su hermana Valentina.
Juana, ¡qué gusto verte de nuevo! No nos veíamos desde el estreno de Del otro lado del jardín.
JUANA ACOSTA: ¡Es verdad! Qué fuerte, me encantó esa experiencia. Hasta recuerdo la conversación que tuvimos cuando estuve en Colombia. Fue increíble, gracias por eso.
Gracias a ti. Me alegra mucho verte de nuevo. Quiero empezar con algo trivial que me da mucha curiosidad: ¿en qué momento decidiste dejar de llamarte Juanita y adoptar el nombre de Juana?
JUANA ACOSTA: ¡Ah! Esa es una buena pregunta. A ver, te cuento la anécdota. A mí me encanta el nombre Juanita, la gente en Colombia aún me llama así, pero en España es distinto. Cuando llegué aquí, hace unos 24 años, sentí la necesidad de reinventarme. Estaba estudiando teatro en la escuela de Coraza, y una profesora catalana, Catalina Lladó, me dijo después de una clase: “A ti no te pega Juanita, te pega Juana. Es más contundente.” Y así fue, desde ese día empecé a presentarme como Juana. Sin embargo, no tengo problema con que me llamen Juanita; en mi cédula sigue siendo mi nombre.
Inicio de la carrera de Juana
Iniciaste tu carrera en Colombia con películas como Golpe de estadio y Es mejor ser rico que pobre. Mencionaste que tu debut fue con Kalibre 35. ¿Qué recuerdas de esos primeros pasos?
JUANA ACOSTA: Efectivamente Kalibre 35 fue mi primera película, y aún no tenía formación teatral. Todo lo hacía desde la intuición. Recuerdo sentirme perdida a veces, pero tuve la suerte de estar rodeada de grandes actores como Juan Carlos Vargas y Robinson Díaz, quienes me ayudaron mucho. Esa experiencia me impulsó a estudiar teatro en España; quería herramientas para profundizar en mi trabajo y darle más vida a mis personajes.
A lo largo de tu carrera, ya llevas más de 40 películas. ¿Cuál dirías que ha sido tu mayor desafío profesional? ¿Y en qué papel sentiste que creciste como actriz?
JUANA ACOSTA: Si tengo que elegir, te diría dos: uno colombiano y uno español. En Colombia, Anna, de Jacques Toulemonde. Esa película marcó un antes y un después en mi carrera. Interpretar a una mujer bipolar fue un reto inmenso. Estuvo nominada al Goya como mejor película iberoamericana y obtuve el premio Macondo a la Mejor Actriz por ese papel. Fue una experiencia transformadora. En España, Perfectos desconocidos de Álex de la Iglesia también fue un gran desafío, especialmente por la escena de la borrachera, que implicó mucho riesgo actoral. Además, esa película se convirtió en una de las más taquilleras de la historia del cine español. Es la décima, creo.
Lo hermoso es que voy a repetir con los directores de ambas películas. Con Jacques Toulemonde rodaremos una nueva película que además estoy produciendo y con Álex de la Iglesia con el que volveré a trabajar muy pronto.
Como psicólogo, te digo que tu interpretación en Anna es uno de los mejores retratos de un trastorno bipolar que he visto en mi vida.
JUANA ACOSTA: ¡Gracias! Eso significa mucho para mí. Fue un trabajo muy profundo, y escuchar que es tan valorado me llena de alegría. Estoy emocionada por volver a colaborar con Jacques; trabajar con él siempre es un regalo.
Película La fianza
En La fianza repites con Julián Román, pero los papeles que interpretan son completamente distintos. ¿Cómo llegaste a este thriller claustrofóbico?
JUANA ACOSTA: Fue como una hermosa sincronía del universo. Julián es un actor al que admiro profundamente desde siempre. Somos contemporáneos, pero nunca habíamos trabajado juntos. Siempre lo tuve entre ceja y ceja, pensando: “Algún día coincidiremos.” Y, por lo que sé, él sentía lo mismo respecto a mí. La vida nos dio el regalo de protagonizar dos películas juntos, que además, por casualidad, se han estrenado con solo un mes de diferencia. Eso no suele pasar, pero es algo muy especial.
