Arte y Cultura
Juan Carlos Méndez Guédez: « …una mixtura, una mezcla de sabores, palabras, historias»

Por Karen Lentini Gómez
Juan Carlos Méndez Guédez (Venezuela, 1967), doctor en literatura hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, ha publicado en Venezuela, Colombia, Estados Unidos y España. Autor de más de 30 libros, entre los que se encuentran: La ola detenida, Los maletines, Arena negra, Round 15, y La diosa de agua. Merecedor del 40º Premio Internacional Ciudad de Barbastro de Novela Corta en 2009, y ganador del Premio Tiflos de Cuento en 2024 con En las ruinas.
Exponente no solo de la literatura latinoamericana, sino creador y reconstructor de mitos; este autor que se arriesga y se reinventa en cada nueva obra, nos concede esta entrevista a propósito de la reciente publicación de Roman de la isla Bararida
¿Me gustaría que nos explicara qué es Bararida?
En principio una palabra indígena que según dicen significaba Valle de las damas. Pero para mí era principalmente el parque zoológico de Barquisimeto al que iba de niño para pasear. Hoy en día no creo que me guste un lugar así, pero en ese entonces me fascinaba. Ir a ese parque era una fiesta, pero si la memoria no me falla en esa zona también quedaba un lugar terrible: un hospital psiquiátrico ya deteriorado, con grandes paredes llenas de agujeros por las que nos asomábamos los niños para ver un patio en el que tomaban el sol los pacientes, a veces incluso amarrados. Había entonces esa dualidad: la alegría del paseo y a la vez asomarme a contemplar un mundo lleno de dolor y misterio.
¿Por qué ha escogido una isla imaginaria para representar esta historia de amor?
Los canarios tienen una leyenda hermosa, la isla de San Borondón, que es una isla mítica que aparece y desaparece. Escribir es conseguir en tu vida lo que no tienes en la realidad inmediata; así que cuando quise escribir un bestiario, le comenté a mi gran amigo Freddy Castillo Castellanos que me iba a inventar una isla llamada Bararida, una isla que se movía por el mundo y que podía verse en ocasiones en el río Turbio o en Adícora, pero a veces también frente a Tenerife, o La Coruña o Cádiz. A él le gustó la idea y yo hice mi bestiario ubicándolo en ese lugar. Solo que luego me di cuenta de que esa isla personal tenía más recorrido.
He leído islas que siempre me han marcado como la isla Jackson de las novelas de Mark Twain o la isla de Defoe en Robinson Crusoe, o la de Agustín Espinosa en su novela Crimen. Sentía que en una isla las historias suceden con mayor intensidad y concentración. Así que al comenzar la historia de amor de Wari y Najamutu, comprendí que Bararida era el lugar para que sucediese; una isla flotante, marcada por la ausencia de dioses, en la que sucedían historias de caballerías, mezcladas con historias de otros tiempos, y en las que podía situar a Barquisimeto como una ciudad medieval en lo que sería un juego de anacronismos que me resultaba apasionante.
Por otro lado, el amor en una isla me da la impresión de que sucede como una sentimentalidad concentrada, protegida y a la vez asfixiada por el mar.
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Afirma que es un libro en el que se concentran las lecturas de la infancia mezcladas y reconectadas ¿Ha sido un proceso fluido y sin pausas, de una sola vez? ¿o ha sido atribulado, con resistencia?
Es un libro que tiene muchos años viajando conmigo. No sabía que ese era la historia que escribiría, pero estaba allí. Escribí varias veces el principio, pero luego me atascaba. Luego en las visitas a mi casa en Caracas contemplaba los muchos y variados libros que leí en la niñez y en la adolescencia, libros que había olvidado, que no podría citar, que no sabría situar históricamente. En algún momento comprendí que podría convertir esa limitación de mi memoria en una fuerza para escribir; si en mi cabeza sucedía a la vez el Cantar de Gilgamesh con El Amadís de Gaula, o las aventuras artúricas con los maravillosos mitos de los warao o los wayú y con un fragmento de Cunqueiro, ¿por qué no escribir desde esa maravillosa mixtura? La imaginación es capaz de tejer lo que en el tiempo real se encuentra distanciado. Fíjate que me has hecho recordar que de niño, cuando escribía mis primeras historias, yo me inventaba cuentos en los que convivían Guaicaipuro, Simón Bolívar y Diego de la Vega. Pues digamos que en esta novela recuperé esa inocencia
Una novela fragmentaria como Arena negra, y mitológica como La diosa de agua, en la que de nuevo participa la diosa María Lionza ¿Esta estructura le ayuda a concentrar las lecturas y a darle forma a todo el imaginario?
