Arte y Cultura
Juan Carlos Méndez Guédez: « …una mixtura, una mezcla de sabores, palabras, historias»
Por Karen Lentini Gómez
Juan Carlos Méndez Guédez (Venezuela, 1967), doctor en literatura hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, ha publicado en Venezuela, Colombia, Estados Unidos y España. Autor de más de 30 libros, entre los que se encuentran: La ola detenida, Los maletines, Arena negra, Round 15, y La diosa de agua. Merecedor del 40º Premio Internacional Ciudad de Barbastro de Novela Corta en 2009, y ganador del Premio Tiflos de Cuento en 2024 con En las ruinas.
Exponente no solo de la literatura latinoamericana, sino creador y reconstructor de mitos; este autor que se arriesga y se reinventa en cada nueva obra, nos concede esta entrevista a propósito de la reciente publicación de Roman de la isla Bararida
¿Me gustaría que nos explicara qué es Bararida?
En principio una palabra indígena que según dicen significaba Valle de las damas. Pero para mí era principalmente el parque zoológico de Barquisimeto al que iba de niño para pasear. Hoy en día no creo que me guste un lugar así, pero en ese entonces me fascinaba. Ir a ese parque era una fiesta, pero si la memoria no me falla en esa zona también quedaba un lugar terrible: un hospital psiquiátrico ya deteriorado, con grandes paredes llenas de agujeros por las que nos asomábamos los niños para ver un patio en el que tomaban el sol los pacientes, a veces incluso amarrados. Había entonces esa dualidad: la alegría del paseo y a la vez asomarme a contemplar un mundo lleno de dolor y misterio.
¿Por qué ha escogido una isla imaginaria para representar esta historia de amor?
Los canarios tienen una leyenda hermosa, la isla de San Borondón, que es una isla mítica que aparece y desaparece. Escribir es conseguir en tu vida lo que no tienes en la realidad inmediata; así que cuando quise escribir un bestiario, le comenté a mi gran amigo Freddy Castillo Castellanos que me iba a inventar una isla llamada Bararida, una isla que se movía por el mundo y que podía verse en ocasiones en el río Turbio o en Adícora, pero a veces también frente a Tenerife, o La Coruña o Cádiz. A él le gustó la idea y yo hice mi bestiario ubicándolo en ese lugar. Solo que luego me di cuenta de que esa isla personal tenía más recorrido.
He leído islas que siempre me han marcado como la isla Jackson de las novelas de Mark Twain o la isla de Defoe en Robinson Crusoe, o la de Agustín Espinosa en su novela Crimen. Sentía que en una isla las historias suceden con mayor intensidad y concentración. Así que al comenzar la historia de amor de Wari y Najamutu, comprendí que Bararida era el lugar para que sucediese; una isla flotante, marcada por la ausencia de dioses, en la que sucedían historias de caballerías, mezcladas con historias de otros tiempos, y en las que podía situar a Barquisimeto como una ciudad medieval en lo que sería un juego de anacronismos que me resultaba apasionante.
Por otro lado, el amor en una isla me da la impresión de que sucede como una sentimentalidad concentrada, protegida y a la vez asfixiada por el mar.
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Afirma que es un libro en el que se concentran las lecturas de la infancia mezcladas y reconectadas ¿Ha sido un proceso fluido y sin pausas, de una sola vez? ¿o ha sido atribulado, con resistencia?
Es un libro que tiene muchos años viajando conmigo. No sabía que ese era la historia que escribiría, pero estaba allí. Escribí varias veces el principio, pero luego me atascaba. Luego en las visitas a mi casa en Caracas contemplaba los muchos y variados libros que leí en la niñez y en la adolescencia, libros que había olvidado, que no podría citar, que no sabría situar históricamente. En algún momento comprendí que podría convertir esa limitación de mi memoria en una fuerza para escribir; si en mi cabeza sucedía a la vez el Cantar de Gilgamesh con El Amadís de Gaula, o las aventuras artúricas con los maravillosos mitos de los warao o los wayú y con un fragmento de Cunqueiro, ¿por qué no escribir desde esa maravillosa mixtura? La imaginación es capaz de tejer lo que en el tiempo real se encuentra distanciado. Fíjate que me has hecho recordar que de niño, cuando escribía mis primeras historias, yo me inventaba cuentos en los que convivían Guaicaipuro, Simón Bolívar y Diego de la Vega. Pues digamos que en esta novela recuperé esa inocencia
Una novela fragmentaria como Arena negra, y mitológica como La diosa de agua, en la que de nuevo participa la diosa María Lionza ¿Esta estructura le ayuda a concentrar las lecturas y a darle forma a todo el imaginario?