Lo mejor es que conseguimos distribución con Cine Colombia, así que La fianza se estrenará en mi país el próximo año. Estamos muy contentos por eso.
Te cuento que fue un viaje largo. Conocí a Gonzalo Perdomo, el director, hace ocho o seis años mientras rodábamos Acantilado en Canarias. Él escribió el guion pensando en mí y me lo entregó al terminar el rodaje. Aunque tardó en levantar el capital, siempre tuve claro que quería hacer esa película. Le tuve toda la paciencia del mundo porque, primero, Gonzalo me parece un tipazo y, segundo, merece todo mi respeto. Es un colombiano que lleva muchos años viviendo en España, además de ser profesor en la Universidad del Cine. Que haya logrado levantar el capital para su película es admirable, y me emociona que, a pesar del tiempo, haya querido seguir contando conmigo para el proyecto.
Fueron años en los que el guion avanzaba y retrocedía, y siempre existía la posibilidad de que lo lográramos al año siguiente. Finalmente, lo hicimos. Cuando Gonzalo consiguió a los productores, empezamos a buscar a los actores idóneos para interpretar a mi esposo y a Walter. Finalmente, lo logramos, y rodamos junto a Julián Román e Israel Elejalde, dos actores maravillosos. La química que tuvimos hizo que esta experiencia fuera mágica.
¿Viste la película? Sí
JUANA ACOSTA: Al final, apareció el nombre de Julián Román junto con otros candidatos. Pero estoy convencida de que Julián ya estaba destinado para La fianza desde antes, incluso antes de que coincidiéramos en Del otro lado del jardín.
En La fianza, encontramos una dinámica interesante entre secuestrador y secuestrado que me recuerda a cintas como The Desperate Hours con Humphrey Bogart como un astuto secuestrador de una familia o The Ref, donde Denis Leary es un secuestrador que termina convirtiéndose en una especie de terapeuta de pareja. Incluso hay un cambio gradual en el acento de tu personaje que resulta fascinante. Y es que La fianza tiene una mezcla interesante de comedia negra, drama y comentario sociopolítico ¿Cómo trabajaste ese tono tan particular?
JUANA ACOSTA: Uno de los retos más grandes fue encontrar el tono adecuado para contar esta historia. Mi personaje vive una auténtica pesadilla: un hombre entra a su casa por deudas de su marido y la situación se torna terrorífica. Pero el guion también incluía momentos de comedia, lo que nos llevó a jugar con ese equilibrio entre el drama intenso y el humor. Queríamos que el espectador estuviera al borde de la silla, pero que a veces también pudiera reírse y cuestionarse por qué lo hacía en una situación tan tensa.
En el estreno en el Festival de Almería vimos que eso funcionaba. La gente reía en ciertos momentos, pero al mismo tiempo se sentía atrapada por el drama. Creo que logramos esa mezcla que buscábamos.
Mi personaje es una mujer caleña que se hace pasar por española, y me interesaba mucho mostrar cómo se va despojando, capa por capa, de su fachada. Es alguien que ha construido su identidad sobre artificios: el dinero, las apariencias y una relación rota con un marido que le miente constantemente. Walter, el secuestrador, irónicamente se convierte en el catalizador de este cambio, ayudándola a conectar con su fuerza interior y su verdadera esencia.
Trabajar en esta película fue un reto, sobre todo porque es muy teatral. Las escenas eran larguísimas, de 14 o 15 páginas, lo que requería mucha concentración y química con mis compañeros. Julián Román e Israel Elejalde son actores increíbles. Julián es extremadamente generoso y tiene un oficio impecable, lo que hacía que nuestras escenas fluyeran con naturalidad. Israel, por su parte, aporta una energía impresionante; pertenece a una de las compañías teatrales más prestigiosas de España, y eso se nota.
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A veces, en el cine sucede algo mágico, y con La fianza lo sentí en muchos momentos. Había días en los que me preocupaba que no pudiéramos sostener la intensidad del texto, pero cuando tienes compañeros como Julián e Israel, todo se vuelve posible. Fue un auténtico regalo trabajar con ellos.