Algo que nunca dejaré de agradecer a autores de mi tradición venezolana como Teresa de la Parra o Guillermo Meneses es la idea de que una ficción no vale por sus buenas intenciones, su denuncia de las injusticias, o el simple vigor de su historia. Una ficción vale por tener una historia poderosa, llena de músculos, pero dentro de una estructura particular que la singularice. Como en otras oportunidades, yo tenía la idea de escribir una historia de amor con componentes fantásticos, pero fue al leer una novela de Pascal Quignard que pensé: «así debo escribir mi historia; en fragmentos; en asociaciones libres, alejándome y acercándome a la historia central, fingiendo que es una historia que tiene muchas versiones»; a eso se sumó la conversación con un amigo que me convenció de que una novela total no tenía que ser una novela monstruosamente larga; podía ser todavía más seductor concentrar una totalidad en un breve espacio.
La leyenda de Tristán e Isolda ha inspirado a muchos escritores. En su opinión, ¿qué hace tan atractiva esa historia?
Nunca olvido unas charlas de Víctor Bravo en las que a partir de la lectura de Denis de Rougemont explicaba que la concepción occidental del amor viene del Tristán e Isolda. Ese es un libro que me encanta y cada vez que lo leo me fascina su exceso, su apasionada desgracia, su placentera culpabilidad. Me agrada pensar que de esa historia medieval vienen los boleros, las rocolas, los culebrones, los momentos más sublimes y sufridos de los amantes.
Esa historia es atractiva porque rompe el sentido común, crea una temporalidad distinta en la que Tristán e Isolda saben que lo que hacen no es lo más correcto, pero son incapaces de parar; se aman de un modo tan frenético que están agotando las fases de la vida de una manera incendiaria y se están exponiendo a múltiples peligros.
Creo que fue Barthes el que dijo: ¿por qué durar es mejor que arder? Tristán e Isolda escenifican y resuelven esa duda.

Roman de la isla Bararida , es una historia romántica erótica, explicita, elegante y provocativa, con una prosa poética y cuidada.
Mil gracias por esa lectura… me llama la atención que acotas elementos como el erotismo del que yo no estaba tan consciente. Lo cierto es que hay muchas partes del libro que no reconozco porque te juro que yo me senté a escribir y viví en un arrebato de palabras. Yo era como el recipiente de muchas palabras ajenas. Mencionaste en otra pregunta a María Lionza, la bella diosa venezolana, la verdad es que de niño estuve muy cercano al culto y quería ser materia: es decir, la persona que presta su cuerpo para que hablen los espíritus. Nunca tuve la constancia y la fe suficiente para serlo, pero me gusta pensar que escribí esta novela como si fuese una materia en la que hablan otros.
También de pequeño me dijeron que tenía facultades para ser brujo; quizá esta obra ha sido una manera de reencontrarme con esa vida que no fue posible.
«Azogue, ariché, macareus, kawudare» palabras rescatadas, algunas creadas especialmente para esta novela, otras transformadas ¿Cómo han surgido? ¿Toma en cuenta la sonoridad de los términos cuando escribe?
El mismo Pascal Quignard se reunió en una ocasión con una traductora que le pedía referencias sobre un árbol y él le confesó que escogió un árbol en específico por su sonoridad, que ella hiciese lo mismo al traducir.
Creo que en este libro en concreto me condujo esa idea: hacer una historia apasionante sobre unos amantes frenéticos a quienes aguarda la desgracia de la separación, pero con un lenguaje que fuese una canción en sí mismo, un amplio poema en prosa. Que las palabras tuviesen la sonoridad con que se hablan y se anudan los amantes.
Sucede además que con los años y la distancia que me separa cotidianamente de Venezuela, muchas palabras que me resultaban comunes se han cargado de una energía especial, de un brillo misterioso: yo antes decía Siquisique y solo nombraba un pueblo, pero ahora lo digo y la palabra resuena en mí como un hechizo, como una puerta que se abre.