Algo que nunca dejaré de agradecer a autores de mi tradición venezolana como Teresa de la Parra o Guillermo Meneses es la idea de que una ficción no vale por sus buenas intenciones, su denuncia de las injusticias, o el simple vigor de su historia. Una ficción vale por tener una historia poderosa, llena de músculos, pero dentro de una estructura particular que la singularice. Como en otras oportunidades, yo tenía la idea de escribir una historia de amor con componentes fantásticos, pero fue al leer una novela de Pascal Quignard que pensé: «así debo escribir mi historia; en fragmentos; en asociaciones libres, alejándome y acercándome a la historia central, fingiendo que es una historia que tiene muchas versiones»; a eso se sumó la conversación con un amigo que me convenció de que una novela total no tenía que ser una novela monstruosamente larga; podía ser todavía más seductor concentrar una totalidad en un breve espacio.
La leyenda de Tristán e Isolda ha inspirado a muchos escritores. En su opinión, ¿qué hace tan atractiva esa historia?
Nunca olvido unas charlas de Víctor Bravo en las que a partir de la lectura de Denis de Rougemont explicaba que la concepción occidental del amor viene del Tristán e Isolda. Ese es un libro que me encanta y cada vez que lo leo me fascina su exceso, su apasionada desgracia, su placentera culpabilidad. Me agrada pensar que de esa historia medieval vienen los boleros, las rocolas, los culebrones, los momentos más sublimes y sufridos de los amantes.
Esa historia es atractiva porque rompe el sentido común, crea una temporalidad distinta en la que Tristán e Isolda saben que lo que hacen no es lo más correcto, pero son incapaces de parar; se aman de un modo tan frenético que están agotando las fases de la vida de una manera incendiaria y se están exponiendo a múltiples peligros.
Creo que fue Barthes el que dijo: ¿por qué durar es mejor que arder? Tristán e Isolda escenifican y resuelven esa duda.
Roman de la isla Bararida , es una historia romántica erótica, explicita, elegante y provocativa, con una prosa poética y cuidada.
Mil gracias por esa lectura… me llama la atención que acotas elementos como el erotismo del que yo no estaba tan consciente. Lo cierto es que hay muchas partes del libro que no reconozco porque te juro que yo me senté a escribir y viví en un arrebato de palabras. Yo era como el recipiente de muchas palabras ajenas. Mencionaste en otra pregunta a María Lionza, la bella diosa venezolana, la verdad es que de niño estuve muy cercano al culto y quería ser materia: es decir, la persona que presta su cuerpo para que hablen los espíritus. Nunca tuve la constancia y la fe suficiente para serlo, pero me gusta pensar que escribí esta novela como si fuese una materia en la que hablan otros.
También de pequeño me dijeron que tenía facultades para ser brujo; quizá esta obra ha sido una manera de reencontrarme con esa vida que no fue posible.
«Azogue, ariché, macareus, kawudare» palabras rescatadas, algunas creadas especialmente para esta novela, otras transformadas ¿Cómo han surgido? ¿Toma en cuenta la sonoridad de los términos cuando escribe?
El mismo Pascal Quignard se reunió en una ocasión con una traductora que le pedía referencias sobre un árbol y él le confesó que escogió un árbol en específico por su sonoridad, que ella hiciese lo mismo al traducir.
Creo que en este libro en concreto me condujo esa idea: hacer una historia apasionante sobre unos amantes frenéticos a quienes aguarda la desgracia de la separación, pero con un lenguaje que fuese una canción en sí mismo, un amplio poema en prosa. Que las palabras tuviesen la sonoridad con que se hablan y se anudan los amantes.
Sucede además que con los años y la distancia que me separa cotidianamente de Venezuela, muchas palabras que me resultaban comunes se han cargado de una energía especial, de un brillo misterioso: yo antes decía Siquisique y solo nombraba un pueblo, pero ahora lo digo y la palabra resuena en mí como un hechizo, como una puerta que se abre.
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Hablemos del Coro muy utilizado en las tragedias griegas y por ciertos dramaturgos. En este caso, se dirige al protagonista como una madre sabía que conoce el destino y advierte.
Hay una película de Woody Allen que me encanta y cuyo nombre tampoco voy a recordar, pero en la que se actualiza el recurso del coro de las tragedias. Quizá eso tuvo influencia en ese momento del libro, pero lo cierto es que como te he dicho, mis dedos se conducían solos: ahora leo y reconozco: esto es de la tragedia griega, esto es una leyenda que me contó un tío en El Tocuyo, esto es una canción de José Luis Rodríguez, esto es un mito de los waraos y esto es un trocito de novela pastoril.