Además, fue interesante porque en Del otro lado del jardín, Julián y yo no tuvimos muchas escenas juntos; él era el acusado y yo la fiscal, así que apenas interactuábamos. En cambio, aquí tuvimos un verdadero mano a mano, y para mí fue un goce absoluto.
Creo que La fianza fue uno de los mayores retos. Mi personaje atraviesa situaciones extremadamente tensas, pero había que encontrar momentos de humor para equilibrar la historia. Era un juego constante de capas: mostrar cómo esta mujer, que inicialmente apoya su identidad en el dinero y las apariencias, se va despojando de todo hasta conectar con su ser real. La dinámica con Julián e Israel fue clave; ambos son actores de gran oficio que me impulsaron a dar lo mejor de mí.
¿Hay algún papel que siempre hayas soñado interpretar?
JUANA ACOSTA: Más que un papel específico, lo que amo es la actuación. Este oficio me salvó la vida. Creo que aún hay muchos papeles por llegar. En este momento, estoy muy emocionada con los proyectos en los que ya estoy involucrada. Por ejemplo, hay varias segundas temporadas en camino. El año pasado trabajé en series como Medusa, que se estrena próximamente, y Matices, para Sky Showtime. Ambas están en conversaciones para continuar, y si todo sigue adelante, seguramente pasaré una temporada larga en Colombia el próximo año.
Además, tengo otros proyectos emocionantes: la película con Álex de la Iglesia que te comentaba, otra con un director colombiano y estoy produciendo junto a mi hermana Valentina, lo cual es un gran reto. Me siento muy afortunada porque cada vez me llegan mejores personajes. No le puedo pedir más a la vida; disfruto todo lo que hago y me entrego con todo el amor y el respeto que el oficio merece.
Si me preguntas por un papel soñado ahora mismo, no tengo una respuesta clara. Hace tiempo tenía el sueño de interpretar a Manuelita Sáenz, y tuve la oportunidad de hacerlo en Libertador, un proyecto que disfruté muchísimo. Sin embargo, ahora mi enfoque está en los proyectos que tengo por delante y en darles lo mejor de mí.
Vas a estar muy ocupada. Te hago una última pregunta: ¿cuál es tu película favorita?
JUANA ACOSTA: ¡Qué difícil pregunta! Tengo varias películas favoritas. Una que me impactó mucho fue Mujeres al borde de un ataque de nervios de Pedro Almodóvar. Ver a esas actrices jugando al límite me fascinó y me inspiró a querer ser actriz. También amo París, Texas y El cielo sobre Berlín de Wim Wenders. Bailarina en la oscuridad de Lars von Trier, es una de las películas que más me han tocado el corazón.
De niña, la primera película que me enamoró fue Alicia en el país de las maravillas, la versión animada de Walt Disney. Me marcó tanto que durante años me hacía llamar Alicia; quería vivir en esos mundos maravillosos. Además, soy una apasionada del cine francés, especialmente de los directores de los años 60, que influyeron mucho en mi vida y mi carrera.
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Arte y Cultura
«El adiós de Telémaco. Una rapsodia llamada Venezuela» se presenta en la Casa de América
Presentación del libro El adiós de Telémaco. Una rapsodia llamada Venezuela, editado por Juan Carlos Méndez Guédez.
Sinopsis de la editorial: El creciente protagonismo internacional de la literatura venezolana viene a hacer justicia a lo que es un universo verbal de primer orden. Bajo la invocación de Telémaco, personaje homérico que encarna la figura del hijo que aguarda el regreso de su padre heroico, y también nombre de uno de los veleros españoles que huyeron ilegalmente a Venezuela en el siglo XX, este volumen recupera de manera original y rapsódica, los distintos registros, géneros y matices con los que la imaginación literaria venezolana se ha desarrollado en las últimas décadas. 39 voces en activo que, desde el cuento, el poema y el ensayo, nos revelan el tesoro de una literatura que construye desde el lenguaje y la imaginación, uno de los conjuntos más inquietantes del mundo artístico actual en nuestro idioma.