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Hablemos del Coro muy utilizado en las tragedias griegas y por ciertos dramaturgos. En este caso, se dirige al protagonista como una madre sabía que conoce el destino y advierte.
Hay una película de Woody Allen que me encanta y cuyo nombre tampoco voy a recordar, pero en la que se actualiza el recurso del coro de las tragedias. Quizá eso tuvo influencia en ese momento del libro, pero lo cierto es que como te he dicho, mis dedos se conducían solos: ahora leo y reconozco: esto es de la tragedia griega, esto es una leyenda que me contó un tío en El Tocuyo, esto es una canción de José Luis Rodríguez, esto es un mito de los waraos y esto es un trocito de novela pastoril.
El Coro significa en ese momento del Roman de la isla Bararida el sentido común que le indica a Najamutu que esa desolación que está sintiendo en los breves momentos en que Wari se ha ido a dar un paseo, significa ni más ni menos que está punto de traspasar un límite, que si se detiene podrá salvarse del dolor. Una señal que puede salvarlo, pero que él no escucha porque prefiere permanecer en el abrazo de Wari, con todas las terribles consecuencias que eso va a traerle.
Incluye en esta obra a San Francisco de Asis, protector de los animales. Por este y otros libros pareciera que lo sagrado es importante para usted.
No soy practicante de ninguna religión, pero amo lo sagrado, lo que me asoma a otras realidades, y dentro del santoral católico tengo un profundo amor y respeto por figuras como San Francisco de Asís, como San Antonio de Padua o San Martín de Porres.
Lo sagrado es un murmullo que me envuelve siempre. Quise que esta novela fuese una especie de oración de gratitud al hecho de existir: al placer, al dolor, a la vida, a la muerte, a las palabras.
Algunas de mis narraciones tienen esta característica; otras son relatos realistas, humorísticos, pero hay una parte de mi obra que tiene eso que Ernesto Pérez Zúñiga llama la literatura del umbral; un sitio en el que te asomas a lo inexplicable, al misterio.
La presencia de San Francisco de Asís, con quien comparto el amor profundo a los animales, también me condujo a la revisión del discurso de la bondad como un peligroso camino al fanatismo. Uno de los grandes extravíos de Najamutu, el protagonista de este libro, es el momento en que se cree tocado por una bondad extrema que debe predicar y que debe introducir en los otros incluso por la fuerza.
En esta novela se atreve con muchos tipos de escritura, incluso con un romance…
cantaban en lejanas tierras los juglares que no
conocieron el final de la historia
Que por árbol era un bosque,
mientras regresa el calor,
soñaban sí los amantes,
aromas de piel y flor.
Dormir la noche y estrellas,
Bararida en su esplendor.
Tan lejos la muerte y lucha,
Najamutu y Wari ardor.
Huidos de la vil muerte,
ya desnudos y el frescor.
Palacio azules ventanas,
jamás miedo ni dolor.
Vencieron las mil batallas,
tiemblan su gozo de amor.
Es verdad lo que dices… Había soñado siempre con intentar un romance y ahora vi la oportunidad… Porque ¿sabes qué me hizo inmensamente feliz al escribir este libro? Pensar que era una historia escrita con esa felicidad absoluta en la que no esperas nada, en la que no tienes expectativas. En algún momento pensé: nadie en España va a publicar una novela fantástica, fragmentaria, anacrónica, en la que aparecen dioses desconocidos, en la que existen demasiados registros, en la que no hay ningún mensaje social, edificante. Una novela además que comete el pecado de desconocer la pureza cultural que en este patético siglo XXI nos hace presuponer que sobre los goliardos solo puede escribir un goliardo o que sobre una historia africana solo puede escribir un africano.
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Lo inesperado vino después; lo maravilloso es que existe una editorial como Firmamento que con apenas tres o cuatro años de existencia, siente que si hay literatura es necesario lanzarse a la piscina.
Pero sí, escribí este libro sin pensar en algo distinto a sacarme de dentro esta historia. Yo tengo la fortuna de no ser nada. No tengo ninguna identidad tribal a la que aferrarme: no soy lo suficientemente Jirajara, Timoto Cuica o Mandingá o canario o gallego, y a la vez soy todo eso. Así que me permití que esa novela sucediese como me siento: una mixtura, una mezcla de sabores, palabras, historias.