El Coro significa en ese momento del Roman de la isla Bararida el sentido común que le indica a Najamutu que esa desolación que está sintiendo en los breves momentos en que Wari se ha ido a dar un paseo, significa ni más ni menos que está punto de traspasar un límite, que si se detiene podrá salvarse del dolor. Una señal que puede salvarlo, pero que él no escucha porque prefiere permanecer en el abrazo de Wari, con todas las terribles consecuencias que eso va a traerle.
Incluye en esta obra a San Francisco de Asis, protector de los animales. Por este y otros libros pareciera que lo sagrado es importante para usted.
No soy practicante de ninguna religión, pero amo lo sagrado, lo que me asoma a otras realidades, y dentro del santoral católico tengo un profundo amor y respeto por figuras como San Francisco de Asís, como San Antonio de Padua o San Martín de Porres.
Lo sagrado es un murmullo que me envuelve siempre. Quise que esta novela fuese una especie de oración de gratitud al hecho de existir: al placer, al dolor, a la vida, a la muerte, a las palabras.
Algunas de mis narraciones tienen esta característica; otras son relatos realistas, humorísticos, pero hay una parte de mi obra que tiene eso que Ernesto Pérez Zúñiga llama la literatura del umbral; un sitio en el que te asomas a lo inexplicable, al misterio.
La presencia de San Francisco de Asís, con quien comparto el amor profundo a los animales, también me condujo a la revisión del discurso de la bondad como un peligroso camino al fanatismo. Uno de los grandes extravíos de Najamutu, el protagonista de este libro, es el momento en que se cree tocado por una bondad extrema que debe predicar y que debe introducir en los otros incluso por la fuerza.
En esta novela se atreve con muchos tipos de escritura, incluso con un romance…
cantaban en lejanas tierras los juglares que no
conocieron el final de la historia
Que por árbol era un bosque,
mientras regresa el calor,
soñaban sí los amantes,
aromas de piel y flor.
Dormir la noche y estrellas,
Bararida en su esplendor.
Tan lejos la muerte y lucha,
Najamutu y Wari ardor.
Huidos de la vil muerte,
ya desnudos y el frescor.
Palacio azules ventanas,
jamás miedo ni dolor.
Vencieron las mil batallas,
tiemblan su gozo de amor.
Es verdad lo que dices… Había soñado siempre con intentar un romance y ahora vi la oportunidad… Porque ¿sabes qué me hizo inmensamente feliz al escribir este libro? Pensar que era una historia escrita con esa felicidad absoluta en la que no esperas nada, en la que no tienes expectativas. En algún momento pensé: nadie en España va a publicar una novela fantástica, fragmentaria, anacrónica, en la que aparecen dioses desconocidos, en la que existen demasiados registros, en la que no hay ningún mensaje social, edificante. Una novela además que comete el pecado de desconocer la pureza cultural que en este patético siglo XXI nos hace presuponer que sobre los goliardos solo puede escribir un goliardo o que sobre una historia africana solo puede escribir un africano.
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Lo inesperado vino después; lo maravilloso es que existe una editorial como Firmamento que con apenas tres o cuatro años de existencia, siente que si hay literatura es necesario lanzarse a la piscina.
Pero sí, escribí este libro sin pensar en algo distinto a sacarme de dentro esta historia. Yo tengo la fortuna de no ser nada. No tengo ninguna identidad tribal a la que aferrarme: no soy lo suficientemente Jirajara, Timoto Cuica o Mandingá o canario o gallego, y a la vez soy todo eso. Así que me permití que esa novela sucediese como me siento: una mixtura, una mezcla de sabores, palabras, historias.
Ahora que lo pienso, también escribí esta historia porque me gustaría que alguna vez Wari y Najamutu vuelvan a encontrarse.
Arte y Cultura
El escritor argentino Guillermo Saccomanno gana el Premio Alfaguara por su novela «Arderá el viento»
El galardón está dotado con más de 160.000 euros
El autor argentino Guillermo Saccomanno ha sido reconocido con el XXVIII Premio Alfaguara de novela por la obra ‘Arderá el viento’. La novela ganadora llegará a las librerías el próximo 20 de marzo.
El galardón está dotado con más de 160.000 euros, una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea en todo el territorio de habla hispana.
El galardón, que llega a su veintiocho edición, ha contado con un jurado presidido por Juan Gabriel Vásquez y compuesto por los escritores Leila Guerriero y Manuel Jabois; la directora de cine y guionista Paula Ortiz, de la escritora y dueña de la librería La Mistral (Madrid), Andrea Stefanoni, y de la directora editorial de Alfaguara, Pilar Reyes.