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Bienvenida:
- Moisés Morera Martín, director de programación de la Casa de América
Participan:
- Nicolás Melini, escritor y director del Festival Hispanoamericano de Escritores.
- Juan Carlos Méndez Guédez, escritor y antólogo del libro.
- Carlos Sandoval, crítico.
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Fecha y hora:
📅 Martes 18 de febrero de 2025.
⌚️ 19:00 h.
📍 Sala Miguel de Cervantes.
🎫 Entrada libre hasta completar aforo.
Casa de América
Arte y Cultura
¿Por qué visitar el parque temático «Puy du Fou» en España?
Por Mar Solís
Puy du Fou España celebró en el 2024, cinco años marcados por triunfos y desafíos. Pero, como cuenta a Misión su consejero delegado, Erwan de la Villéon, “cada experiencia ha moldeado el alma de este proyecto atípico y apasionante”
Han sido muchos los retos de Puy du Fou en sus cinco años de andadura. Uno de los principales, “convencer a la gente de que de verdad este es un proyecto atípico, de que no es un proyecto comercial”, comenta a Misión Erwan de la Villéon, consejero delegado de este parque a escasos kilómetros de Toledo. Tras poner todo su empeño por empaparse de la idiosincrasia local, este ejecutivo francés logró dar a conocer a los españoles el “alma” del proyecto. Puy du Fou es un parque que trasciende lo ordinario, un espacio donde el entretenimiento se fusiona con el arte, la cultura y la historia. Aparte de su homónimo francés, su casa matriz, no existe en el mundo otro parque con su carácter.
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Este logro se ratificó el pasado el 3 de marzo cuando uno de sus espectáculos estelares, A Pluma y Espada, recibió el reconocimiento como Mejor Espectáculo del Mundo durante los IAAPA Honors 2024 en Las Vegas, EE. UU. Este galardón no sólo enorgulleció al equipo, sino que validó la pasión y dedicación con la que los actores entregan su corazón y espíritu en cada actuación, afirma De la Villéon, para quien su mayor premio “son los aplausos del público, que son nuestra gasolina”.
Experiencia única
Cada visita a Puy du Fou es una experiencia única. “En todos los espectáculos cambiamos cosas”, explica De la Villéon. Este año el espectáculo nocturno El Sueño de Toledo presenta una escena totalmente renovada y una ampliación de su grada para ofrecer 7.000 asientos, 1.000 más de los que tenían. Otra de sus novedades es el espectáculo Desmayarse, que sirve de precuela del de A Pluma y Espada, así como el restaurante con espectáculo El Salón Califal, para disfrutar de una deliciosa experiencia gastronómica.
De la Villéon invita a los lectores de Misión, a quienes considera “especialmente sensibles al alma de su país”, a disfrutar de El Sueño de Toledo en el que Puy du Fou honra las raíces profundas de la identidad española y su fe católica, y donde se combinan la creatividad y la originalidad.
Comprar entradas aquí: Puy du Fou España – Vais a vivir momentos históricos
Artículo publicado en la edición número 72 de la revista Misión
Arte y Cultura
Divina Pastora, la andaluza que conquistó a los venezolanos
Por Alberto Veloz
A mediados del siglo XVIII, por inspiración divina del sacerdote capuchino Fray Isidoro de Sevilla, comenzó a fraguarse a advocación mariana “Divina Pastora de las Almas”. El lema escogido para el recorrido del año 2022 es “Divina Pastora, Reina y Madre de la Familia, ruega por nosotros”
En el corazón de Andalucía y auspiciado por la Orden de los Capuchinos, nació el culto a la Virgen María como Divina Pastora de las Almas, hasta que después de muchos años y por solicitud especial de una encomienda, su imagen, una talla de madera policromada de la Escuela de Sevilla, llegó a la capilla de la parroquia de Santa Rosa, en Barquisimeto, a mediados del siglo XVIII.
Su veneración se ha mantenido desde hace más de dos siglos, en lo que constituye una de las manifestaciones más grandes de fervor cristiano en el mundo entero.
Cada 14 de enero se movilizan más de 4 millones y medio de personas en procesión desde la iglesia de Santa Rosa en un recorrido de 7 kilómetros y medio hasta la Catedral Metropolitana de Barquisimeto, capital del estado Lara.