Ahora que lo pienso, también escribí esta historia porque me gustaría que alguna vez Wari y Najamutu vuelvan a encontrarse.
Arte y Cultura
7 poetas contemporáneos de República Dominicana

Por Juan Domingo Aguilar
Soledad Álvarez
Soledad Álvarez es una poeta y ensayista nacida en Santo Domingo en 1950. Fue la quinta mujer en ganar el Premio Nacional de Literatura para escritores dominicanos en 2022. Estudió Filología, con especialidad en Literatura Hispanoamericana, en La Habana, Cuba. Trabajó junto a Manuel Rueda en el suplemento cultural Isla Abierta, del periódico Hoy. Es autora de libros como De tierra morena vengo (1986), Vuelo posible (1994), Las estaciones íntimas (2006), Autobiografía en el agua (2015) o Después de tanto arder (XXII Premio Casa de América de Poesía Americana, 2022).
Muchacha enamorada
Después de la cena
de dormir a los niños y dejar cabeceando
al marido en su sillón mullido frente al televisor
la mujer casada lava los platos
y en el agua de jabón
en la espuma del cansancio
la muchacha enamorada que fue
regresa del olvido al inicio del camino:
entre la loza muda la risa
la cabellera al aire que no es el aire
sino la ventada del deseo
la alegría de correr con los brazos abiertos
a los brazos que la esperan
desbocado el corazón a los brazos del hombre
que dice querer vivir solo para quererla
mirar por sus ojos oír tocar lo que ella
hacerla feliz.
Música del cielo la declaración de amor
postal romántica los dos embelesados en el banco del parque
(mirándose algo que no conocen entreabre las puertas a la inmensidad)
él le entrega como sacramento el anillo de compromiso
ella dice que sí al arrebato de seguirlo sin cláusulas
sin preguntar hacia dónde hasta cuándo
¿hasta que la muerte nos separe?
Al fondo los árboles insaciables de pájaros y amores núbiles
testigos tantas veces de la ficción.
Frank Báez
Frank Báez es un poeta y narrador nacido en Santo Domingo, en 1978. Ha publicado siete poemarios, una colección de cuentos, Págales tú a los piscoanalistas, y cuatro libros de no ficción, como los tres libros de crónicas reunidos en La Trilogía de los Festivales. Suele incorporar a su trabajo poético el performance, la música y el arte visual. Es profesor de escritura creativa y ha dictado talleres en centros culturales y universidades de Estados Unidos, Latinoamérica y Europa. En el 2017 fue seleccionado en la lista del Hay Festival como uno de los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de cuarenta años. En el 2023 recibió la University of Texas Mellon Fellowship for High Impact Scholars. Entre sus libros de poemas destacan Jarrón, Postales, Anoche soñé que era un DJ, Este es el futuro que estabas esperando o, el más reciente, Desarmando la biblioteca de mi padre. En nuestro país en 2019 se publicó Llegó el fin del mundo a mi barrio (Sonámbulos Ediciones).
En la Biblia no aparece nadie fumando
Pero qué tal si Dios o los que escribieron la Biblia
se olvidaron de agregar los cigarros
y en realidad todas esas figuras bíblicas
se pasaban el día entero fumando
al igual que en los cincuenta en que se podía fumar
en los aviones y hasta en la televisión
y yo imagino a todos esos gloriosos judíos
llevándose sus cigarrillos a los labios
y expulsando el humo por las narices
en lo que aguardan
por sus visiones o porque Dios les hable,
e imagino a David tocando el harpa
en un templo lleno de humo,
a Abraham fumando cigarro tras cigarro
antes de decidirse a matar a Isaac,
a María fumando antes de darle a José
la noticia de que está embarazada,
e incluso imagino a Jesús sacando un cigarro
de detrás de la oreja y fumando
para relajarse antes de dirigirse a las multitudes
reunidas en torno suyo.
Yo no soy un fumador.
Pero a veces me vienen ganas y fumo
como en este instante en que miro la lluvia
caer tras la ventana
y me siento como Noé cuando esperaba
que pasara el diluvio y se la pasaba
de arriba a abajo por toda el arca
buscando donde había puesto
esa maldita cajetilla.