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En esta convocatoria se han recibido 725 manuscritos, de los cuales 322 han sido remitidos desde España, 93 desde Argentina, 110 desde México, 89 desde Colombia, 38 desde Estados Unidos, 27 desde Chile, 25 desde Perú y 21 desde Uruguay.
En la edición de 2024, el escritor Sergio del Molino recibió el galardón por su obra ‘Los alemanes’, mientras que en 2023 fue el escritor peruano Gustavo Rodríguez quien se alzó con el premio por ‘Cien cuyes’.
Vozpópuli
Arte y Cultura
«El adiós de Telémaco. Una rapsodia llamada Venezuela» se presenta en la Casa de América
Presentación del libro El adiós de Telémaco. Una rapsodia llamada Venezuela, editado por Juan Carlos Méndez Guédez.
Sinopsis de la editorial: El creciente protagonismo internacional de la literatura venezolana viene a hacer justicia a lo que es un universo verbal de primer orden. Bajo la invocación de Telémaco, personaje homérico que encarna la figura del hijo que aguarda el regreso de su padre heroico, y también nombre de uno de los veleros españoles que huyeron ilegalmente a Venezuela en el siglo XX, este volumen recupera de manera original y rapsódica, los distintos registros, géneros y matices con los que la imaginación literaria venezolana se ha desarrollado en las últimas décadas. 39 voces en activo que, desde el cuento, el poema y el ensayo, nos revelan el tesoro de una literatura que construye desde el lenguaje y la imaginación, uno de los conjuntos más inquietantes del mundo artístico actual en nuestro idioma.
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Bienvenida:
- Moisés Morera Martín, director de programación de la Casa de América
Participan:
- Nicolás Melini, escritor y director del Festival Hispanoamericano de Escritores.
- Juan Carlos Méndez Guédez, escritor y antólogo del libro.
- Carlos Sandoval, crítico.
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Fecha y hora:
📅 Martes 18 de febrero de 2025.
⌚️ 19:00 h.
📍 Sala Miguel de Cervantes.
🎫 Entrada libre hasta completar aforo.
Casa de América
Arte y Cultura
¿Por qué visitar el parque temático «Puy du Fou» en España?
Por Mar Solís
Puy du Fou España celebró en el 2024, cinco años marcados por triunfos y desafíos. Pero, como cuenta a Misión su consejero delegado, Erwan de la Villéon, “cada experiencia ha moldeado el alma de este proyecto atípico y apasionante”
Han sido muchos los retos de Puy du Fou en sus cinco años de andadura. Uno de los principales, “convencer a la gente de que de verdad este es un proyecto atípico, de que no es un proyecto comercial”, comenta a Misión Erwan de la Villéon, consejero delegado de este parque a escasos kilómetros de Toledo. Tras poner todo su empeño por empaparse de la idiosincrasia local, este ejecutivo francés logró dar a conocer a los españoles el “alma” del proyecto. Puy du Fou es un parque que trasciende lo ordinario, un espacio donde el entretenimiento se fusiona con el arte, la cultura y la historia. Aparte de su homónimo francés, su casa matriz, no existe en el mundo otro parque con su carácter.
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Este logro se ratificó el pasado el 3 de marzo cuando uno de sus espectáculos estelares, A Pluma y Espada, recibió el reconocimiento como Mejor Espectáculo del Mundo durante los IAAPA Honors 2024 en Las Vegas, EE. UU. Este galardón no sólo enorgulleció al equipo, sino que validó la pasión y dedicación con la que los actores entregan su corazón y espíritu en cada actuación, afirma De la Villéon, para quien su mayor premio “son los aplausos del público, que son nuestra gasolina”.
Experiencia única
Cada visita a Puy du Fou es una experiencia única. “En todos los espectáculos cambiamos cosas”, explica De la Villéon. Este año el espectáculo nocturno El Sueño de Toledo presenta una escena totalmente renovada y una ampliación de su grada para ofrecer 7.000 asientos, 1.000 más de los que tenían. Otra de sus novedades es el espectáculo Desmayarse, que sirve de precuela del de A Pluma y Espada, así como el restaurante con espectáculo El Salón Califal, para disfrutar de una deliciosa experiencia gastronómica.
De la Villéon invita a los lectores de Misión, a quienes considera “especialmente sensibles al alma de su país”, a disfrutar de El Sueño de Toledo en el que Puy du Fou honra las raíces profundas de la identidad española y su fe católica, y donde se combinan la creatividad y la originalidad.
Comprar entradas aquí: Puy du Fou España – Vais a vivir momentos históricos
Artículo publicado en la edición número 72 de la revista Misión
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