Es una de las procesiones marianas más grandes del mundo en cuanto a asistentes, junto a las de la Virgen de Guadalupe en México y de Fátima en Portugal.
La seguridad durante las procesiones está garantizada con la presencia de los Celadores de la Divina Pastora, grupo integrado por caballeros de la parroquia quienes están atentos ante cualquier eventualidad, con el apoyo de los cuerpos de seguridad del Estado.
¿Por qué Divina Pastora?
Desde que Jesucristo, el hijo de Dios, se encarnó en el vientre de la santísima Virgen María y se hizo hombre, se presentó a sí mismo como el cordero de Dios y el Buen Pastor.
San Juan lo señala en su Evangelio en el capítulo “El Buen Pastor”: “En verdad, en verdad os digo: El que no entra por la puerta en el aprisco (redil) de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas…, yo soy el buen pastor, que da la vida por sus ovejas, las conozco y ellas me conocen a mí”. (Juan 10, 1-18).
Si Jesucristo es el Buen Pastor, María su madre, unida al plan de salvación de Dios para todos los hombres que escuchan su voz, es la buena Pastora de las Almas.
Con esta idea basada en el Evangelio de San Juan, esta advocación mariana es una de las más hermosas y recibe cada año el fervor y veneración del pueblo venezolano.
El destino y su jugada
Corría el siglo XVIII y el sacerdote de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Barquisimeto, presbítero Felipe de Prado para aquel entonces, encargó a España una imagen de la Divina Pastora para el culto de sus altares. Al mismo tiempo, el sacerdote párroco de Santa Rosa, pueblo vecino a la capital larense, el padre Sebastián Bernal, solicitó una imagen de la Inmaculada Concepción para su parroquia.
Sucedió que por equivocación las cajas fueron cambiadas de destino y la de la Divina Pastora llegó a Santa Rosa y la de la Inmaculada Concepción a Barquisimeto. El párroco de Santa Rosa, al darse cuenta del error, cerró el cajón y procedió enviarlo a Barquisimeto.
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Entonces, la Divina Pastora expresó su deseo de quedarse en Santa Rosa y lo hizo de forma sencilla y explícita, cuando la persona encomendada para que levantase el cajón, un indígena con fama de forzudo, no pudo moverlo del suelo ni pidiendo ayuda. La caja se tornó extrañamente muy pesada.
Se sucedieron varias consultas entre los sacerdotes, Felipe de Prado y Sebastián Bernal. Debían tomar una decisión y entendieron la circunstancia que la Divina Pastora quería permanecer en la iglesia de Santa Rosa, que ha sido su lugar natural de exposición y veneración para los fieles desde hace más de dos siglos.
A partir de ese momento el padre Sebastián Bernal le dedicó los 57 años restantes de su ministerio sacerdotal al culto de veneración a la Divina Pastora, no solo en Santa Rosa y Barquisimeto, sino también en los pueblos aledaños. Bernal falleció el 28 de agosto de 1794. Esta devoción se mantuvo viva y se celebrada con mucha solemnidad todos los 8 de septiembre.
Pueblo de dilatada tradición católica
Es importante acotar que Santa Rosa fue el primer poblado de América que perpetuó el nombre de la santa peruana Rosa de Lima. Es un pueblo de dilatada tradición católica.
Alfredo Armas Alfonzo, en su obra “La tierra de Venezuela y los cielos de sus santos” comenta acerca de la fundación de Santa Rosa de Lima y el comienzo del culto a la Divina Pastora:
“El capuchino Agustín de Villabánez lo funda en 1673 con la incorporación de ciento treinta y ocho familias de indios gayones. El origen del culto de la Divina Pastora, tan de la afección de la Orden Capuchina, adviene a consecuencia de la labor del acristianamiento que cumplieron en la región a fines del siglo XVIII dos miembros de la Orden, Fray Cristóbal de Alcalá y Fray Gabriel de Hionera”.