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León Félix Batista

León Félix Batista es un poeta nacido en Santo Domingo en 1964. Ha publicado, entre otros, Negro Eterno, Vicio, Burdel Nirvana, Pseudolibro, Delirium semen (México, 2010), Caducidad (Madrid, 2011), Música ósea (Perú, 2014), Se borra si es leído, Prosa del que está en la esfera (Buenos Aires, 2006); Inflamable (Montevideo, 2009), Sin textos no hay paradiso (Colombia, 2012), Joda poética completa, El hedor de lo real en la nariz imaginaria (Quito, 2014), Un minuto de retraso mental y Prosa de fabricación casera (Estados Unidos, 2018). También Prosa do que está na esfera (Sao Paulo, 2003) y Mosaico Fluido (Sao Paulo, 2014). Aparece en varias antologías, entre ellas Zur Dos (última poesía latinoamericana, Bartleby, Madrid, 2005). Tiene un libro de ensayos publicado en España, Globos de ensayo y error (2020).
conversación en tiempo de bolero
Traspones el umbral mesándote una sien y por
tercera acción elogiar el arabesco de
su bata de batista. Descifras allá atrás aquel bolero rancio
como supervivencia del abismo medieval. Inestable
de ver negro, su debacle de matices, mixturas en un
vaso quebraduras de agua helada y espesor de un
carburante; reclinas la cabeza. La observas
prolongando a brochazos el fulgor: la quemazón
del bosque, la desaparición (extraña) del sentido en
favor del sinsentido y en gruesos astillones, por
afán calefactor.
Christian Encarnación
Christian Encarnación es un poeta y fotógrafo nacido en Santo Domingo en 1997. Estudia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Ha publicado sus poemas en diversas revistas. Es autor de Ausencia del vacío (Editora Nacional, 2021), poemario con el que ganó el Premio de Poesía Joven Zacarías Espinal 2021. Con Todas las madres nos condenan a muerte obtuvo el Premio Luna Insomne para Jóvenes Poetas 2024, organizado por la Fundación Cultural Lado B y Luna Insomne Editores.
Enero
No se le escribe a enero por el frío
no es motivo para que el invierno
tenga tantos poemas.
Se le escribe a enero
por la ausencia.
Poco le importa al cazador el frío
cuando lleva
la piel del oso puesta.
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Homero Pumarol
Homero Pumarol es un poeta nacido en Santo Domingo en 1971. Ha publicado los libros Cuartel Babilonia (Santo Domingo, 2000); Second Round (Ediciones Cielonaranja, Berlín, 2003); Fin de carnaval (Editorial Vox, Bahía Blanca, 2010), el cual quedó finalista en el Concurso Hispanoamericano de Poesía convocado por dicha editorial; y Todo el mundo tiene un primo en el canal de la Mona (Editorial Textos de Cartón, Córdoba, 2010). Sus poemas han aparecido en diversas antologías, entre las que destacan Antología de la poesía latinoamericana del siglo XXI (Siglo XXI Editores, México, 1997) y La poesía del siglo XX en República Dominicana. Antología esencial (Editorial Visor, La Estafeta del Viento, Madrid, 2011). Es miembro fundador de la banda de spoken word El Hombrecito. En 2011 Ediciones De a Poco publicó Poesía Reunida 2000-2011.
Jack Veneno ha muerto
Esta mañana en el carro rojo de Deseo
dando vueltas al Parque Independencia
mientras intentaba enrolar un tabaco
en la portada del National Geographic
lo pude leer con estos ojos
JACK VENENO ha muerto.
Deseo inmediatamente rompió aguas,
así de feo, así de cero, así mismo,
sí, ese es su deseo,
y lloró y lloró y lloró
porque además no encontramos
una puta suficiente para los dos
y porque no hay nada que hacer sino llorar
y dar vueltas al Parque Independencia
que es el parque más feo de la bolita del mundo.
… y llorar y dar vueltas al parque Independencia y al tabaco
y terminar de enrolarlo a lágrima viva
del mismo lado de la calle El Conde,
entre los borrachos de a pie, los maniceros,
las barrigas verdes de polyester de los policías,
los carros públicos, las guaguas voladoras
y siete locos que iban corriendo, llorando, gritando
“degracimao, hijoetumalditamai, mamagüebo”
a un pintor que corría y lloraba y gritaba más rápido que ellos
y que les había robado todas las piedras
que ahora ellos no tenían y que ya nunca nadie podría tirar.
JACK VENENO ha muerto,
el campeón de la bolita del mundo,
el líder de la cuadra de los técnicos,
que luchó en mi sueño a trío con Blue Demon y El Santo
contra Frankenstein, El Hombre Lobo y La Mujer Maravilla;
JACK con Forty malt, un brazo de poder en cada cucharada,
con el salami especial de mallita,
con SangYang ahí van,
champú, rinse y acondicionador BPT,
con Avispa al pelo y piojo al suelo,
JACK saltando con la bota preparada
desde la tercera cuerda hasta el infinito;
el hijo de Doña Tatica,
el hombre de pelo en pecho,
que venció a Rick Flair con la polémica
por la faja mundial,
que acabó con El Vampiro Cao
y con La Gallina Relámpago Hernández.
Relámpago te jodieron,
Relámpago te agarraron comprando crack en Catanga,
Relámpago qué mierda es el congreso,
en mi inodoro ha crecido una mata gigante,
hay telarañas en los lavamanos,
tengo seis días sin luz,
la policía pone cada vez más cara la yerba,
mezclan la coca con azúcar de leche
y al final uno parece cada vez más una gallina
picoteando polvo en el vacío.
Relámpago vuelve a la cuadra de los rudos,
te lo piden los muchachos de La Victoria,
Relámpago vuelve por Deseo, por Vickiana, por Luis Días,
por Aramis Camilo y su organización secreta.
JACK VENENO HA MUERTO
Nietzsche lo sospechó desde un principio,
Deseo aún no para de llorar
y no hay una sola puta suficiente
en todo el Parque Independencia.
Jeannette Miller

Jeannette Miller es una poeta, narradora, ensayista e historiadora del arte nacida en Santo Domingo en 1944. Pertenece al grupo de la Generación del 60, con Miguel Alfonseca, René del Risco, Armando Almánzar, Iván García, Jacques Viaux y otros. Tiene una amplia bibliografía sobre arte. Ha publicado cuento, novela, poesía y literatura para jóvenes. Algunos de sus poemarios son: El Viaje (Cuadernos Hispanoamericanos, separata, 1967), Fórmulas para combatir el miedo (Taller, 1972), Fichas de identidad/Estadías (Taller, 1985), Polvo eres (Banco Central, 2013) o Testigo de la luz: poemas 1962-2016 (Banco Central, 2017). En el 2011 le fue entregado el Premio Nacional de Literatura, en reconocimiento a su obra conjunta.
Lunes
Cada mañana
al levantarme
inicio el camino hacia la muerte.
Antes de perforar el día con mi cara disconforme
lloro un poco.
Luego
procedo a ejecutar con desconcierto el aseo,
la puesta de la ropa,
el peinado,
el desayuno,
salgo.
Bordeo esquinas desbaratadas en infinitas partículas de luz,
el aire me golpea la frente,
un penetrante olor a podredumbre me vuelve a la desdicha.
En las cunetas
latas de basura todas volteadas
definen largas curvaturas tristes,
hasta los pozos de lluvia en mi país son turbios, hediondos,
sin darme cuenta
penetro el vientre palpitante de cualquier automóvil
y me siento heroína,
entonces paso a recontar los árboles que ya sé de memoria
y que alivianan con colores y formas el duro pavimento,
un golpe seco me avisa que he llegado,
empujo la puerta,
estoy dentro,
sonrío tratando de ser agradable, inofensiva,
que no me teman,
que no conozcan mi odio, mi hastío, mi tristeza,
comienza la jornada.
Néstor E. Rodríguez
Néstor E. Rodríguez es un poeta, ensayista y académico nacido en La Romana, República Dominicana, en 1971. Sus poemas han sido publicados en revistas y suplementos literarios de América Latina, así como en diversas antologías del continente. En 2001 resultó ganador en Puerto Rico del Certamen de Poesía Olga Nolla con Animal pedestre (Terranova, 2004). Es autor de otros libros como El desasido (El Billar de Lucrecia, 2009), Limo (Organograma, 2018) o Poesía reunida (Santo Domingo: Zemí, 2018). Es profesor de literatura latinoamericana en la Universidad de Toronto, Canadá.