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El terremoto dejó intacta a la Virgen
El terrible terremoto que azotó a muchas poblaciones del país el 26 de marzo de 1812 destruyó en casi su totalidad la iglesia de Santa Rosa. Solo quedaron en pie las paredes laterales, pero milagrosamente la imagen de la Divina Pastora se encontró entre los escombros en perfecto estado, intacta, sin ningún rasgo de rotura ni desperfecto. Es decir, un milagro en medio de uno de los sismos más devastadores que se han producido en el país.
La imagen de la Divina Pastora se siguió venerando entre las ruinas bajo una parte del techo que se mantenía en pie, hasta el año 1850 cuando el padre José María Macario Yépez la mudó a una capilla provisional erigida a un costado de las ruinas.
Posteriormente, el 30 de agosto de 1864 volvió a la iglesia de Santa Rosa, reconstruida en su totalidad. Muchos años después es consagrada como Basílica Menor y el 14 de enero de 2018 fue elevada a la categoría de Santuario de la Divina Pastora.
El cólera y la necesidad de un milagro
La peste de cólera que azotó el país en el año de 1855, causó innumerables muertes en muy poco tiempo.
La población estaba sumamente temerosa de contraer la terrible epidemia por lo altamente contagiosa, la rapidez con que actuaba sobre los enfermos y abatida del dolor causado por la cantidad de víctimas que diariamente cobraba cientos de vidas.
Ante esta desesperada situación, el presbítero José María Macario Yépez, párroco de la iglesia de la Inmaculada Concepción de Barquisimeto sintió la inspiración de Dios para reconfortar a tantas almas y fortalecer la fe en su feligresía.
El sacerdote Macario Yépez propuso erigir un monumento a la Cruz Salvadora, en el sitio histórico llamado Tierritas Blancas, donde las tropas patriotas, comandadas por El Libertador, sufrieron un serio revés durante la guerra independentista.
El sitio fue escogido como simbólico porque estaba regado con sangre de los patriotas, mártires caídos en el lugar. La Cruz Salvadora traería el favor divino y libraría al pueblo de la terrible peste que lo azotaba. El monumento a la Cruz se finalizó de construir a finales de 1855 bajo la conducción del presbítero José María Raldíriz y José Manuel Oberto.
La procesión milagrosa
Con el fin de dar mayor notoriedad al acto de bendición de la Cruz y atraer a la feligresía para acercarse a Dios ante la terrible epidemia de cólera que diezmaba a la población, el padre José Macario Yépez organizó una procesión para inaugurar el monumento el 14 de enero de 1856. La imagen de la Divina Pastora fue llevada desde su templo en Santa Rosa hasta Barquisimeto, con la aprobación del Vicario Foráneo de Barquisimeto, presbítero José María Raldíriz.
La Divina Pastora hizo el recorrido en hombros por los pobladores de Santa Rosa y al pie de la Cruz se encontraría con la imagen de Jesús Nazareno, procedente de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, donde la multitud de fieles imploraba a Dios para que alejara la peste.
A las 4:00 de la tarde del 14 de enero de 1856 se realizó el encuentro de la imagen de la Divina Pastora con Jesús Nazareno. Durante el acto de la bendición de la Cruz Salvadora se interpretó el Popule meus, de José Ángel Lamas. Un coro de voces femeninas dio un aire de solemnidad al acto litúrgico.
Escuchemos el Popule meus (Improperia) de José Ángel Lamas interpretado por la Orquesta Filarmónica Nacional y el Coro Polifónico Rafael Suárez.
Cuando la lenta y parsimoniosa procesión entró a la ciudad y pasó frente de la casa de ño Pedro Valdés, su esposa Ceferina Cristina, moribunda por el cólera, se incorporó de su cama y caminó hasta la puerta para agradecer al paso de la Divina Pastora. El milagro de su mejoría de inmediato se regó por toda la población y fue un bálsamo para reconfortar al pueblo en su fe cristiana.
Ofrecer la vida por el pueblo
La mejor descripción del acontecimiento en la iglesia de la Inmaculada Concepción de Barquisimeto la relata Alfredo Armas Alfonzo en su obra ya citada:
“La solemne procesión alcanza al fin la puerta de la Concepción. El padre Macario Yépez, puesto de rodillas, los brazos en cruz, le habla a la visitante: ‘¡Virgen Santísima, Divina Pastora! En aras de la Justicia Divina, por el bien y salvación de este pueblo, te ofrezco mi vida. Madre mía, Divina Pastora, por los dolores que experimentó tu purísimo corazón cuando recibiste en los brazos a tu Santísimo Hijo, que salves a este pueblo. ¡Que sea yo la última víctima del cólera!’”
Tan solo transcurrieron cuatro meses y medio cuando el padre Macario Yépez se enfermó con la peste. Sanó de este mal, pero inmediatamente después se enfermó con fiebre tifoidea y a los pocos días las campanas de la iglesia de la Inmaculada Concepción anunciaron su deceso en la mañana del 16 de junio de 1856.
Procesión todos los años
A partir de ese acontecimiento histórico religioso, el Vicario Foráneo de Barquisimeto, presbítero José María Raldíriz determinó que la imagen de la Divina Pastora visitara en solemne y multitudinaria procesión la ciudad de Barquisimeto todos los años, cada 14 de enero, como un testimonio perenne de gratitud a la Madre de Dios, pues según la tradición y creencia general, confirmada por muchos sobrevivientes del cólera, con la llegada de la imagen de la Divina Pastora ese 14 de enero de 1856, comenzó a cesar aquella terrible epidemia.
La motivación del padre Macario Yépez de salir en procesión con la imagen venerada de la Divina Pastora, desde el Santuario de Santa Rosa hasta la Catedral de Barquisimeto, fue el inicio de una tradición de alto fervor religioso de todo un pueblo que implora por la solución de sus problemas y necesidades básicas.
Otra de las manifestaciones del fervor hacia la imagen de la Divina Pastora está representada en su vestuario. Los devotos, cada año, quieren que la Virgen estrene.
Esta tradición ha ido creciendo con los años y cada vez son más los feligreses que viajan hasta el estado Lara para participar en una de las manifestaciones religiosas más grandes del mundo, con humildad y mucho fervor, para tributar su devoción a la Virgen María bajo la advocación de la Divina Pastora.
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La Divina Pastora en el arte
Juan Lovera, el más importante artista del período colonial, no se interesó en el tema religioso. La única obra que se conoce del citado pintor donde aborda lo místico es un cuadro de la Divina Pastora, que forma parte de la colección de la Galería de Arte Nacional de Caracas.
Es el único testimonio religioso en la producción pictórica de este artista de la Colonia, célebre por sus obras de temática histórica y por sus retratos de los principales personajes vinculados a la Independencia y a los primeros años de la República.
En la pintura popular venezolana se encuentran numerosas versiones de la Divina Pastora realizadas a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.
La figura de la Divina Pastora también aparece en una estampilla venezolana con motivo del Bimilenario de la Natividad de Nuestra Señora en 1985, en una colección de 10 sellos con un valor de Bs. 1, emitida por el Instituto Postal Telegráfico (Ipostel) e impresa por Gráficas Armitano C.A.
La legendaria tradición alfarera del estado Lara es pródiga en la producción de artesanía con la figura e imágenes en muy variadas versiones de la Divina Pastora, ofrecidas en venta por artesanos locales. Son piezas realizadas en barro cocido y luego policromadas manualmente. Forman parte del arte popular y son muy apreciadas por los coleccionistas.
Caminata presidencial
Un dato muy singular es que el presidente de la República, doctor Luis Herrera Campíns, durante los cinco años de su mandato asistió a las multitudinarias procesiones de la Divina Pastora cada 14 de enero.
El jefe de Estado esperaba la procesión en la calle 22 cruce con la avenida Venezuela de Barquisimeto, uno de los lugares de cambio de cargadores, y de la manera más discreta posible, se incorporaba para seguir a pie acompañando, como un feligrés más, a la imagen de la Divina Pastora hasta la Catedral Metropolitana.
Esto era ejemplo de democracia y fervor religioso desde las alturas del poder pero con la humildad y sencillez que debe prevalecer en todo hombre de bien.
“Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Lucas 14, 11)
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