Al llegar a la casa familiar
La casa sigue allí,
detenida ante el trajín de los comercios
con su enrejado señorial
y el ojo de buey observando
las inevitables mutaciones del paisaje.
¿Es Diógenes el que se acerca
con los bidones del ordeño?
Viene en un caballo maltrecho
que luce menos cansado que él.
Flérida Dolores hierve la leche
en una olla inmensa a la que me asomo
para encontrar un fracaso de nata y espuma,
pero ni un solo dolor de los del nombre de Mamá.
En la acera se alinean los compradores.
Traen botellas que regresarán rebosantes
al sopor de todas las moradas.
Sí, alguien limpia una escopeta en medio del patio.
No le teman. Bajo esa aparente reciedumbre
hay un hombre compasivo.
La casa de entonces era un mundo apacible
pidiendo sin exigencias la palabra que lo habitara.
Ya resuena el jaleo del desayuno.
Carmen se acerca desde el jardín contiguo
para dar de una alegría que contagia
a sus hijos y a mi madre.
La mesa está servida,
a su alrededor gravitan todos los apegos.
Zenda
Arte y Cultura
Escritor venezolano Reinaldo De Fernández debuta en España con su libro «El canto de los azulejos»

Con el título El canto de los azulejos, el periodista zuliano, Reinaldo De Fernández, debuta en la literatura iberoamericana, gracias a la editorial española Valparaíso Ediciones.
Este escritor venezolano presenta al público una obra literaria, donde se cuenta una historia donde se mezclan elementos como el teatro y género de la literatura como la narrativa y la poesía.
El libro se divide en dos actos: El canto de los azulejos y Pétalos al viento, donde cada párrafo lleva la impronta e influencia del célebre poeta español, Gustavo Adolfo Bécquer.
Inspirado en el autor Gustavo Adolfo Bécquer, maestro de la tradición moderna, este libro cuenta una historia de desamor, soledad y pérdida en dos actos: “El canto de los azulejos” y “Pétalos al viento”.
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De acuerdo a la descripción del autor, en esta obra “se exploran las entrañas de todo los que nos hace humanos: el primer amor, el camino hacia la construcción de la ilusión, la esperanza y la falta de ella”.
Para los interesados en el libro El canto de los azulejos de Reinaldo De Fernández, pueden adquirir el ejemplar en librerías españolas y tiendas digitales como Amazon, eBay, entre otras.
Venezuela-news.com
Arte y Cultura
Premios Platino 2025: dónde verlos y horario

Los Premios Platino 2025 celebran su XII edición. La ceremonia rinde homenaje a lo mejor del cine y la televisión iberoamericanos, destacando las mejores producciones en castellano y portugués del año.
Este domingo 27 de abril de 2025, el Palacio Municipal IFEMA de Madrid, España, se prepara para la XII edición de los Premios Platino, el evento más importante del cine y la televisión iberoamericanos. Esta ceremonia, organizada por la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA) y por la Federación Iberoamericana de Productores Cinematográficos y Audiovisuales (FIPCA), celebra las producciones más destacadas en español y portugués, convirtiéndose en una plataforma clave para impulsar el talento de la región.
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Fecha y hora de los Premios Platino 2025

En España podrá verse en La 2 a las 22 00 horas
Quienes estén en Colombia podrán disfrutar de la transmisión en vivo a partir de las 02:00 p.m. a través de Caracol Televisión (en su señal HD2), y también desde su plataforma Ditu.
Para los espectadores que están desde otros países, pueden ver la gala en las televisiones América TV (Argentina), ATV (Bolivia), Canal 6 (Costa Rica), Canal 10 (Nicaragua), Canal 12 (El Salvador), Canal 13 (Guatemala), Canal 13 (Paraguay), Canal 22 (México), Canal Brasil (Brasil), GLOBAL TV C13 (Perú), La2 (España), RPC (Panamá), UChile TV (Chile), RTS (Ecuador), Telemundo (Estados Unidos), Telesistemas (República Dominicana), TNT Max, TV Ciudad (Uruguay), Venevisión (Venezuela) y VTV Canal 9 (Honduras) y en la plataforma SmartPLATINO (smartplatino.tv).
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